Un Thri­ller Poco Atractivo

GRE­TA. Esta­dos Uni­dos-Irlan­da, 2018. Un film de Neil Jordan

A tra­vés de una carre­ra de tres déca­das y media, el direc­tor irlan­dés Neil Jor­dan ha ofre­ci­do algu­nas pelí­cu­las des­ta­ca­bles como ha sido el caso de Mona Lisa (1986) y The Crying Game (1992). Des­afor­tu­na­da­men­te, Gre­ta no habrá de enri­que­cer su currí­cu­lum dado que la tra­ma pro­pues­ta se carac­te­ri­za por su incon­gruen­cia y ausen­cia de coherencia.

Repi­tien­do una fór­mu­la ya pro­ba­da en varias opor­tu­ni­da­des con un logro muy supe­rior como lo fue­ron Fatal Attrac­tion (1987) y Sin­gle Whi­te Fema­le (1992), entre otros títu­los, este thri­ller psi­co­ló­gi­co se cen­tra en dos per­so­nas de dife­ren­te natu­ra­le­za en don­de una de ellas es emo­cio­nal y físi­ca­men­te aco­sa­da por la otra.

Isa­be­lle Hup­pert y Chloë Gra­ce Moretz

El rela­to comien­za aus­pi­cio­sa­men­te intro­du­cien­do a Fran­ces (Chloë Gra­ce Moretz), una joven gra­dua­da uni­ver­si­ta­ria de Bos­ton, quien recien­te­men­te ha per­di­do a su madre y habién­do­se muda­do a New York com­par­te su depar­ta­men­to con Eri­ca (Mai­ka Mon­roe), su mejor amiga.

El pun­to de par­ti­da es una car­te­ra de mujer aban­do­na­da que Fran­ces reco­ge en uno de los vago­nes del metro neo­yor­kino en el que está via­jan­do; al abrir­la, des­cu­bre en su inte­rior la iden­ti­dad de su due­ña y pro­ce­de a con­tac­tar­la para devol­vér­se­la. Lle­gan­do a su domi­ci­lio cono­ce a Gre­ta (Isa­be­lle Hup­pert), una mujer fran­ce­sa de media­na edad que agra­de­ce la hones­ti­dad de la chi­ca y la invi­ta a su hogar ofre­cién­do­le una taza de té; en ese pri­mer encuen­tro, la anfi­trio­na le hace saber que se sien­te sola dado que hace poco enviu­dó y su úni­ca hija vive en Fran­cia. A ese pri­mer con­tac­to le siguen otros que per­mi­ten cimen­tar una amis­tad entre ambas don­de Fran­ces encuen­tra en Gre­ta el afec­to de la madre que ya no tie­ne en tan­to que su ami­ga halla en ella la bue­na com­pa­ñía nece­sa­ria para ate­nuar la sole­dad que la inva­de. Todo mar­cha sobre rue­das has­ta el cir­cuns­tan­cial momen­to en que la joven des­cu­bre evi­den­tes indi­cios ‑los cua­les no con­vie­ne reve­lar- de que Gre­ta es poco menos que un mons­truo humano y en con­se­cuen­cia resuel­ve de inme­dia­to inte­rrum­pir esa relación.

Dicho lo que ante­ce­de, a par­tir de allí el guión de Jor­dan y Ray Wright se des­ca­rri­la por com­ple­to al que­rer crear un cli­ma de sus­pen­so mos­tran­do cómo la inge­nua Fran­ces se halla per­se­gui­da y arrin­co­na­da por la psi­có­pa­ta Gre­ta. Brin­dar deta­lles adi­cio­na­les de lo que acon­te­ce sería inapro­pia­do para el lec­tor que qui­sie­ra ver el film y es por eso que se evi­tan los spoi­lers; con todo pue­de seña­lar­se que la ende­blez del rela­to resi­de en su inve­ro­si­mi­li­tud, la poca pro­fun­di­dad sumi­nis­tra­da a los per­so­na­jes pro­ta­gó­ni­cos, sus insus­tan­cia­les diá­lo­gos y sobre todo por los gol­pes efec­tis­tas que emplea el rea­li­za­dor con el pro­pó­si­to de man­te­ner el inte­rés de la audiencia.

Si el film pue­de tole­rar­se es por la actua­ción de Hup­pert que como es bien sabi­do cual­quie­ra sea el papel que le toca en suer­te carac­te­ri­zar siem­pre sale bien para­da; en este caso la extra­or­di­na­ria actriz fas­ci­na al con­tem­plar su meta­mor­fo­sis de una afa­ble mujer soli­ta­ria que ama y toca la músi­ca a fin de lograr su tran­qui­li­dad de espí­ri­tu para adqui­rir la natu­ra­le­za de una dia­bó­li­ca demen­te capaz de estre­me­cer. Aun­que sin lle­gar al nivel de Hup­pert, Moretz satis­fa­ce ple­na­men­te como la can­do­ro­sa y tier­na Fran­ces que incons­cien­te­men­te que­da hechi­za­da por Gre­ta sin poder des­em­ba­ra­zar­se de ella. En un impor­tan­te papel de apo­yo Mon­roe se dis­tin­gue como la ami­ga de Fran­ces que hace lo posi­ble para evi­tar que ella cai­ga en las redes de la his­té­ri­ca Greta.

En resu­men, este incon­se­cuen­te y des­en­fo­ca­do tra­ba­jo de Neil Jor­dan no lle­ga a per­du­rar en la memo­ria del espec­ta­dor. Jor­ge Gutman