Al Res­ca­te de un Hijo

MON GARÇON. Fran­cia, 2017. Un film de Chris­tian Carion

El tema del secues­tro de hijos que ha sido con­si­de­ra­do en varias opor­tu­ni­da­des, espe­cial­men­te en Taken (2008) y Pri­so­ners (2013), es aho­ra tra­ta­do por Chris­tian Caron en Mon Garçon, un film que sin ser remar­ca­ble resul­ta atrayente.

Gui­llau­me Canet

El rela­to del rea­li­za­dor y Lau­re Irmann pre­sen­ta a Julien (Gui­llau­me Canet) quien reci­be un lla­ma­do angus­tio­so de su ex mujer Marie (Méla­nie Lau­rent) hacién­do­le saber que Mathys, su hijo de 7 años, ha des­apa­re­ci­do de la colo­nia de vaca­cio­nes don­de se encon­tra­ba en una zona mon­ta­ño­sa al sur de Fran­cia. El hecho sus­ci­ta angus­tia para estos padres que aun­que divor­cia­dos se unen afec­tuo­sa­men­te fren­te a la gra­ve cir­cuns­tan­cia que atra­vie­san. En tal sen­ti­do, Julien sien­te un pro­fun­do remor­di­mien­to tenien­do en cuen­ta que su pro­fe­sión de geó­lo­go lo obli­gó a via­jar cons­tan­te­men­te estan­do ale­ja­do del hogar con con­si­de­ra­ble fre­cuen­cia lo que pro­du­jo grie­tas en su matri­mo­nio así como el haber esta­do dis­tan­cia­do por lar­go tiem­po de Mathys.

Si bien las auto­ri­da­des no pue­den tomar car­tas en el asun­to has­ta des­pués de 48 horas, Julien tie­ne cla­ros indi­cios ‑que no se habrán de deve­lar- de que el niño ha sido rap­ta­do. A par­tir de ese momen­to y deci­di­do a no obe­de­cer el con­se­jo de la poli­cía de no inmis­cuir­se en un asun­to que a la mis­ma le com­pe­te, Julien deci­de actuar por su cuen­ta tra­tan­do de ubi­car a Mathys y ven­gar­se de quien haya sido res­pon­sa­ble del rapto.

Aun­que la pri­me­ra par­te es la que ofre­ce mayor pro­fun­di­dad psi­co­ló­gi­ca ‑sobre todo en el encuen­tro entre Julien y Marie- la segun­da mitad a pesar de no ser total­men­te rea­lis­ta ofre­ce la cuo­ta nece­sa­ria de sus­pen­so para que el espec­ta­dor se invo­lu­cre en el rela­to. Entre sus méri­tos cabe des­ta­car la pro­fe­sio­na­li­dad de Carion en su acer­ta­da pues­ta escé­ni­ca, la bue­na foto­gra­fía de Eric Dumont que con cáma­ra en mano crea la atmós­fe­ra de atra­pan­te ten­sión y la con­vin­cen­te inter­pre­ta­ción de Canet trans­mi­tien­do con inten­si­dad la deses­pe­ra­ción de un padre en pro­cu­ra de su hijo. Jor­ge Gutman