THE BODY REMEMBERS WHEN THE WORLD BROKE OPEN. Canadá-Noruega, 2019. Un film escrito y dirigido por Elle-Máijá Tailfeathers y Kathleen Hepburn. 105 minutos. Se exhibe exclusivamente en el Cinéma Moderne
Filmada en tiempo real, esta película de las directoras canadienses Elle-Máijá Tailfeathers y Kathleen Hepburn destila absoluta naturalidad en su exploración de diversos temas en la vida de dos jóvenes mujeres autóctonas. Sin pretenciosidad alguna pero con definitiva elocuencia, el film despierta interés por la forma que adopta su narración y sobre todo por las expresivas interpretaciones de sus protagonistas.
La acción que transcurre en Vancouver presenta a Áila (Tailfeathers), una profesional nativa de 31 años que después de haberse sometido a un examen ginecológico se apiada de Rosie (Violet Nelson), una joven de 19 años igualmente autóctona a quien encuentra en la calle huyendo de la violencia de su pareja. Demostrando una actitud humana y solidaria, para protegerla la lleva a su departamento tratando de tranquilizarla. Es allí que a través de una prolongada conversación Áila se impone un poco de la vida humilde de Rosie que se encuentra en un estado de avanzada gestación. A la amabilidad y afecto de Áila se opone una especie de desconfianza de su visitante que va cediendo a medida que los minutos transcurren. Tratando de buscar una solución al problema, en la medida que Rosie de ningún modo quiere efectuar la denuncia policial, Áila logra localizar una casa de albergue a cargo de una visitadora social para que ella pueda encontrar la tranquilidad necesaria a fin de reponerse de la violencia de su compañero.
Aunque las realizadoras aletargan un poco el ritmo del relato, logran no obstante crear un clima de tensión cuando en ciertos momentos Rosie trata a su interlocutora de manera ruda y áspera. Además de la violencia doméstica, en esta pieza de cámara emergen aspectos vinculados a la diferencia de clase entre Áila y Rosie así como no puede desdeñarse el hecho de que a pesar de ser ambas de origen autóctono, la joven embarazada no puede superar cierto escepticismo hacia su anfitriona como si se tratara de una blanca debido a su nivel de educación sustancialmente superior.
Las interpretaciones son realmente brillantes. Tailfeathers vive plenamente su personaje transmitiendo la dulzura, ternura y el apoyo que brinda a Rosie; al propio tiempo Nelson no le va en zaga en un papel donde expresa su resentimiento y amargura de sentirse marginada de la sociedad en que vive así como no estar completamente segura sobre cómo afrontará su inminente maternidad. Las expresiones y los silencios que en determinadas instancias mantienen los dos personajes son captados excelentemente por la cámara del director de fotografía Norm Li.
Con gran sencillez las directoras han sabido transmitir un film delicado, íntimo y humano que merece ser visto. Jorge Gutman
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