Muy Buen Melo­dra­ma Romántico

SYL­VIE’S LOVE. Esta­dos Uni­dos, 2020. Un film escri­to y diri­gi­do por Euge­ne Ashe. 115 minu­tos. Dis­po­ni­ble en Ama­zon Pri­me.

Euge­ne Ashe abor­da la come­dia román­ti­ca a tra­vés de una his­to­ria que remi­te a la épo­ca en que el púbi­co de las déca­das de los 50 y 60 solía dis­fru­tar con los nota­bles melo­dra­mas de Dou­glas Sirk. Si bien el cineas­ta no inno­va en el géne­ro, el film se dis­tin­gue por su sóli­da narra­ción como así tam­bién por­que sus per­so­na­jes son en su mayo­ría afroamericanos.

Nnam­di Aso­mugha y Tes­sa Thompson

Aun­que el guión del rea­li­za­dor ubi­ca las pri­me­ras imá­ge­nes en 1962, inme­dia­ta­men­te la acción retro­ce­de 5 años pre­sen­tan­do a sus dos per­so­na­jes cen­tra­les. Uno de ellos es Syl­vie John­son (Tes­sa Thom­pson), la joven hija de quien tiem­po atrás fue­ra músi­co (Lan­ce Red­dick) y que aho­ra posee en el neo­yor­kino Bronx un local de dis­cos don­de ella tra­ba­ja; el otro per­so­na­je es Robert Hallo­way (Nnam­di Aso­mugha), un saxo­fo­nis­ta que comien­za su carre­ra con una peque­ña ban­da de músi­cos. El encuen­tro entre ellos se pro­du­ce cuan­do Robert entra a com­prar un dis­co de jazz y rápi­da­men­te logra ser con­tra­ta­do como emplea­do de la tien­da. A pesar de que Syl­vie está de novia con Lacy (Alano Miller), un joven de fami­lia adi­ne­ra­da que se encuen­tra en Corea cum­plien­do su obli­ga­ción mili­tar, sur­ge gra­dual­men­te una afi­ni­dad entre ella y el músi­co por el gus­to común hacia el jazz que cul­mi­na sen­ti­men­tal­men­te. Sin embar­go, a medi­da que trans­cu­rre el roman­ce apa­re­cen algu­nos obs­tácu­los insu­pe­ra­bles que ter­mi­nan que­bran­do la relación.

El desa­rro­llo de la tra­ma retor­na a su comien­zo don­de Syl­vie ya es una mujer casa­da no muy satis­fe­cha con su matri­mo­nio en tan­to que Robert es un con­su­ma­do músi­co sol­te­ro; en un encuen­tro cir­cuns­tan­cial que se pro­du­ce entre ambos se con­fir­ma el refrán de que don­de hubo fue­go ceni­zas que­dan pues­to que la emo­ción amo­ro­sa del pasa­do aún no se ha extinguido.

No obs­tan­te las ten­sio­nes racia­les que exis­tie­ron duran­te el perío­do en que se desa­rro­lla esta his­to­ria, en la mis­ma no exis­te con­flic­to alguno sal­vo míni­mas alu­sio­nes total­men­te des­vin­cu­la­das del tema central.

Más allá de su pre­vi­si­bi­li­dad, Syl­vie’s Love se des­ta­ca por su guión efi­cien­te­men­te con­ce­bi­do, valién­do­se de per­so­na­jes bien deli­nea­dos y exce­len­te­men­te carac­te­ri­za­dos por Thom­pson y Aso­mugha quie­nes man­tie­nen una impe­ca­ble quí­mi­ca; a todo cabe agre­gar la refi­na­da foto­gra­fía de Declan Quinn, el dise­ño de pro­duc­ción de May­ne Ber­ke per­mi­tien­do una mag­ní­fi­ca recrea­ción de épo­ca de la gran ciu­dad y los temas musi­ca­les com­pues­tos por Fabri­ce Lecom­te que cons­ti­tu­yen un efec­ti­vo sos­tén del rela­to y que sin duda satis­fa­rán a los aman­tes del jazz.

En suma, Ashe ha logra­do un ele­gan­te, sen­si­ble y melan­có­li­co melo­dra­ma que per­mi­te reme­mo­rar el buen cine de anta­ño aun­que con algu­nos tópi­cos vin­cu­la­dos con el femi­nis­mo impe­ran­te en la actua­li­dad. Jor­ge Gutman