FRENCH EXIT. UK-USA, 2020. Director: Azazel Jacob. 113 minutos
Para quienes gustan de las comedias surrealistas, puede que French Exit les satisfaga; en todo caso más allá de la esmerada actuación de Michelle Pfeiffer este film dista de lograr un consenso unánime. No siempre una obra literaria puede trasladarse eficientemente a la pantalla, en este caso el trabajo del realizador Azazel Jacob, basándose en la novela homónima del escritor canadiense Patrick de Witt quien se ocupó de su adaptación, resulta un tanto discutible.
El promisorio punto de partida introduce a Frances (Pfeiffer), una mujer sexagenaria de la alta sociedad neoyorkina que acaba de enviudar. Habiendo dilapidado casi totalmente la fortuna dejada por su marido y no tolerando vivir en la pobreza acepta la propuesta de su amiga Joan (Susan Coyne) para habitar en su desocupado departamento que posee en París, sin costo alguno. Es así que con el dinero restante obtenido de la venta de los bienes del piso que ocupa, junto con su joven hijo Malcom (Lucas Hedges) y su querido gato parten a la bella capital de Francia utilizando como medio de transporte la vía marítima. Al hacerlo, Malcom deja de lado a su frustrada novia Susan (Imogen Poots) sin prometerle cuando regresará a verla.
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Ya en París comienzan a surgir las excentricidades. Poco a poco el departamento parisino se va poblando con curiosos personajes; entre éstos se encuentra Madame Reynaud (Valerie Mahaffey), una viuda americana expatriada que insiste en establecer lazos de amistad con Frances. Como en un momento de descuido el gato de Frances ‑que corporiza el espíritu de su esposo- desaparece, ella contrata al afable detective Julius (Isaach De Bankolé) para que lo ubique. El grupo se agranda con Madeleine (Danielle Macdonald), una alocada espiritista que en una sesión especial convoca al difunto marido de Frances. Para complicar la situación, inesperadamente llegan Susan en compañía de su nuevo novio (Daniel di Tomasso) y finalmente así lo hace Joan quien comprueba el estado caótico de su departamento habitado por extravagantes personas.
Este cuadro insensato se completa en los paseos que realiza Frances por París donde ella va repartiendo importantes sumas de dinero a gente desconocida sin que se se sepa la razón de su actitud.
Si el realizador tuvo la intención de presentar un relato absolutamente irrealista donde el disparate se amalgama con lo ilógico a través de situaciones estrafalarias, su propósito será valorado de acuerdo con el sentido del humor de cada espectador. Lo que resulta indiscutible es la excelente interpretación de Pfeiffer como la viuda cuyo comportamiento absurdo permite conquistar la simpatía del público; a su lado se distingue Hedges como el pasivo y sumiso hijo que mantiene una singular relación con su madre. El resto del elenco se desempeña con corrección sujeto a las exigencias del guión. Jorge Gutman