Un Día Llu­vio­so en New York

A RAINY DAY IN NEW YORK. Esta­dos Uni­dos, 2018. Un film escri­to y diri­gi­do por Woody Allen. 92 minutos.

Con más de 2 años de demo­ra, como con­se­cuen­cia del movi­mien­to #metoo en el que Woody Allen fue til­da­do de haber abu­sa­do sexual­men­te a su hija adop­ti­va de 7 años en 1992 ‑a pesar de haber sido sobre­seí­do en ese entonces‑, final­men­te A Rainy Day in New York pue­de ser juz­ga­do por el públi­co Mon­treal en oca­sión de su estreno exclu­si­vo en la sala Dollar Cinéma.

Timothée Cha­la­met

Des­pués de varios fil­mes rea­li­za­dos en Euro­pa, Allen retor­na a su que­ri­da Manhat­tan a tra­vés de una his­to­ria enre­da­da de cues­tio­na­da efi­ca­cia. Sus prin­ci­pa­les per­so­na­jes son Gatsby (Timothée Cha­la­met) y Ash­leigh (Elle Fan­ning), una pare­ja de jóve­nes estu­dian­tes uni­ver­si­ta­rios que deci­den pasar un fin de sema­na román­ti­co en Manhat­tan; ella que sigue la carre­ra de perio­dis­mo y debe pre­pa­rar un artícu­lo de su espe­cia­li­dad apro­ve­cha la oca­sión para entre­vis­tar al legen­da­rio rea­li­za­dor Roland Pollard (Lie­ve Schrei­ber); duran­te ese inter­va­lo Gatsby la esta­rá aguar­dan­do en el hotel de Soho don­de se alo­jan para lue­go ir a almor­zar. Sin embar­go nada resul­ta como esta­ba pre­vis­to y duran­te el trans­cur­so de una lar­ga jor­na­da en que aso­ma­rá la llu­via ‑como lo anti­ci­pa su títu­lo- estos dos ena­mo­ra­dos ter­mi­na­rán des­en­con­trán­do­se. Así, des­pués de la entre­vis­ta con Pollard, Ash­leigh cono­ce a Ted (Jude Law), su guio­nis­ta, para pos­te­rior­men­te ser sedu­ci­da por un apues­to y famo­so galán de cine (Die­go Luna). Por su par­te, Gatsby deam­bu­lan­do por la ciu­dad se encon­tra­rá con Shan­non (Sele­na Gómez), la her­ma­na de una ex pare­ja suya, con quien man­ten­drá un ines­pe­ra­do víncu­lo sentimental.

Deci­di­da­men­te este cua­dra­gé­si­mo octa­vo opus de Allen es uno de los menos logra­dos y aun­que su visión de nin­gún modo abu­rre, sus fie­les segui­do­res que­da­rán des­en­can­ta­dos al con­tem­plar una tra­ma que aun­que des­ti­le cier­ta sim­pa­tía pare­cie­ra estar rea­li­za­da en el pasa­do dejan­do un sabor añe­jo con olor a naf­ta­li­na. Hay que admi­tir que la pelí­cu­la tie­ne cier­tos momen­tos chis­pean­tes así como algu­nos que otros mor­da­ces diá­lo­gos, ade­más de lan­zar cier­tos dar­dos crí­ti­cos a las cele­bri­da­des del mun­do del cine; sin embar­go aquí están ausen­tes la inge­nio­si­dad y maes­tría que el renom­bra­do rea­li­za­dor demos­tró en nume­ro­sos títu­los de su pro­lí­fi­ca filmografía.

La actua­ción de Cha­la­met es nada más que correc­ta ani­man­do al avis­pa­do y neu­ró­ti­co inte­lec­tual pro­ve­nien­te de una fami­lia pudien­te neo­yor­qui­na, en tan­to que Fan­ning se defien­de como la inge­nua y un poco aton­ta­da joven pro­ve­nien­te de Ari­zo­na que avi­zo­ra un nue­vo hori­zon­te en la Gran Man­za­na. Es en los pape­les secun­da­rios don­de más se des­ta­ca el nivel inter­pre­ta­ti­vo, con el caso de Schrei­ber ani­man­do al cineas­ta que vive una cri­sis exis­ten­cial, Law carac­te­ri­zan­do al libre­tis­ta que es enga­ña­do por su espo­sa (Rebec­ca Hall) y Cherry Jones que se dis­tin­gue en un bre­ve papel como la madre de Gatsby. En los aspec­tos for­ma­les sobre­sa­len la esme­ra­da foto­gra­fía de Vit­to­rio Sto­ra­ro cap­tan­do la belle­za de la ama­da ciu­dad de Allen así como la agra­da­ble ban­da sono­ra que siem­pre acom­pa­ña a sus fil­mes. Jor­ge Gutman