UNDINE. Alemania, 2020. Un film escrito y dirigido por Christian Petzold. 90 minutos
Ciertamente Christian Petzold es uno de los más importantes realizadores del cine alemán donde algunos de sus títulos como Barbara (2012), Phoenix (2014) y Transit (2018) han recibido elogiosos comentarios críticos. Habiendo incursionado satisfactoriamente en el género del melodrama y en ciertos casos vinculados con dramáticos hechos históricos acontecidos en Alemania, su último trabajo constituye una muestra decididamente atípica de su filmografía.
Bien recibido en el Festival de Berlín de 2020 donde Paula Beer merecidamente obtuvo el premio a la mejor actriz, Undine lejanamente escoge algunos de los elementos de la célebre leyenda mitológica griega de Ondina referida a las ninfas acuáticas que habitan en los lagos, ríos, pantanos o fuentes de agua.
La acción transcurre en Berlín, en la época actual y en la primera larga escena Undine (Paula Beer), una intelectual historiadora de arte, se encuentra con su amante Johannes (Jacob Matschenz) en una terraza de un café donde él le hace saber que la relación ha concluido por estar ahora con otra mujer; como respuesta a ello la desconsolada joven, a la manera de la vengativa ninfa de la leyenda, le amenaza con matarlo si acaso persiste en dejarla. Inmediatamente ella se dirige a su trabajo ubicado en la acera opuesta a la cafetería donde se desempeña como guía en una dependencia del senado que se ocupa del desarrollo urbano de Berlín. Segura de sí misma y con una expresión totalmente diferente a la que reflejaba su anterior estado emocional, entra a la sala del museo donde los visitantes la aguardan. A través de maquetas de cartón ella les explica cómo la ciudad ha ido evolucionando en su urbanización a través de diferentes estilos arquitectónicos; asimismo les indica lo que formaba parte del este y oeste de Berlín cuando estaba dividida durante la Cortina de Hierro tras la Segunda Guerra Mundial. Al final de su presentación ella nuevamente va a la cafetería de enfrente donde en su interior se topa con Christoph (Franz Rogowski), uno de los asistentes presentes en su charla quien la felicita por su brillante disertación; la ruptura accidental de un acuario del lugar hace que los dos estén bañados por el agua contenida en la misma. Rápidamente se los ve a ambos apasionadamente enamorados y como Christoph es un buzo industrial que trabaja en una presa provisto de su escafandra arrastra a su amada a las profundidades del río cercano ratificando el amor que los une. Sin embargo el destino tiende una trampa a estos ardientes amantes que provoca la ruptura del romance.
A medida que se desarrolla la historia Petzold transforma la premisa realista en una poética fantasía con mágicas escenas submarinas. El último acto adquiere un carácter decididamente surrealista donde en lugar de Undine es Christophe quien adquiere protagonismo. Es en esa fase donde el realizador impregna a su relato una ambigüedad un tanto confusa hasta desembocar en un imprevisible epílogo.
Una vez más Petzgold confirma su talento de director y aunque su narrativa no alcanza por completo a materializarse, el film no deja de fascinar. Como en Transit aquí nuevamente contó con la remarcable actuación de Beer y Ostrowski quienes a través de sus personajes logran una perfecta alquimia. Tanto el diseño de producción de Merlin Ortner como la esplendorosa fotografía de Hans Fromm en las secuencias acuáticas contribuyen a realzar esta estimable producción. Resulta oportuno destacar la decisión de Petzgold de haber escogido como música de fondo el Adagio del Concierto para Clavecín de J.S. Bach para denotar la melancolía trasuntada en ciertas escenas del relato. Jorge Gutman