Crónica de Jorge Gutman
A los títulos previamente comentados se agregan los siguientes films:
La vraie famille (Francia)
Exponiendo la forma en que la separación de un hijo puede sensiblemente afectar a una familia, el realizador y guionista Fabien Gorgeart narra un potente drama basado en su propia experiencia que resulta imposible dejar indiferente a quien lo vea.
Gorgeart presenta a Anna (Mélanie Thierry) y Driss (Lyès Salem) un matrimonio muy bien avenido que disfruta de la presencia de sus tres hijos, Simon (Gabriel Pavie) de 6 años y los dos mayores Adrien (Idris Laurentin-Khelifi) y Jules (Basile Violette). No transcurre mucho para saber que Simon a los 18 meses ha sido ubicado en el hogar de esta familia de acogida al haber muerto su madre y en el que su padre biológico Eddie (Félix Moati) no estaba en condiciones de cuidarlo. Para Anna y su marido Simón es tratado como un hijo verdadero brindándole amor y protección al igual que con sus otros dos vástagos; además de la excelente relación fraternal guardada con sus hermanos, el niño siente un gran apego hacia sus padres.
El punto de quiebre se produce cuando la visitadora social (Florence Muller) comunica al matrimonio que Eddie desea progresivamente recuperar la guardia de su hijo, en un principio durante los fines de semana. Es allí donde se produce el primer conflicto para Simon dado que no guarda afinidad alguna con el padre que no llegó a conocer hasta ese momento. La situación se precipita cuando esa doble convivencia del menor se torna más dificultosa.
La cuidada realización de Gorgeart permite reflejar cómo el fallo de la jueza actuante (Dominique Blanc), disponiendo que definitivamente el niño conviva con otra familia sustituta y su padre, produce una profunda herida emocional tanto para el menor como para la familia de Driss y Anna. El conmovedor tema es tratado con suma delicadeza sin que en momento alguno desborde en un artificioso sentimentalismo; a ello se agrega la excelente interpretación de Thierry como la apasionada madre que ve arrebatado a su hijito así como merece especial distinción la actuación del niño Pavie quiee asombra por su completa identificación con su personaje al punto tal que él no actúa sino que es verdaderamente Simon.
La place d’une autre (Francia)
Un muy buen drama histórico es lo que se contempla en este film de Aurelia Georges en el que la usurpación de identidad constituye el tema central.
La realizadora con la co-guionista Maud Ameline han efectuado una remarcable adaptación de la novela “The New Magdalen” de Wilkie Collins, ubicando la acción en Francia en 1914 a comienzos de la Primera Guerra.
En la primera escena se observa a la humilde joven Nelie (Lyna Khoudri) que es injustamente despedida de su empleo de criada en un hogar de buena condición económica. Encontrándose repentinamente en la calle, recurre a la prostitución a fin de sobrevivir hasta el momento en que es reclutada para trabajar como enfermera para la Cruz Roja. En la zona de Vosges su ambulancia recoge a Rose Juillet (Maud Wyler), una chica suiza quien le dice que viaja a Nancy para trabajar como lectora para la acaudalada aristócrata Eléonore Lengwil (Sabina Azema), una viuda que ha sido amiga de su padre.
Cuando un ataque alemán presumiblemente ocasiona la muerte de Rose, Nelie adopta su identidad apropiándose de su documentación y se dirige a la mansión de Lengwill presentándose como Rose para ocupar el cargo que había sido previsto para la difunta. En su carácter de dama de compañía y lectora se va creando entre Nelie y la viuda un lazo de mutuo respeto y afecto, en el que la joven ha encontrado el lugar ideal de trabajo, confort y tranquilidad en materia de alojamiento y alimentación. Esa idílica situación se interrumpe cuando aparece en escena la auténtica Rose que logró salvar su vida y denuncia a quien adoptó su identidad como una descorazonada impostora, aunque la acusada rotundamente lo niega.
El doble conflicto moral de Nelie por haber defraudado la confianza depositda por Lengwil así como por haber descolocado a Rose, está muy bien planteado por Georges a través de una narración absorbente que mantiene permanente interés gracias al giro que va cobrando la intrigante trama. A la buena dirección se unen las magníficas interpretaciones de la joven Khoudri y de la veterana Azema asumiendo con total convicción sus respectivos roles. Aunque es posible no aguardar un final feliz, su ambiguo desenlace deja la puerta abierta para que lo sea pero lo más importante es el nivel de calidad de este film, capaz de satisfacer al público que asista a su visión.
L’Ennemi (Bélgica-Luxemburgo-Francia)
El realizador y guionista Stephan Streker recrea dramáticamente un caso policial que se basa en un hecho real acaecido en 2013 cuando el miembro del parlamento belga Bernard Wesphael fue arrestado por haber sido acusado de haber asesinado a su mujer.
En la ficción el político es encarnado por Jérémie Renier bajo el nombre de Louis Durieux quien mantiene un apasionado vínculo de amor con su esposa Maeva (Alma Jodorowsky). Una noche, en ocasión de estar alojados en un lujoso hotel, Louis con rostro alarmado comunica a la recepción que encontró a su mujer sin vida en la habitación. Inmediatamente la policía se ocupa del crimen y a pesar de estar bien asesorado por su abogada (Emmanuelle Bercot) Durieux termina siendo detenido pasando un período en prisión por sospecha de asesinato.
A través de flashbacks se puede saber que ocurrió antes del crimen, lo que permite que el espectador se mantenga intrigado por saber si existió un motivo que haya impulsado a Louis a cometer el fatal acto. Streker efectúa un buen estudio caracterológico del protagonista a la vez que genera un clima de logrado suspenso frente a la incertidumbre que genera este caso acerca de la inocencia de Durieux. Si bien en el juicio al que es sometido, el acusado queda exento de culpabilidad basado en el criterio de que no puede culparse a alguien cuando existe una razonable duda, la incógnita permanece sobre lo que aconteció realmente.
Acarreando el mayor peso del relato Renier logra una magnífica caracterización al transmitir la gran pesadilla que atraviesa su personaje, sobre todo cuando el crimen adquiere amplia difusión pública.
En la vida real, después de haber quedado liberado Wesphael considerando que había sido encarcelado equivocadamente logró obtener en 2020 una compensación de 83.150 euros. A todo ello, los familiares de la víctima no están convencidos de su inocencia.
Madeleine Collins (Francia-Bélgica-Suiza)
La historia de una mujer que adopta una doble identidad es lo que considera el realizador Antoine Barraud en un drama psicológico que no alcanza a satisfacer plenamente.
La premisa inicial despierta interés contemplando a Judith (Virginie Efira) trabajando como traductora en Ginebra y viviendo con su compañero Abdel (Quim Gutiérrez) y la pequeña hija Ninon (Loïse Benguerel). Inmediatamente después se la ve trasladarse a París compartiendo el hogar con su marido Melvil Fauvet (Bruno Salomone) ‑un reputado director musical- y los dos hijos del matrimonio.
Teniendo en cuenta el prólogo del relato, esa doble vivencia quedará parcialmente justificada aunque no llegue a convencer plenamente. Si bien hay ciertos aspectos que remiten a algunas obras de Claude Chabrol y Alfred Hitchcock, los secretos y las mentiras de las que la protagonista se vale para para sostener esa doble existencia podrían cuajar si se tratara de una comedia o sátira, pero de modo alguno como drama realista. Lo que el guión del realizador escrito con Héléna Katz trata de transmitir es la crisis existencial de su protagonista que la conduce a un estado de confusión mental. Queda como resultado un film que se deja ver pero que resulta difícil empatizar con su antiheroína no obstante la actuación intensa de Efira, una actriz que cualesquiera sea el rol que se le asigne siempre impresiona gratamente.
Les jeunes amants (Francia).
Aunque no se trate de un amor juvenil sino decididamente otoñal, el emotivo film de Carine Tardieu demuestra que nunca es tarde para experimentar el sublime sentimiento que nutre de felicidad a una pareja.
La directora islandesa Sólveig Anspach había preparado un guión de un film que no llegó a concretarse debido a su muerte acaecida en 2015; su contenido estaba inspirado en su madre que a los 75 años había redescubierto el amor en una persona mucho más joven que ella. Ese proyecto finalmente se concretó cuando Tardieu decidió filmar esa historia y ciertamente logró un emotivo drama romántico.
En la ficción, la veterana actriz Fanny Ardant anima a Shauna, una arquitecta viuda de 55 años que en Lyon visitando el hospital donde una gran amiga se halla gravemente internada conoce a Pierre (Melvin Poupaud), un médico de 31 años que atiende a la paciente; ese encuentro permite entrever que hay entre ambos cierta atracción no del todo definida.
Quince años después, Pierre ya está casado con Jeanne (Cécile de France), es padre de dos hijos y profesionalmente es un exitoso médico e investigador científico; quiere el azar que se produzca el reencuentro con Shauna, ya jubilada y con su rostro denotando el transcurso del tiempo. Es ahí donde surge un fuerte amor entre ambos.
Aunque resulte sorprendente que Pierre pueda llegar al extremo de dejar su hogar por su pasión hacia Shauna, lo cierto es que la narración de Tardieu permite que el relato adquiera plena verosimilitud; eso en gran medida se debe a la brillante caracterización de Ardant como la mujer que encuentra un nuevo sentido a su vida y a la convincente composición de Poupaud como el hombre capaz de brindarse por completo a la mujer que logra iluminar su existencia.