Cine­ma­nia 2021 (3)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

A los títu­los pre­via­men­te comen­ta­dos se agre­gan los siguien­tes films:

La vraie fami­lle (Fran­cia)

Expo­nien­do la for­ma en que la sepa­ra­ción de un hijo pue­de sen­si­ble­men­te afec­tar a una fami­lia, el rea­li­za­dor y guio­nis­ta Fabien Gor­geart narra un poten­te dra­ma basa­do en su pro­pia expe­rien­cia que resul­ta impo­si­ble dejar indi­fe­ren­te a quien lo vea.

Méla­nie Thierry

Gor­geart pre­sen­ta a Anna (Méla­nie Thierry) y Driss (Lyès Salem) un matri­mo­nio muy bien ave­ni­do que dis­fru­ta de la pre­sen­cia de sus tres hijos, Simon (Gabriel Pavie) de 6 años y los dos mayo­res Adrien (Idris Lau­ren­tin-Khe­li­fi) y Jules (Basi­le Vio­let­te). No trans­cu­rre mucho para saber que Simon a los 18 meses ha sido ubi­ca­do en el hogar de esta fami­lia de aco­gi­da al haber muer­to su madre y en el que su padre bio­ló­gi­co Eddie (Félix Moa­ti) no esta­ba en con­di­cio­nes de cui­dar­lo. Para Anna y su mari­do Simón es tra­ta­do como un hijo ver­da­de­ro brin­dán­do­le amor y pro­tec­ción al igual que con sus otros dos vás­ta­gos; ade­más de la exce­len­te rela­ción fra­ter­nal guar­da­da con sus her­ma­nos, el niño sien­te un gran ape­go hacia sus padres.

El pun­to de quie­bre se pro­du­ce cuan­do la visi­ta­do­ra social (Flo­ren­ce Muller) comu­ni­ca al matri­mo­nio que Eddie desea pro­gre­si­va­men­te recu­pe­rar la guar­dia de su hijo, en un prin­ci­pio duran­te los fines de sema­na. Es allí don­de se pro­du­ce el pri­mer con­flic­to para Simon dado que no guar­da afi­ni­dad algu­na con el padre que no lle­gó a cono­cer has­ta ese momen­to. La situa­ción se pre­ci­pi­ta cuan­do esa doble con­vi­ven­cia del menor se tor­na más dificultosa.

La cui­da­da rea­li­za­ción de Gor­geart per­mi­te refle­jar cómo el fallo de la jue­za actuan­te (Domi­ni­que Blanc), dis­po­nien­do que defi­ni­ti­va­men­te el niño con­vi­va con otra fami­lia sus­ti­tu­ta y su padre, pro­du­ce una pro­fun­da heri­da emo­cio­nal tan­to para el menor como para la fami­lia de Driss y Anna. El con­mo­ve­dor tema es tra­ta­do con suma deli­ca­de­za sin que en momen­to alguno des­bor­de en un arti­fi­cio­so sen­ti­men­ta­lis­mo; a ello se agre­ga la exce­len­te inter­pre­ta­ción de Thierry como la apa­sio­na­da madre que ve arre­ba­ta­do a su hiji­to así como mere­ce espe­cial dis­tin­ción la actua­ción del niño Pavie quiee asom­bra por su com­ple­ta iden­ti­fi­ca­ción con su per­so­na­je al pun­to tal que él no actúa sino que es ver­da­de­ra­men­te Simon.

La pla­ce d’u­ne autre (Fran­cia)

Un muy buen dra­ma his­tó­ri­co es lo que se con­tem­pla en este film de Aure­lia Geor­ges en el que la usur­pa­ción de iden­ti­dad cons­ti­tu­ye el tema central.

La rea­li­za­do­ra con la co-guio­nis­ta Maud Ame­li­ne han efec­tua­do una remar­ca­ble adap­ta­ción de la nove­la “The New Mag­da­len” de Wil­kie Collins, ubi­can­do la acción en Fran­cia en 1914 a comien­zos de la Pri­me­ra Guerra.

Lyna Khou­dri y Sabi­ne Acema

En la pri­me­ra esce­na se obser­va a la humil­de joven Nelie (Lyna Khou­dri) que es injus­ta­men­te des­pe­di­da de su empleo de cria­da en un hogar de bue­na con­di­ción eco­nó­mi­ca. Encon­trán­do­se repen­ti­na­men­te en la calle, recu­rre a la pros­ti­tu­ción a fin de sobre­vi­vir has­ta el momen­to en que es reclu­ta­da para tra­ba­jar como enfer­me­ra para la Cruz Roja. En la zona de Vos­ges su ambu­lan­cia reco­ge a Rose Jui­llet (Maud Wyler), una chi­ca sui­za quien le dice que via­ja a Nancy para tra­ba­jar como lec­to­ra para la acau­da­la­da aris­tó­cra­ta Eléo­no­re Leng­wil (Sabi­na Aze­ma), una viu­da que ha sido ami­ga de su padre.

Cuan­do un ata­que ale­mán pre­su­mi­ble­men­te oca­sio­na la muer­te de Rose, Nelie adop­ta su iden­ti­dad apro­pián­do­se de su docu­men­ta­ción y se diri­ge a la man­sión de Leng­will pre­sen­tán­do­se como Rose para ocu­par el car­go que había sido pre­vis­to para la difun­ta. En su carác­ter de dama de com­pa­ñía y lec­to­ra se va crean­do entre Nelie y la viu­da un lazo de mutuo res­pe­to y afec­to, en el que la joven ha encon­tra­do el lugar ideal de tra­ba­jo, con­fort y tran­qui­li­dad en mate­ria de alo­ja­mien­to y ali­men­ta­ción. Esa idí­li­ca situa­ción se inte­rrum­pe cuan­do apa­re­ce en esce­na la autén­ti­ca Rose que logró sal­var su vida y denun­cia a quien adop­tó su iden­ti­dad como una des­co­ra­zo­na­da impos­to­ra, aun­que la acu­sa­da rotun­da­men­te lo niega.

El doble con­flic­to moral de Nelie por haber defrau­da­do la con­fian­za depo­sit­da por Leng­wil así como por haber des­co­lo­ca­do a Rose, está muy bien plan­tea­do por Geor­ges a tra­vés de una narra­ción absor­ben­te que man­tie­ne per­ma­nen­te inte­rés gra­cias al giro que va cobran­do la intri­gan­te tra­ma. A la bue­na direc­ción se unen las mag­ní­fi­cas inter­pre­ta­cio­nes de la joven Khou­dri y de la vete­ra­na Aze­ma asu­mien­do con total con­vic­ción sus res­pec­ti­vos roles. Aun­que es posi­ble no aguar­dar un final feliz, su ambi­guo des­en­la­ce deja la puer­ta abier­ta para que lo sea pero lo más impor­tan­te es el nivel de cali­dad de este film, capaz de satis­fa­cer al públi­co que asis­ta a su visión.

L’En­ne­mi (Bél­gi­ca-Luxem­bur­go-Fran­cia)

El rea­li­za­dor y guio­nis­ta Stephan Stre­ker recrea dra­má­ti­ca­men­te un caso poli­cial que se basa en un hecho real acae­ci­do en 2013 cuan­do el miem­bro del par­la­men­to bel­ga Ber­nard Wesphael fue arres­ta­do por haber sido acu­sa­do de haber ase­si­na­do a su mujer.

Jéré­mie Renier

En la fic­ción el polí­ti­co es encar­na­do por Jéré­mie Renier bajo el nom­bre de Louis Durieux quien man­tie­ne un apa­sio­na­do víncu­lo de amor con su espo­sa Mae­va (Alma Jodo­rowsky). Una noche, en oca­sión de estar alo­ja­dos en un lujo­so hotel, Louis con ros­tro alar­ma­do comu­ni­ca a la recep­ción que encon­tró a su mujer sin vida en la habi­ta­ción. Inme­dia­ta­men­te la poli­cía se ocu­pa del cri­men y a pesar de estar bien ase­so­ra­do por su abo­ga­da (Emma­nue­lle Ber­cot) Durieux ter­mi­na sien­do dete­ni­do pasan­do un perío­do en pri­sión por sos­pe­cha de asesinato.

A tra­vés de flash­backs se pue­de saber que ocu­rrió antes del cri­men, lo que per­mi­te que el espec­ta­dor se man­ten­ga intri­ga­do por saber si exis­tió un moti­vo que haya impul­sa­do a Louis a come­ter el fatal acto. Stre­ker efec­túa un buen estu­dio carac­te­ro­ló­gi­co del pro­ta­go­nis­ta a la vez que gene­ra un cli­ma de logra­do sus­pen­so fren­te a la incer­ti­dum­bre que gene­ra este caso acer­ca de la ino­cen­cia de Durieux. Si bien en el jui­cio al que es some­ti­do, el acu­sa­do que­da exen­to de cul­pa­bi­li­dad basa­do en el cri­te­rio de que no pue­de cul­par­se a alguien cuan­do exis­te una razo­na­ble duda, la incóg­ni­ta per­ma­ne­ce sobre lo que acon­te­ció realmente.

Aca­rrean­do el mayor peso del rela­to Renier logra una mag­ní­fi­ca carac­te­ri­za­ción al trans­mi­tir la gran pesa­di­lla que atra­vie­sa su per­so­na­je, sobre todo cuan­do el cri­men adquie­re amplia difu­sión pública.

En la vida real, des­pués de haber que­da­do libe­ra­do Wesphael con­si­de­ran­do que había sido encar­ce­la­do equi­vo­ca­da­men­te logró obte­ner en 2020 una com­pen­sa­ción de 83.150 euros. A todo ello, los fami­lia­res de la víc­ti­ma no están con­ven­ci­dos de su inocencia.

Made­lei­ne Collins (Fran­cia-Bél­gi­ca-Sui­za)

La his­to­ria de una mujer que adop­ta una doble iden­ti­dad es lo que con­si­de­ra el rea­li­za­dor Antoi­ne Barraud en un dra­ma psi­co­ló­gi­co que no alcan­za a satis­fa­cer plenamente.

Vir­gi­nie Efira

La pre­mi­sa ini­cial des­pier­ta inte­rés con­tem­plan­do a Judith (Vir­gi­nie Efi­ra) tra­ba­jan­do como tra­duc­to­ra en Gine­bra y vivien­do con su com­pa­ñe­ro Abdel (Quim Gutié­rrez) y la peque­ña hija Ninon (Loï­se Ben­gue­rel). Inme­dia­ta­men­te des­pués se la ve tras­la­dar­se a París com­par­tien­do el hogar con su mari­do Mel­vil Fau­vet (Bruno Salo­mo­ne) ‑un repu­tado direc­tor musi­cal- y los dos hijos del matrimonio.

Tenien­do en cuen­ta el pró­lo­go del rela­to, esa doble viven­cia que­da­rá par­cial­men­te jus­ti­fi­ca­da aun­que no lle­gue a con­ven­cer ple­na­men­te. Si bien hay cier­tos aspec­tos que remi­ten a algu­nas obras de Clau­de Cha­brol y Alfred Hitch­cock, los secre­tos y las men­ti­ras de las que la pro­ta­go­nis­ta se vale para para sos­te­ner esa doble exis­ten­cia podrían cua­jar si se tra­ta­ra de una come­dia o sáti­ra, pero de modo alguno como dra­ma rea­lis­ta. Lo que el guión del rea­li­za­dor escri­to con Hélé­na Katz tra­ta de trans­mi­tir es la cri­sis exis­ten­cial de su pro­ta­go­nis­ta que la con­du­ce a un esta­do de con­fu­sión men­tal. Que­da como resul­ta­do un film que se deja ver pero que resul­ta difí­cil empa­ti­zar con su anti­he­roí­na no obs­tan­te la actua­ción inten­sa de Efi­ra, una actriz que cua­les­quie­ra sea el rol que se le asig­ne siem­pre impre­sio­na gratamente.

Les jeu­nes amants (Fran­cia).

Aun­que no se tra­te de un amor juve­nil sino deci­di­da­men­te oto­ñal, el emo­ti­vo film de Cari­ne Tar­dieu demues­tra que nun­ca es tar­de para expe­ri­men­tar el subli­me sen­ti­mien­to que nutre de feli­ci­dad a una pareja.

La direc­to­ra islan­de­sa Sól­veig Ans­pach había pre­pa­ra­do un guión de un film que no lle­gó a con­cre­tar­se debi­do a su muer­te acae­ci­da en 2015; su con­te­ni­do esta­ba ins­pi­ra­do en su madre que a los 75 años había redes­cu­bier­to el amor en una per­so­na mucho más joven que ella. Ese pro­yec­to final­men­te se con­cre­tó cuan­do Tar­dieu deci­dió fil­mar esa his­to­ria y cier­ta­men­te logró un emo­ti­vo dra­ma romántico.

Fanny Ardant y Mel­vil Poupaud

En la fic­ción, la vete­ra­na actriz Fanny Ardant ani­ma a Shau­na, una arqui­tec­ta viu­da de 55 años que en Lyon visi­tan­do el hos­pi­tal don­de una gran ami­ga se halla gra­ve­men­te inter­na­da cono­ce a Pie­rre (Mel­vin Pou­paud), un médi­co de 31 años que atien­de a la pacien­te; ese encuen­tro per­mi­te entre­ver que hay entre ambos cier­ta atrac­ción no del todo definida.

Quin­ce años des­pués, Pie­rre ya está casa­do con Jean­ne (Céci­le de Fran­ce), es padre de dos hijos y pro­fe­sio­nal­men­te es un exi­to­so médi­co e inves­ti­ga­dor cien­tí­fi­co; quie­re el azar que se pro­duz­ca el reen­cuen­tro con Shau­na, ya jubi­la­da y con su ros­tro deno­tan­do el trans­cur­so del tiem­po. Es ahí don­de sur­ge un fuer­te amor entre ambos.

Aun­que resul­te sor­pren­den­te que Pie­rre pue­da lle­gar al extre­mo de dejar su hogar por su pasión hacia Shau­na, lo cier­to es que la narra­ción de Tar­dieu per­mi­te que el rela­to adquie­ra ple­na vero­si­mi­li­tud; eso en gran medi­da se debe a la bri­llan­te carac­te­ri­za­ción de Ardant como la mujer que encuen­tra un nue­vo sen­ti­do a su vida y a la con­vin­cen­te com­po­si­ción de Pou­paud como el hom­bre capaz de brin­dar­se por com­ple­to a la mujer que logra ilu­mi­nar su existencia.