Un Exce­len­te Dra­ma Humano

DRI­VE MY CAR. Japón, 2021. Un film de Ryü­su­ke Hama­gu­chi. 178 minutos

Adap­tan­do los cuen­tos del libro “Hom­bres Sin Muje­res” del escri­tor japo­nés Haru­ki Mura­ka­mi, el des­ta­ca­do rea­li­za­dor japo­nés Ryü­su­ke Hama­gu­chi ofre­ce con Dri­ve My Car un dra­ma de nota­ble cali­dad que habien­do sido estre­na­do en Can­nes fue dis­tin­gui­do con el pre­mio al mejor guión.

Si bien su dura­ción de 3 horas pue­de resul­tar un incon­ve­nien­te, el públi­co que se sumer­ja en la pro­ble­má­ti­ca de este remar­ca­ble film que­da­rá amplia­men­te gra­ti­fi­ca­do. Con su estu­pen­da pues­ta escé­ni­ca Hama­gu­chi resal­ta la sole­dad que afron­ta un hom­bre que ha per­di­do a su mujer y la nece­si­dad de encon­trar una vía para poder superarla.

Hide­toshi Nishi­ji­ma y Toko Miura

En un pró­lo­go de apro­xi­ma­da­men­te 40 minu­tos, se asis­te al apa­sio­na­do víncu­lo sexual de Yasu­ke Kafu­ku (Hide­toshi Nishi­ji­ma), un repu­tado direc­tor tea­tral, con su mujer Oto (Reika Krishi­ma), una renom­bra­da guio­nis­ta de la tele­vi­sión quien duran­te su orgas­mo le va narran­do el libre­to que está pre­pa­ran­do. Cuan­do un día regre­san­do al hogar Yasu­ke com­prue­ba que su com­pa­ñe­ra lo enga­ña con un joven actor (Masa­ki Oka­da) de la tele­vi­sión, él opta por callar debi­do al gran amor que por ella sien­te; al poco tiem­po, Oto mue­re ines­pe­ra­da­men­te debi­do a un derra­me cere­bral y él no pue­de ocul­tar su dolor des­pués de 20 años de haber com­par­ti­do su vida con ella.

Han pasa­do dos años y es aho­ra que Yasu­ke con­ver­ti­do en un indi­vi­duo soli­ta­rio y con su trau­ma a cues­tas deja Tokio para lle­gar a Hiroshi­ma don­de se dis­po­ne a mon­tar una ver­sión mul­ti­lin­güe de Tío Vania de Antón Chée­jov. Para ello, los orga­ni­za­do­res loca­les han dis­pues­to que Misa­ki Wata­ri (Toko Miu­ra), una exper­ta con­duc­to­ra, sea la encar­ga­da de trans­por­tar­lo en los des­pla­za­mien­tos que deba realizar.

De aquí en más la acción se desa­rro­lla en dos luga­res simul­tá­nea­men­te. Por un lado, se asis­te a los ensa­yos que se están rea­li­zan­do y la sin­gu­lar téc­ni­ca uti­li­za­da por el direc­tor con acto­res pro­ve­nien­tes de Japón, Chi­na y Corea, hablan­do dife­ren­tes idio­mas; en el repar­to se encuen­tra Koshi, el actor con el cual su espo­sa lo había enga­ña­do, como tam­bién una chi­ca corea­na (Park Yoo-rim) sor­da pero no muda que se expre­sa median­te el len­gua­je de los sig­nos. La míti­ca obra che­jo­via­na es en par­te un refle­jo de la sole­dad del direc­tor pero en todo caso mon­tar­la en esce­na cons­ti­tu­ye una catar­sis para ali­viar su pena.

El otro esce­na­rio es el via­je en coche que Kafu­ku rea­li­za con la cho­fer en don­de el vehícu­lo cons­ti­tu­ye un per­so­na­je más de esta his­to­ria, mien­tras él va oyen­do los casets que había gra­ba­do su difun­ta mujer. En el con­ti­nuo acer­ca­mien­to man­te­ni­do con Misa­ki duran­te los via­jes rea­li­za­dos él encuen­tra solaz con su com­pa­ñía ade­más de trans­mi­tir­le sus con­fi­den­cias; por su par­te, ella le expre­sa su gran remor­di­mien­to por sen­tir­se cul­pa­ble de la muer­te de su madre acae­ci­da por el derrum­be de la casa en que vivían.

Con suti­li­dad a la vez que con gran sen­si­bi­li­dad Hama­gu­chi ilus­tra un rela­to pro­fun­da­men­te humano refle­jan­do las varia­das emo­cio­nes expe­ri­men­ta­das a tra­vés del amor, la cul­pa, la pena y el arre­pen­ti­mien­to. Mara­vi­lla la actua­ción de Nishi­ji­ma y Miu­ra tan­to en los diá­lo­gos como en los silen­cios man­te­ni­dos mien­tras el vehícu­lo va atra­ve­san­do la ciu­dad de Hiroshi­ma en la que se apre­cia las mag­ní­fi­cas tomas cap­ta­das por la foto­gra­fía de Hide­toshi Shinomiya.

En esen­cia, el espec­ta­dor tie­ne la opor­tu­ni­dad de apre­ciar un bello rela­to no exen­to de melan­co­lía que mere­ci­da­men­te le ha vali­do obte­ner 4 nomi­na­cio­nes en los pre­mios Oscar de este año: Mejor Film, Mejor Film Inter­na­cio­nal, Mejor Direc­tor y Mejor Guión Adap­ta­do. Jor­ge Gutman