Atra­pa­dos en Nicaragua

STARS AT NOON. Fran­cia, 2022. Un film de Clai­re Denis. 135 minutos

El ciné­fi­lo pro­cli­ve al cine de autor sin duda valo­ra la obra de Clai­re Denis, una de las más pres­ti­gio­sas y crea­ti­vas rea­li­za­do­ras de Fran­cia cuyos tra­ba­jos han sido muy elo­gia­dos. He aquí, que la auto­ra de Beau Tra­vail (1999), 35 Rhums (2008) y Un Beau Soleil Inter­ieur (2017), entre otros de sus exce­len­tes fil­mes, con Stars at Noon que fil­mó en inglés da un paso en fal­so; aun­que se tra­te de una adap­ta­ción de la nove­la homó­ni­ma de Denis John­son publi­ca­da en 1986 y que trans­cu­rre en la Nica­ra­gua de 1984 duran­te la épo­ca san­di­nis­ta, la adap­ta­ción rea­li­za­da por la rea­li­za­do­ra con Andrew Lit­vack y Léa Mysius resul­ta fallida.

Mar­ga­ret Qua­lley y Joe Alwyn

Ambien­tan­do su tema en la épo­ca actual en el mis­mo país cen­tro­ame­ri­cano y sin ocul­tar la pan­de­mia rei­nan­te, Denis intro­du­ce a Trish John­son (Mar­ga­ret Qua­lley), una perio­dis­ta ame­ri­ca­na ‑así pare­ce- de la cual jamás se la ve pre­pa­rar repor­te alguno; lo cier­to es que no se cono­ce la razón por la que su pasa­por­te ha sido rete­ni­do y es así que sin mucho dine­ro en el bol­si­llo, ven­de su cuer­po al sub­te­nien­te Ver­ga (Nick Romano) en una tórri­da esce­na sexual. Pos­te­rior­men­te en el bar de un lujo­so hotel cono­ce a Daniel de Haven (Joe Alwyn), un repre­sen­tan­te bri­tá­ni­co de una com­pa­ñía petro­le­ra inter­na­cio­nal que desea inver­tir en el país; a cam­bio de 50 dóla­res ella acep­ta acos­tar­se con él y nue­va­men­te se asis­te a otro apa­sio­na­do encuen­tro car­nal; con todo entre ambos sur­ge un fir­me roman­ce y ella ve en él la posi­bi­li­dad de que con su ayu­da podrá esca­par del país al no haber­lo logra­do con la rela­ción que man­tu­vo con un madu­ro vice minis­tro (Stephan Proaño) . A medi­da que el rela­to pro­si­gue todo indi­ca que el bri­tá­ni­co tam­bién quie­re esca­par del país al encon­trar­se en serio peli­gro, aun­que el espec­ta­dor igno­ra el moti­vo. La situa­ción se com­pli­ca cuan­do Trish sale al cru­ce de un son­rien­te fun­cio­na­rio ame­ri­cano de la CIA (Benny Safdie).

No es nece­sa­rio pro­se­guir con lo que suce­de des­pués, excep­to seña­lar que se está con­tem­plan­do una his­to­ria con­fu­sa e incohe­ren­te, sin saber adón­de apun­ta. El resul­ta­do es un film moro­so que deam­bu­la sin defi­nir­se entre un roman­ce poco con­vin­cen­te, un mal­tre­cho sus­pen­so y un dra­ma polí­ti­co que no cuaja.

A pesar de que su desa­rro­llo tie­ne lugar en Nica­ra­gua ‑aun­que la fil­ma­ción se reali­zó en Pana­má- el ambien­te latino no adquie­re rele­van­cia. El elen­co es correc­to en don­de lo más des­ta­ca­ble es la inter­pre­ta­ción de Mar­ga­ret Qua­lley. Sin el dis­tin­ti­vo aspec­to visual carac­te­rís­ti­co en la fil­mo­gra­fía de Denis, con todo aquí resal­ta la bue­na foto­gra­fía de Eric Gau­tier aun­que eso no alcan­za a com­pen­sar la medio­cri­dad del rela­to. Jor­ge Gutman