Crónica de Jorge Gutman
He aquí una reseña de seis filmes presentados en el Festival du Nouveau Cinéma.
Leila’s Brothers (Irán)
La cinematografía iraní, sin duda una de las mejores del continente asiático, continúa impactando a través de sus grandes realizadores como lo ratifica el director y guionista Saeed Roustayi. En su tercer trabajo ofrece un sólido relato exponiendo la lucha de la supervivencia de una familia en una sociedad no igualitaria donde el “sálvese quien pueda” parece ser la actitud adoptada para salir a flote.
En su dramático comienzo el relato muestra a la policía de Teherán reprimiendo con violencia las manifestaciones de protesta de obreros al ser despedidos por el cierre de la fábrica donde trabajaban y sin haber sido remunerados durante 8 meses. Entre los afectados se encuentra Alireza (Navid Mohammadzadeh) quien retorna al hogar familiar presidido por el anciano padre Esmail (Saeed Poursamimi); allí se encuentran sus hermanos Farhad (Mohammad Ali Mohammadi), Parviz (Farhad Aslani), Manouchehr (Payman Maadi) y la hermana Leila ((Taraneh Alidoosti), quien con su trabajo es la única proveedora de ingresos del humilde núcleo familiar.
Es interesante la forma en que Roustayi describe la dinámica de esta familia en donde la preocupación mayor de Esmail es la de heredar el honorable cargo de Patriarca del Clan que quedó vacante como consecuencia de la muerte de su antecesor. Para ello, según una ancestral tradición, el anciano debe aportar una importante suma de dinero que será entregada en ocasión de la boda del nieto del fallecido patriarca. Ese gesto conllevará imprevisibles consecuencias cuando Leila descubre que no obstante la débil situación financiera de la familia, su padre ha utilizado fondos que tenía bien escondidos a fin de “comprar” el anhelado título; es así como queda reflejado el egoísta de Esmail a quien poco le importa la suerte de sus hijos a fin de lograr su objetivo. A todo ello, Leila, la más madura de la familia, a pesar de que por su condición femenina no es objeto del trato que merece, propone a sus hermanos comenzar un negocio que pueda rescatarlos de la pobreza.
Mediante una densa narrativa, el realizador introduce varios acontecimientos que reflejan el enfrentamiento que se produce entre los miembros de esta familia disfuncional. Con inusitada veracidad, expone el nivel de corrupción existente que se va generando en algunos de sus personajes, como es el caso de Farhad involucrándose en la venta de automóviles prepagados que no son entregados a sus destinatarios. De hecho, el film constituye el espejo de una sociedad empobrecida cuyo funcionamiento deja bastante que desear. Remitiendo de algún modo al cine de Asgar Farhadi en ‘A Hero’ con sus vueltas y giros inesperados, Roustayi deja una excelente impresión con este remarcable melodrama.
Diaspora (Canadá)
El título del film alude al desplazamiento que ciertas personas se ven obligadas a realizar abandonando su lugar de origen por diferentes razones para encontrar una mejor vida en otros rincones del mundo. Es eso lo que describe el director Deco Dawson ilustrando el caso de una joven ucraniana que deja su país albergando un futuro más auspicioso en Canadá.
Ella es Eva (Yullia Guzhva) quien en las primeras imágenes del film se la ve llegando a Winnipeg procedente de Ucrania y alojándose en la vivienda de un edificio venido a menos.
El relato transcurre durante los dos primeros meses de su estadía canadiense en donde ella trata de familiarizarse con la ciudad en que habita. No dominando el idioma inglés, trata de valerse con su lengua materna ya sea en los diferentes negocios que visita, al efectuar sus compras, los restaurantes que frecuenta como así también en la fábrica textil donde encuentra un trabajo como costurera.
En procura de un contacto humano, Eva lo logra con Vilmos (Mateo Gubec), un joven croata a quien conoce en un club nocturno y con quien inicia una relación sentimental a pesar de hablar idiomas diferentes, así como encuentra afecto y amistad en Chona (Eva Sarle), una compañera de trabajo.
A través de un enfoque neorrealista el novel realizador trata de ilustrar la experiencia de una inmigrante en el marco de una cultura diferente a la de su país de origen. Sin embargo, lo que resulta extraño es retratar a Eva en algunas situaciones un tanto absurdas; eso se manifiesta en la escena en que acude al lugar de trabajo de Vilmus forzándolo a hacer el amor en tanto que él se siente naturalmente incómodo; tampoco resulta comprensible la actitud de esta chica al entrar a una iglesia ucraniana ortodoxa y ante la mirada atónita del cura (Kenneth Salazar) salir precipitadamente sin que exista razón que lo justifique.
Esta historia, muy bien filmada en los auténticos lugares del distrito norte de Winnipeg, adolece de algunos problemas. En primer lugar su excesiva duración se manifiesta a través de escenas repetitivas que se van sucediendo en el recorrido que Eva efectúa por las calles de la ciudad, afectando su fluidez. El otro aspecto es que en los encuentros que esta joven realiza con gente que se expresa en diferentes idiomas, hay escasos subtítulos que permitan al espectador seguir los diálogos. Asimismo, a lo largo del metraje no queda reflejado que su protagonista se encuentre desolada o triste; ese estado anímico solo se revela en los últimos minutos del relato cuando al visitar una librería ucraniana conversa con su dueña del mismo origen (Margaret Saray), expresándole su soledad y cuánto añora a su familia y a Ucrania.
Con un desenlace decididamente extraño queda como balance un retrato no demasiado profundo de la diáspora de Eva, sin que genere la empatía necesaria para llegar a emocionar.
La Edad Media (Argentina)
En la era de la pandemia no resulta extraño que algunos directores hayan considerado este desafortunado problema como foco central de un relato, tal como lo han hecho Alejo Moguillansky y su esposa bailarina y coreógrafa Luciana Acuña; además de ser los realizadores de este film son también los responsables del guión compartido con Walter Jacob y asimismo sus actores en compañía de la encantadora hijita Cleo que asume el rol protagónico.
El ficcional guión ubica a la familia Moguillansky en el piso en el que habita tratando de ajustarse al obligatorio confinamiento durante la pandemia; aparte del aspecto financiero de tener que afrontar el pago de facturas que se acumulan sin obtener reales ingresos, eso se complementa con las consecuencias de no poder seguir trabajando normalmente. Mientras que Luciana imparte clases via zoom aliviando en parte su frustración por haber sido canceladas sus actuaciones de bailarina en Holanda, Alejo prosigue su trabajo, recurriendo a conferencias de video y filmando a la distancia una versión de la célebre pieza de Samuel Beckett Esperando a Godot.
En tanto que sus padres se encuentran absorbidos en lo suyo, la pequeña Cleo trata de combatir su aburrimiento leyendo la obra de Beckett, metafóricamente esperando que algo suceda; además al estar encandilada observando la luna, su propósito es el de adquirir un telescopio; para conseguir el dinero se vincula con un motociclista (Lisandro Rodríguez) quien se ocupa de venderle valiosos objetos que la niña va sustrayendo de la casa sin que sus padres se aperciban de lo que está haciendo.
Al promediar el relato, los cineastas generan un cambio en su narrativa en la que la comedia inicial deja su tono realista cediendo lugar a otra de slapstick, en donde quedan resaltados los intensos movimientos corporales de Luciana.
Moguillansky y Acuña van transitando por un sendero experimental que aunque un poco desequilibrado de todos modos no deja de ser ingenioso. Si alguna reflexión deja este film es la que efectúa Luciana al preguntarse cómo puede evolucionar la creatividad artística dentro de las circunstancias difíciles que se están viviendo. Finalmente, a nivel actoral lo más destacable es la naturalidad, vivacidad y picardía que imprime Cleo a su ficticio personaje quien en compañía de su perra Juana sabe cómo conquistar al público que la observa.
Desvío de Noche (Canadá-México)
La directora canadiense Ariane Falardeau St-Amour y el realizador francés Paul Chotel se unen para ofrecer en su primer largometraje una singular experiencia sensorial.
En el guión de los cineastas se observa a una periodista de Quebec (Marie Brassard) quien se sumerge en los recuerdos de su reciente investigación que la ha transportado a una aldea ubicada en la costa occidental de México a fin de descubrir el misterio de la desaparición de la prometedora patinadora artística mejicana Violeta Martínez. Con la voz en off se sigue el proceso de su búsqueda que implica entrar en contacto con algunos de los moradores del lugar donde nació Violeta; sin embargo, surgen algunos impedimentos porque nadie tiene recuerdos de ella como así tampoco pueden agregar información sobre cómo la joven aprendió a patinar sobre hielo en una región tropical. Si bien uno cree que ése es el tema del film a los 52 minutos de duración de un relato de poco más de hora y media aparece el título del film Desvío de Noche en donde se desvía la atención de la historia original de Violeta para centrarla en la de su padre Juan Martínez.
La minimalista narración es la excusa para ilustrar algunas de las supersticiones y leyendas de los lugareños pero la solidez del film reside en su aspecto formal a través de las envolventes imágenes captadas por la fotografía de St-Amour acompañadas de los sonidos naturales de la selva durante las horas nocturnas que son logradas por la notable concepción sonora de Samuel Gagnon-Thibodeau. En esencia, a través de una pesquisa misteriosa se asiste a un buen trabajo experimental de los noveles realizadores que aunque de ficción adquiere un fascinante viso documental.
Plan 75 (Japón-Filipinas-Francia-Qatar)
En su ópera prima, la realizadora Chie Hayakawa aborda en Plan 75 un delicado tema como es el de la eutanasia a través de un relato futurista que no obstante podría referirse al momento actual.
Teniendo en cuenta que Japón es uno de los países del mundo con mayor población de gente de la tercera edad, la historia se refiere a un programa del gobierno japonés aprobado por el parlamento por el cual se invita a los habitantes de 75 años y más para someterse voluntariamente a poner dignamente fin a su existencia; para ello no se requiere de ningún examen médico como tampoco es necesario obtener el permiso de la familia.
Estructurado a través de tres historias paralelas, la más importante es la que centraliza la atención en Michi,(Chieko Baisho); ella es una apacible y dulce dama sin familia que no obstante su edad sigue trabajando como camarera en un hotel; enterada del mencionado plan no tiene intención alguna de someterse al mismo. Sin embargo, la situación tiende a cambiar cuando sabe que su casa será demolida, unido al hecho de quedar desempleada afectándola económicamente y por si fuera poco su mejor amiga acaba de morir; en consecuencia acepta adherirse al plan.
Simultáneamente se asiste al meticuloso trabajo que realiza el joven Hiromu (Hayata Isomura) quien está ocupado de promocionar el programa en cuestión; su sorpresa es mayor cuando comprueba que su anciano tío enfermo acepta unirse al plan. La tercera historia y la de menor significación enfoca a Maria (Stefanie Arianne) una inmigrante filipina que trabaja en el sitio en que se efectúa la eutanasia y tiene como propósito poder traer de Filipinas a su pequeña hija; para ello habrá de recurrir a un singular ardid.
Impregnada de melancolía y sin caer en un artificioso sentimentalismo la novel directora entrega una comedia dramática que aunque no completamente pareja atrae la atención por su temática; con todo, su visión resultará un tanto deprimente para quienes atraviesan la etapa crepuscular de su existencia en donde según el relato deberían ser descartables.
Alcarràs (España)
La excelente directora española Carla Simon se consagró internacionalmente en 2017 con su primer remarcable largometraje Verano 1993 y ahora repite su éxito en este maravilloso film que fue distinguido con el Oso de Oro en el festival de Berlin de este año. Sin lugar a dudas se trata de una joya cinematográfica en la que Simon aborda aspectos de su vida familiar en esta suerte de semi autobiografía.
El escenario es precisamente Alcarràs, un pequeño pueblo de 9000 habitantes que viven de la actividad agrícola cultivando frutas de manera artesanal. Es allí donde se sale al cruce de 3 generaciones de la familia Sole habitando un fundo cuya tierra en la que trabajan durante 80 años ha sido cedida por los integrantes de la acaudalada familia Pinyol al bisabuelo por haberlos protegido durante la cruenta guerra civil; es ahora que el anciano abuelo admite que no ha habido ningún documento o contrato escrito de esa adjudicación. Ese hecho tendrá consecuencias negativas cuando los herederos del clan Pinyol deciden implantar placas solares que si bien constituyen una importante fuente de energía pueden implicar la desaparición del mundo rural.
Con gran sensibilidad la realizadora mediante su propia experiencia refleja qué es lo que significa vivir en el campo labrando la tierra y cómo los integrantes de esa gran familia integrada por el abuelo, la tía abuela, los padres, hijos mayores y los más pequeños comparten con amor y ternura su existencia en los momentos de alegría como así también las penas que emergen al afrontar sus dificultades.
Para narrar esta historia Simon se ha valido de un conjunto de actores no profesionales quienes transmiten completa autenticidad a los roles asignados permitiendo así que el espectador se identifique con sus personajes. En suma, la directora ha logrado un magnífico retrato de un pueblo como así también resalta el sólido lazo de la familia a través de un relato que sin golpes bajos llega a conmover. Sin duda éste es uno de los mejores filmes del año que representará a España para competir en la carrera del Oscar en la categoría de Mejor Película Internacional.
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