MAESTRO. Estados Unidos, 2023. Un film de Bradley Cooper. 129 minutos
A la lista de remarcables filmes presentados durante el año en curso tales como Oppenheimer, Fallen Leaves, Anatomy of a Fall, Past Lives y Killers of the Flower Moon, entre otro títulos, es necesario añadir Maestro al que puede calificarse como una maravillosa sinfonía cinematográfica.
Si bien el actor Bradley Cooper demostró su talento como realizador en A Star is Born (2018), aquí lo ratifica plenamente abordando la carrera profesional del gran compositor, director musical pianista y autor de música de filmes Leonard Bernstein así como su relación con su amada Felicia Montealegre con quien compartió 27 años de vida conyugal.
El guión esbozado por el realizador compartido con Josh Singer en un breve prólogo filmado en color presenta a Bernstein (Cooper), apodado Lenny, en los últimos años de su vida tocando en el piano una melancólica melodía durante una entrevista que le es efectuada, en donde recuerda a su querida esposa. Con una filmación en blanco y negro, la acción retrocede en el tiempo donde Bernstein compartiendo la cama con el clarinetista David Oppenheim (Matt Borner) es despertado en la mañana del 14 de noviembre de 1943 por un llamado telefónico; en el mismo se le solicita que como director adjunto de la Orquesta Filarmónica de New York dirija ese día un concierto en el Carnegie Hall en reemplazo del célebre director Bruno Walter imposibilitado de realizarlo debido a una inesperada enfermedad. A pesar de no disponer del necesario tiempo de ensayo, realiza ese concierto recibiendo una clamorosa ovación del público asistente como así también por parte de la crítica especializada; en la medida que el concierto ha sido transmitido por radio, su éxito se intensifica por la audiencia que lo ha escuchado. De allí en más el joven músico de 25 años se convierte en el primer director americano reconocido mundialmente.
En 1946 en una reunión ofrecida por Shirley (Sarah Silverman), la hermana de Lenny, mientras él entretiene a los asistentes tocando el piano llega como invitada la joven estudiante de teatro Felicia Montealegre (Carey Mulligan). De inmediato surge una marcada simpatía entre ambos que prontamente deviene en una febril historia de amor aunque no exenta de adversidades.
A través de una elipsis y volviendo nuevamente la filmación en colores, años después se observa al matrimonio junto con sus vástagos Jamie (Maya Hawke), Alexander (Sam Nivola) y Nina (Alexa Swinton) conformando una sólida unión familiar.
Con mucha sutileza Cooper destaca cómo la bisexualidad de Leonard no impide que ese matrimonio perdure en la medida que Felicia lo acepta tal cual es. En tal sentido resulta interesante la escena cuando Jamie en una conversación con su padre le cuenta lo que oyó acerca de su doble orientación sexual; él aduce que no hay nada al respecto y que los rumores son producidos por quienes lo envidian. Pero cuando en 1976 el compositor abandona a Felicia por haberse relacionado con Tom Cothran (Gideon Glick), director musical de una emisora de San Francisco, se produce una ruptura en la pareja pero el amor todo lo puede para que al poco tiempo se produzca la reconciliación matrimonial.
Como es de esperar, la música de Bernstein ocupa un lugar importante en la banda sonora incluyendo fragmentos de la ópera A quiet Place y la obertura de la opereta Candide del compositor. Con todo, una de las secuencias más gloriosas y trascendentes del film acaece en la catedral de Ely en Inglaterra, donde Bernstein ejecuta la parte final del último movimiento de la majestuosa Segunda Sinfonía (“Resurrección”) de Mahler. Ahí el Cooper actor se convierte en el fogoso Bernstein demostrando el ardor de su sangre al estar embriagado con la música del inmortal autor austro-bohemio; cuando al terminar la interpretación la audiencia aplaude a rabiar, antes de saludar al público Bernstein se dirige a abrazar fuertemente a la conmovida Felicia quien encontrándose en el transepto de la basílica contempló a su marido dirigiendo con brío a la orquesta.
Cuidando de no desbordar en un edulcorante sentimentalismo, es remarcable cómo Cooper ha logrado en su tramo final ilustrar con suma delicadeza la enfermedad terminal de Felicia y la manera en que Lenny evidencia su pena al ser consciente de su inminente pérdida.
En su condición de actor es admirable el desempeño de Cooper quien además de mostrar un gran parecido físico con Bernstein transmite acertadamente las distintas facetas del excepcional compositor tanto como el hombre extravertido, radiante, fogoso frente a la orquesta, como así también sus momentos de depresión al tratar de conciliar su ambigüedad sexual con el gran amor de su vida; en lo estrictamente musical, Cooper contó con la valiosa asistencia del eximio maestro Yannick Nézet-Séguin para que pudiera genuinamente transmitir lo que sentía Bernstein frente a los músicos de la orquesta. No menos remarcable es la brillante composición de Mulligan expresando la fortaleza, devoción y el apoyo incondicional de una mujer hacia el hombre que ama tanto en su vida íntima como profesional, permitiendo de ese modo la perdurabilidad conyugal.
La destreza de Cooper como realizador se manifiesta no solo en lo que concierne al desempeño del magnífico elenco sino que además se destaca por haber brindado máxima fluidez al relato en el marco de un estilo clásico de narración. A ello habrá que agregar la notable fotografía, el inmejorable diseño de producción y muy en especial la valiosa cooperación del equipo de maquillaje ilustrando cómo la fisonomía de los protagonistas evidencia el natural cambio durante las varias décadas en que transcurre el relato. Jorge Gutman
Nota: Maestro estará disponible en la plataforma de Netflix a partir del 20 de diciembre.