Un Extra­ño Síndrome

FIT­TING IN. Cana­dá, 2023. Un film escri­to y diri­gi­do por Molly McGlynn. 105 minutos.

Aun­que el tema de la ado­les­cen­cia ha sido expues­to por el cine en múl­ti­ples oca­sio­nes, ésta es la pri­me­ra vez que se lo abor­da des­de un ángu­lo jamás tra­ta­do, tal como se apre­cia en Fit­ting In de la rea­li­za­do­ra cana­dien­se Molly McGlynn.

Mad­die Ziegler

Median­te un rela­to semi­bio­grá­fi­co en el que vuel­ca en par­te su pro­pia expe­rien­cia, el guión de la cineas­ta pre­sen­ta a Lindy (Mad­die Zie­gler) una chi­ca de 16 años, lle­na de vida y ade­más aman­te del depor­te. Con su ínti­ma ami­ga Vivian (Djou­liet Ama­ra) com­par­te sus momen­tos de ocio don­de las con­ver­sa­cio­nes fan­ta­sean con el encuen­tro de mucha­chos de la mis­ma edad y en don­de obvia­men­te el sexo no está ausen­te. Sin embar­go hay algo extra­ño en ella al no haber aún mens­trua­do dada su edad; es por ello que tenien­do en cuen­ta que sim­pa­ti­za con su nue­vo cor­te­jan­te Adam (D’Pharoah Woon-A-Tai) antes de que se pro­duz­ca un víncu­lo ínti­mo deci­de con­sul­tar a un gine­có­lo­go. Tras un minu­cio­so examen, ella se ente­ra que pade­ce de una rara ano­ma­lía deno­mi­na­da “sín­dro­me Mayer-Roki­tansky-Kus­ter-Hau­ser”, por la cual care­ce de úte­ro y su canal vagi­nal no está sufi­cien­te­men­te desa­rro­lla­do. Eso no solo le impi­de mens­truar sino que nun­ca podrá que­dar emba­ra­za­da; asi­mis­mo su con­di­ción geni­tal difi­cul­ta­rá la pene­tra­ción sexual mas­cu­li­na. La solu­ción estri­ba­ría en el uso de dila­ta­do­res plás­ti­cos para ensan­char la vagi­na o pro­ce­der a una ope­ra­ción quirúrgica.

El diag­nós­ti­co reci­bi­do moti­va un cam­bio en la con­duc­ta de Lindy, vol­vién­do­se irri­ta­ti­va y ocul­tan­do su pro­ble­ma a quie­nes la rodean inclu­yen­do a Vivian y Adam con quien evi­ta inti­mar y para peor ella no pue­de tole­rar­se a sí mis­ma. Con todo su abne­ga­da madre mono­pa­ren­tal Rita (Emily Ham­pshi­re), cuyo mari­do hace tiem­po aban­do­nó el hogar, tra­ta de brin­dar­le su máxi­mo apo­yo; como tera­pis­ta ella se com­pe­ne­tra por com­ple­to con el serio pro­ble­ma que afec­ta a su hija al haber atra­ve­sa­do por una mas­tec­to­mía a cau­sa de un cán­cer de pecho.

Uno de los aspec­tos des­ta­ca­bles de esta inusual his­to­ria es la sober­bia inter­pre­ta­ción de Zie­gler quien des­lum­bra brin­dan­do máxi­ma auten­ti­ci­dad a la ado­les­cen­te trans­mi­tien­do sus con­flic­ti­vas emo­cio­nes debi­do al sín­to­ma que le afec­ta y tra­tan­do de acep­tar­se a sí mis­ma; en tal sen­ti­do ade­más de crear una logra­da quí­mi­ca con las per­so­nas que la rodean, es emo­ti­va la que man­tie­ne con Jax (Ki Grif­fin), un no- bina­rio com­pa­ñe­ro de cur­so. La actua­ción de Zie­gler no deme­ri­ta la del res­to del elen­co, cuyos inte­gran­tes sóli­da­men­te satis­fa­cen en la com­po­si­ción de sus res­pec­ti­vos personajes.

Resul­ta alta­men­te loa­ble la tarea empren­di­da por McGlynn por haber con­si­de­ra­do la temá­ti­ca rela­ta­da que es suma­men­te infor­ma­ti­va dado que posi­ble­men­te no muchos espec­ta­do­res estén al tan­to de las con­se­cuen­cias gene­ra­das por el sín­dro­me men­cio­na­do. En todo caso y den­tro de este rela­to de fic­ción, la direc­to­ra ha tra­ta­do de ate­nuar la serie­dad del tema infun­dien­do algu­nas situa­cio­nes de con­ta­gio­so humor.

Glo­bal­men­te ana­li­za­do el film resul­ta imper­fec­to en la medi­da que el guión a veces zig­za­guea vol­vién­do­se oca­sio­nal­men­te repe­ti­ti­vo; sin embar­go eso no impi­de apre­ciar los aspec­tos favo­ra­bles des­ta­ca­dos y asi­mis­mo abrir la dis­cu­sión sobre cómo una anó­ma­la y com­ple­ja situa­ción gine­co­ló­gi­ca pue­de influir en el pro­ce­so de tran­si­ción de la ado­les­cen­cia hacia la adul­ta madu­rez. Jor­ge Gutman