GREEN BORDER. Polonia-Francia-República Checa-Bélgica, 2023. Un film de Agnieszka Holland. 151 minutos
Precedido con el Premio Especial del Jurado otorgado en el festival de Venecia de 2023, Green Border es un desgarrador drama de la excepcional realizadora polaca Agnieszka Holland quien una vez más ratifica el inherente humanismo reflejado en su prestigiosa filmografía.

Una escena de GREEN BORDER
El tema de los refugiados ha sido considerado por el cine tanto en relatos de ficción como en documentales; pero esta historia se distingue al demostrar cómo esta gente es usada con fines de detestables maniobras políticas. El presidente de Bielorrusia, embanderado con la política de Vladimir Putin, a fin de crear problemas a la Unión Europea estimula la emigración de refugiados a dicha comunidad; es así que el gobierno de Alexander Lukashenko facilita a los emigrantes de regiones devastadas por la guerra para que entren al país como puerta de entrada para traspasar la frontera con Polonia.
En base a lo que precede, la película guionizada por Holland, Maciej Pisuk y Gabriela Lazarkiewicz-Sieczko, ubica la acción en 2021. En un avión de la línea aérea de Turquía viaja una familia siria integrada por Bashir (Jalal Altawil), su mujer Amina (Dalia Naous), y sus tres vástagos Nur (Taim Ajian), Ghalia (Talia Ajjan) y un infante, además del anciano padre de Bashir (Mohamad Al Rashi); todos ellos han huido de la infernal guerra que acosa a Siria y Bashir está esperanzado de que una vez que arriben a Bielorrusia, pasarán sin dificultad alguna a Polonia y de allí a Suecia donde vive el hermano de Bashir. A esa familia se une Leila (Behi Djanati Atai) que también viaja en el avión, habiendo dejado Afganistán con la esperanza de obtener asilo en Polonia.
https://youtu.be/a_W0h4s0EJA
Después de haber llegado a Minsk, el grupo logra cruzar ilegalmente la frontera y en los primeros minutos rebozan felicidad por haber pisado suelo polaco; sin embargo la dicha es de corto alcance cuando junto con otros refugiados que allí se encuentran, los guardias de seguridad de Polonia los devuelven a Bielorrusia. De allí en más lo que se observa es nada menos que tétrico al ver cómo los agentes oficiales de ambos países les maltratan humillándolos, despojándoles de sus pertenencias y golpeándolos sin compasión, infringiendo a todas luces los derechos humanos; en tal sentido resulta estremecedor ver a una mujer africana preñada que es arrojada hacia el otro lado de la frontera, como si se tratara de una pelota, produciéndole un involuntario aborto. Otra denigrante escena de alevosa maldad se aprecia cuando una sedienta mujer compra por 50 euros una botella de agua y uno de los guardias se la arrebata volcando al suelo su contenido.
Simultáneamente a estos lamentables eventos, el film ilustra los esfuerzos realizados por nobles activistas polacos que son conscientes de la crueldad ejercida por sus dirigentes conciudadanos . Así se sale al encuentro de las hermanas polacas Zuku (Jasmina Polak) y Marta (Monika Frajczyk) quienes están a cargo de una organización que se ocupa de proveer asistencia legal así como suministros en materia de ropa, alimentación y otros enseres. Paralelamente, también se observa el desvelo de la abnegada psicoterapeuta Julia (Maja Ostaszewska), quien habiéndose unido a la organización, se desvive atendiendo a pacientes, como también se la ve tratando de salvar a Leila y Nur al haber quedado empantanados cerca de su casa. Cabe asimismo resaltar la toma de conciencia por parte de Jan (Tomasz Wlosok), un guardia polaco cuya mujer (Malwina Buss) está embarazada y que a pesar del conflicto de lealtad por el ejercicio de sus funciones, logra empatizar con los migrantes que encuentra en su camino.
Esta película filmada en un absorbente blanco y negro a través de la excepcional fotografía de Tomasz Naumiuk, refleja fielmente la triste realidad de los refugiados. Aunque el desenlace resulta estimulante con un epílogo que muestra el cambio de actitud del gobierno polaco, la situación actual subsiste en Europa y en otras regiones del mundo.
En los créditos finales se hace saber que durante las primeras semanas de la invasión rusa a Ucrania, Polonia dio la bienvenida a casi 2 millones de ucranianos. Asimismo se señala que desde que comenzó la crisis de los refugiados en 2014, cerca de 30.000 han perecido cruzando varias fronteras europeas por mar, tierra y a través de bosques. A la fecha de haber concluido el rodaje de este film en la primavera de 2023, aún muere gente en la frontera de Polonia con Bielorrusia.
Con una severa crítica a la inacción de la Unión Europea, Holland ha logrado un estremecedor documento que impecablemente narrado permite concientizar a la audiencia acerca de una de las grandes injusticias que prevalece en este convulsionado mundo actual. Jorge Gutman