Vio­len­to Dra­ma Rural

BRING THEM DOWN. Irlan­da-Gran Bre­ta­ña-Bél­gi­ca, 2024. Un film escri­to y diri­gi­do por Chris­topher Andrews. 106 minutos

Un dra­ma cen­tra­do en dos fami­lias cam­pe­si­nas de Irlan­da es lo que el novel rea­li­za­dor Chris­topher Andrews con­si­de­ra en Bring Them Down en un guión que le pertenece.

Chris­topher Abbott

Ubi­ca­do en una zona rural no espe­ci­fi­ca­da de Irlan­da, la his­to­ria comien­za en los años 90 don­de se obser­va a Michael O’Shea /Christopher Abbott) con­du­cien­do su auto­mó­vil en una carre­te­ra acom­pa­ña­do de su madre Peggy (Susan Lynch) y su novia Caro­li­ne (Nora-Jane Noo­ne). Cuan­do él se ente­ra que su pro­ge­ni­to­ra inten­ta sepa­rar­se de su padre, irres­pon­sa­ble­men­te impri­me a su auto una velo­ci­dad exce­si­va que con­du­ce a un terri­ble acci­den­te don­de su madre mue­re y Caro­li­ne que está ubi­ca­da en el asien­to tra­se­ro que­da heri­da con mar­ca­das cica­tri­ces en su rostro.

Inme­dia­ta­men­te la acción se tras­la­da unas déca­das en don­de se ve a Michael ocu­pán­do­se de la cría de ove­jas y aten­dien­do en gran par­te las órde­nes de Ray (Colm Mea­ney), su para­plé­ji­co padre gru­ñón pos­tra­do en una silla de rue­das. Cer­ca de ellos habi­tan Caro­li­ne que aho­ra está casa­da con Gary Kee­ley (Paul Ready) que jun­to con su hijo Jack (Barry Keoghan) son gran­je­ros dedi­ca­dos a la mis­ma explo­ta­ción de gana­do. La riva­li­dad entre ambos veci­nos es evi­den­te, en par­te por­que Gary sos­pe­cha que su mujer aún abri­ga cier­tos sen­ti­mien­tos hacia su anti­gua pare­ja y fun­da­men­tal­men­te por­que al estar intere­sa­do en adqui­rir par­te del terreno de Michael éste recha­za ven­der­lo. La hos­ti­li­dad gene­ra­da lle­ga a inten­si­fi­car­se cuan­do Michael des­cu­bre que Jack se apro­pió de dos de sus ani­ma­les y tra­tan­do de hacer jus­ti­cia por su cuen­ta su sed de ven­gan­za desem­bo­ca en desen­fre­na­da violencia.

Como lo expues­to es des­de la ópti­ca de Michael, la pelí­cu­la cobra inte­rés cuan­do el rela­to es replan­tea­do a tra­vés del pun­to de vis­ta de Jack. Den­tro del mar­co de una narra­ción un tan­to con­fu­sa el con­flic­to adquie­re un tono ambi­guo des­ti­lan­do la tóxi­ca mas­cu­li­ni­dad impe­ran­te entre Michael y Jack.

Este dra­ma imbui­do de un cli­ma sór­di­do y deso­la­dor con un abrup­to des­en­la­ce san­grien­to, no per­mi­te gene­rar la emo­ción nece­sa­ria debi­do a que el guión no es lo sufi­cien­te­men­te explí­ci­to para que el espec­ta­dor pue­da inte­grar­se en la expo­si­ción del relato.

A su favor el film cuen­ta con una exce­len­te actua­ción de sus dos pro­ta­go­nis­tas. Abbott des­te­lla en la tur­bu­len­cia que trans­mi­te su per­so­na­je y en espe­cial por el sen­ti­mien­to de cul­pa al haber cau­sa­do la muer­te de su madre; por su par­te Keoghan se luce como el volá­til mucha­cho que por impe­rio de cir­cuns­tan­cias fami­lia­res es impul­sa­do a actuar con pon­zo­ño­sa vio­len­cia. En un rol secun­da­rio el vete­rano Mea­ney con­vin­cen­te­men­te per­so­ni­fi­ca al tem­pe­ra­men­tal pro­ge­ni­tor de Michael.

En otros ele­men­tos de esta pro­duc­ción se dis­tin­gue la ban­da sono­ra de Han­na Peel que se aso­cia a la den­sa atmós­fe­ra del rela­to, así como la evo­ca­ti­va foto­gra­fía de Nick Cooke cap­tan­do las imá­ge­nes de la zona cam­pes­tre de Irlan­da. Jor­ge Gutman