EN FANFARE / THE MARCHING BAND. Francia, 2024. Un film de Emmanuel Courcol. 103 minutos.
Una vez más queda ratificado el emblemático poder de la música, capaz no solo de elevar el espíritu de una persona sino asimismo constituir un medio tendiente a reforzar los lazos familiares. Eso es lo que se desprende en En Fanfare una muy emotiva comedia combinada con ciertas instancias dramáticas que aunque previsible, la apreciable forma en que está relatada por el director Emmanuel Courcol permite conquistar a la audiencia.
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Benjamin Lavernhe y Pierre Lottin
El guión del realizador compartido con Irène Muscari relata la historia de Thibault (Benjamin Lavernhe), un prestigioso director musical de la orquesta sinfónica de Lille de 37 años que sufriendo de leucemia requiere con urgencia un trasplante de médula ósea compatible. Con gran estupor recién descubre que ha sido adoptado y que su hermana Rose (Mathilde Courcol-Rozes) no es capaz de ayudarlo. Al propio tiempo se entera que tiene un hermano biológico de menor edad viviendo en Walincourt ‑al norte de Francia– que fue adoptado por Claudine (Clémence Massart) cuando su madre murió. Él es Jimmy (Pierre Lottin), un modesto trabajador de una usina que se desempeña como cocinero en un comedor escolar y que al enterarse de la existencia del grave problema de su hermano, si bien al principio es renuente a ser el donante de la médula que debe ser trasplantada finalmente acepta hacerlo al haber intercedido su madre adoptiva. Afortunadamente la operación resultó exitosa logrando el restablecimiento de Thibault.
De allí comienza a entablarse una relación entre los dos hermanos cuyo elemento común es la música por cuanto Jimmy es un trombonista de la banda musical de mineros de Walincourt. Claro está que el contraste de personalidad es bien evidente en cuanto Lavernhe es una persona de cultura refinada y sumamente responsable como director de una prestigiosa orquesta en tanto que, su hermano que irradia energía es un ser sencillo y al igual que los integrantes de su banda, responde a un estrato económico-social inferior. Esa diferencia no impide que al margen de la común pasión por la música emerja un entrañable vínculo entre ambos; así resulta emotivo constatar cómo Thibault ayuda a Jimmy infundiéndole mayor confianza en sí mismo, entrenándolo para dirigir su banda al haberse ausentado el director titular de la misma, como también para que pueda participar en un concurso musical regional.
Con un guión muy bien elaborado, Courcol logra una excelente dirección actoral con un elenco de indiscutible calidad. A ese respecto es remarcable la química existente entre Lavernhe y Lottin donde la seriedad de Thibault es complementada con el agradable humor y calidez aportado por Jimmy, permitiendo que ambos personajes resulten auténticamente creíbles. Asimismo en el reparto se destacan Sarah Succo caracterizando a una humilde madre monoparental que integra la banda musical y que está sentimentalmente ligada a Jimmy.
Entre otros aspectos subyacentes, el director ilustra el clima social imperante en la zona obrera en que transcurre el relato, con el cierre de la fábrica en donde trabajan varios de los componentes de la banda.
Globalmente considerado En Fanfare demuestra claramente cómo la música es un elemento esencial para unir a la gente como claramente se manifiesta con la expresiva escena final en el que la banda ejecuta con máximo entusiasmo el vibrante Bolero de Ravel.
Ligado en cierto modo a algunos de los humanos filmes del cineasta británico Ken Loach, en este caso y con el sabor de la cultura francesa, Courcol brinda una accesible historia que sin llegar a revolucionar, genuinamene conmueve sin recurrir a golpes bajos. Jorge Gutman