Per­ple­ja Ópe­ra Prima

ARMAND. Norue­ga-Holan­da-Sue­cia-Ale­ma­nia, 2024. Un film escri­to y diri­gi­do por Half­dan Ull­mann Tøn­del. 117 minutos,

Gran expec­ta­ti­va des­per­tó el estreno de Armand tenien­do en con­si­de­ra­ción que el film fue dis­tin­gui­do con la Cáma­ra de Oro en el Fes­ti­val de Can­nes de 2024 y que ade­más su novel direc­tor norue­go Half­dan Ull­mann Tøn­del es el nie­to del des­apa­re­ci­do y emi­nen­te rea­li­za­dor Ing­mar Berg­man y de la remar­ca­ble actriz y direc­to­ra Liv Ull­mann. Sin embar­go, a mi jui­cio este film cier­ta­men­te pro­mi­so­rio en su pri­me­ra mitad, pier­de impul­so a medi­da que el tema ini­cial se dilu­ye por completo.

Rena­te Reinsve

La his­to­ria con­ce­bi­da por Ull­mann Tøn­del comien­za cuan­do Jar­le (Øys­tein Røger), el direc­tor de una escue­la ele­men­tal de Norue­ga, ins­tru­ye a la maes­tra Sun­na (Thea Lam­brechts Vau­len) la mane­ra en que debe­rá mane­jar una inmi­nen­te reu­nión de padres que no pro­me­te resul­tar con­for­ta­ble. El pro­ble­ma a resol­ver es el de acla­rar la situa­ción ori­gi­na­da por Armand, un niño de seis años de pri­mer gra­do, a quien se le acu­sa de haber agre­di­do y vio­la­do a Jon, su com­pa­ñe­ro de aula de simi­lar edad. Es así que Sun­na reci­be a Anders (Endre Hellest­vent) y Sarah (Ellen Dorrit Peter­sen), los pro­ge­ni­to­res de Jon, que han plan­tea­do la que­ja por el inci­den­te acae­ci­do y pron­ta­men­te se pre­sen­ta Eli­za­beth (Rena­te Reins­ve), la madre de Armand. Tras las pre­sen­ta­cio­nes per­ti­nen­tes y la expli­ca­ción del moti­vo de dicho encuen­tro por par­te de Sun­na, a los pocos minu­tos se agre­gan a la reu­nión, el direc­tor y Ajsa (Vera Vei­jo­vic) otra maes­tra de la escuela.

Sin la pre­sen­cia de los chi­cos, la con­fron­ta­ción que se pro­du­ce entre los padres de Jon soli­ci­tan­do que la escue­la tome medi­das por la agre­sión de Armand y Eli­za­beth que de mane­ra algu­na cree que su hijo sea cul­pa­ble, va crean­do un cli­ma de ten­sión que gra­dual­men­te se inten­si­fi­ca. Cuan­do en un momen­to dado Eli­za­beth se halla arrin­co­na­da por la acu­sa­ción, ella es obje­to de un ata­que de cin­co minu­tos de desen­fre­na­da risa para aca­bar con una cri­sis de llan­to. Otra situa­ción extra­ña tie­ne lugar con la fre­cuen­te hemo­rra­gia nasal de Ajsa y que a pesar de ello per­ma­ne­ce en la reunión.

Si has­ta esa pri­me­ra hora de metra­je el film des­pier­ta intri­ga por saber si real­men­te Armand es o no cul­pa­ble y si es posi­ble con­ce­bir que exis­ta vio­la­ción por par­te de una cria­tu­ra de esca­sa edad, la situa­ción se enra­re­ce de mane­ra increí­ble. Eso acon­te­ce entre las varias inte­rrup­cio­nes del encuen­tro don­de se asis­te a esce­nas alu­ci­nan­tes, como el caso de Eli­za­beth bai­lan­do con el emplea­do de lim­pie­za en los pasi­llos del esta­ble­ci­mien­to, o bien median­te imá­ge­nes de varias muje­res abra­zán­do­se de mane­ra inno­cua; a todo ello se agre­ga una esce­na com­ple­ta­men­te ais­la­da en la que se ve al per­so­nal de la escue­la reu­ni­do en el patio del cole­gio bajo una llu­via torrencial.

El rea­li­za­dor com­pli­ca aún más la situa­ción a medi­da que van reve­lán­do­se men­ti­ras, secre­tos y situa­cio­nes trau­má­ti­cas del pasa­do, dado que el her­mano de Sarah que había sido el mari­do de Eli­za­beth ter­mi­nó sui­ci­dán­do­se y por esa razón ella resien­te a la viuda.

Como espec­ta­dor que­da la incóg­ni­ta en saber cuál es el real foco de la pelí­cu­la ya que lo que pare­cía haber sido su audaz tema cen­tral, el debu­tan­te cineas­ta pare­ce olvi­dar­lo o bien dejar­lo de lado, agre­gan­do situa­cio­nes sin cohe­sión y caren­tes de sen­ti­do. Sal­vo su impe­ca­ble elen­co en el que se des­ta­ca el his­trio­nis­mo de Rena­te Reins­ve, así como algu­nos efec­tos visua­les bien logra­dos, esta per­ple­ja ópe­ra pri­ma alar­gán­do­se más allá de lo nece­sa­rio resul­ta frus­tran­te a la vez que ago­bian­te. Que­da­rá por ver si en futu­ros pro­yec­tos Ull­mann Tøn­del podrá demos­trar un talen­to simi­lar al de sus ilus­tres abuelos.
Jor­ge Gutman