Los Ava­ta­res de la Tauromaquia

TAR­DES DE SOLE­DAD. Espa­ña-Fran­cia-Por­tu­gal. Un docu­men­tal escri­to y diri­gi­do por Albert Serra. 125 minu­tos. Pre­sen­ta­do en el Fes­ti­val de Cine Lati­no­ame­ri­cano de Mon­treal.

Con­si­de­ra­do como uno de los más renom­bra­dos y hete­ro­do­xos cineas­tas de Espa­ña, el rea­li­za­dor Albert Serra dis­po­ne una rele­van­te fil­mo­gra­fía, inclu­yen­do entre otros títu­los La Mort de Louis XIV (2016), Liber­té (2019) y Paci­fic­tion (2022); con todo esta es la pri­me­ra vez que enca­ra un docu­men­tal en Tar­des de Sole­dad que por su remar­ca­ble cali­dad ha obte­ni­do la Con­cha de Oro en el fes­ti­val de San Sebas­tián de 2024.

El tema con­si­de­ra­do es el de la tau­ro­ma­quia, común­men­te cono­ci­do como “Corri­da de Toros”, una tra­di­ción espa­ño­la que cuen­ta con innu­me­ra­bles adep­tos como tam­bién con ardien­tes detrac­to­res. Lo cier­to es que según una ley pro­mul­ga­da en noviem­bre de 2013 este depor­te es con­si­de­ra­do patri­mo­nio cul­tu­ral y digno de pro­tec­ción en todo el terri­to­rio español.

Andrés Roca Rey

Serra, sin duda algu­na con­gra­cia­do con la tau­ro­ma­quia, ofre­ce un film deci­di­da­men­te crea­ti­vo con una pues­ta escé­ni­ca des­lum­bran­te que some­te al espec­ta­dor a un espec­tácu­lo vis­ce­ral y per­tur­ba­dor a la vez. Para lograr su come­ti­do con­tó con la par­ti­ci­pa­ción de Andrés Roca Rey, un tore­ro peruano nacio­na­li­za­do espa­ñol de 27 años que es con­si­de­ra­do un super­as­tro en el mar­co de este san­grien­to depor­te. Sin que exis­ta comen­ta­rio alguno ni tam­po­co entre­vis­tas a su pro­ta­go­nis­ta, el docu­men­tal en casi su tota­li­dad lo enfo­ca en el rue­do fren­te a su presa.

Serra detrás de la cáma­ra y con la valio­sa cola­bo­ra­ción del direc­tor de foto­gra­fía Artur Tort Pujol, median­te un remar­ca­ble encua­dre con pri­me­ros pla­nos per­mi­te que el públi­co que con­tem­pla el film ten­ga la sen­sa­ción de hallar­se den­tro del cam­po de com­ba­te, adqui­rien­do de este modo la inmer­si­va viven­cia de lo que allí acontece.

Al comen­zar la lidia resul­ta fas­ci­nan­te obser­var a Roca Rey enfren­tan­do al toro con una mira­da desa­fian­te mien­tras rea­li­za cier­tos movi­mien­tos de pasos que podrían asi­mi­lar­se a los de un per­fec­to bai­la­rín. A con­ti­nua­ción se apre­cia la vio­len­cia emplea­da duran­te el due­lo cuan­do la espa­da del tore­ro pro­du­ce la esto­ca­da en el ani­mal pro­vo­can­do su caí­da con un baño de san­gre que sale de sus entra­ñas para lue­go vol­ver a intro­du­cir el arma has­ta ani­qui­lar­lo por com­ple­to. Cla­ro está que en algu­nos de los encuen­tros con otros toros, el lidia­dor resul­ta cor­nea­do gene­rán­do­le par­cia­les heri­das sangrientas.

En los pocos momen­tos en que el docu­men­tal se apar­ta del rodeo se obser­va al tore­ro via­jan­do en su coche pri­va­do en com­pa­ñía de los inte­gran­tes de su cua­dri­lla que lo ensal­zan con des­me­su­ra­dos elo­gios. Asi­mis­mo el film ilus­tra los ritua­les refe­ren­tes a la ves­ti­men­ta del barro­co y colo­ri­do tra­je que luce.

En esen­cia, median­te este docu­men­to Serra des­nu­da por com­ple­to los ava­ta­res de la tau­ro­ma­quia fil­man­do con majes­tuo­sa pre­ci­sión las exten­di­das secuen­cias de lucha, sin que por ello impli­que que él sea par­ti­da­rio de la cruel­dad infli­gi­da a los toros. Si algu­na obser­va­ción mere­ce este docu­men­tal es que nada se sabe de la vida per­so­nal del Roca Rey, aun­que eso no des­me­re­ce su cali­dad. Jor­ge Gutman