Una Impro­ba­ble Amistad

LA PRI­SON­NIÈ­RE DE BOR­DEAUX. Fran­cia, 2024. Un film de Patri­cia Mazuy. 108 minutos

Las rela­cio­nes huma­nas pue­den resul­tar com­ple­jas tal como se expo­ne en La Pri­son­niè­re de Bor­deaux, un dra­ma de la rea­li­za­do­ra fran­ce­sa Patri­cia Mazuy enfo­can­do la sin­gu­lar amis­tad entre dos muje­res de dife­ren­te ori­gen y cla­se social.

Haf­sia Her­zi e Isa­be­lle Huppert

El guión de la cineas­ta com­par­ti­do con Pie­rre Courre­ge y Fra­nçois Begau­deau ambien­ta la acción en Bor­deaux don­de resi­de Alma (Isa­be­lle Hup­pert), una mujer bur­gue­sa de madu­ra edad cuyo mari­do Chris­topher (Mag­ne-Havard Brek­ke) que es un renom­bra­do neu­ró­lo­go se encuen­tra en la cár­cel cum­plien­do una sen­ten­cia de 6 años por haber con­du­ci­do su coche en esta­do de ebrie­dad con la con­se­cuen­cia de haber para­li­za­do a una mujer y cau­sa­do la muer­te a otra. En su recien­te visi­ta perió­di­ca al cen­tro peni­ten­cia­rio cono­ce a Mina (Haf­sia Her­zi); ella es una mujer inmi­gran­te ára­be de humil­de con­di­ción y madre dos hijos peque­ños cuyo espo­so Nas­ser (Lio­nel Dray) ha sido con­de­na­do como ladrón de joyas y que está luchan­do para que la dejen ver­lo por­que su visi­ta no esta­ba pro­gra­ma­da. La vehe­men­cia de Mina para supe­rar el incon­ve­nien­te impre­sio­na a Alma y es así que soli­da­ri­zán­do­se con ella, dado que habi­ta a cen­te­na­res de kiló­me­tros de la ciu­dad, la invi­ta a per­noc­tar en su sun­tuo­sa man­sión nutri­da de cos­to­sos cuadros.

A todo ello, en su gene­ro­si­dad Alma le ofre­ce que­dar­se con sus hijos en su casa, ade­más de haber­le con­se­gui­do un tra­ba­jo de plan­cha­do­ra en el hos­pi­tal en el que se desem­pe­ñó su mari­do. A pri­me­ra vis­ta esta impro­ba­ble amis­tad sur­gi­da podría expli­car­se tenien­do en cuen­ta que Alma es en el fon­do una per­so­na soli­ta­ria que tie­ne en Mina y sus hijos una agra­da­ble com­pa­ñía, en tan­to que Mina sien­te apre­cio y gra­ti­tud por la acti­tud asu­mi­da por su anfitriona.

Resul­ta intere­san­te obser­var cómo la cone­xión huma­na pro­du­ci­da entre ambas muje­res pare­ce­ría asu­mir un carác­ter más inten­so que el de una pura amis­tad dejan­do la impre­sión de una atrac­ción físi­ca aun­que de nin­gún modo hay algo sen­sual que lo determine.

La situa­ción de Mina adquie­re un giro dra­má­ti­co cuan­do Yaci­ne (William Edi­mo), un delin­cuen­te que estu­vo aso­cia­do con su mari­do le exi­ge que le devuel­va par­te del botín de un robo de joyas efec­tua­do con Nas­ser. Sin entrar en mayo­res deta­lles, no es indis­cre­ción anti­ci­par que el rela­to revis­te el carác­ter de un thri­ller, en el que el sen­ti­mien­to fra­ter­nal de Alma y Mina es pues­to a prueba.

Aun­que den­tro del rela­to pro­pues­to no exis­te inten­ción de pro­fun­di­zar la dife­ren­cia de cla­se y cul­tu­ra entre sus dos pro­ta­go­nis­tas, Mazuy la refle­ja en una esce­na en la que el círcu­lo social de Alma supo­ne que Mina es su emplea­da doméstica.

A tra­vés de la bue­na pues­ta escé­ni­ca de la vete­ra­na cineas­ta, el resul­ta­do es una livia­na melo­dra­má­ti­ca come­dia que con­du­ce a un des­en­la­ce dis­cu­ti­ble. En todo caso la pelí­cu­la con­ci­ta aten­ción en gran medi­da por las muy con­vin­cen­tes actua­cio­nes de Hup­pert y Her­zi; las dos artis­tas con­si­guen trans­mi­tir sus diver­sos sen­ti­mien­tos al sen­tir­se cada una de ellas atra­pa­da por las dife­ren­tes cir­cuns­tan­cias atra­ve­sa­das en sus vidas. Jor­ge Gutman