A Tra­vés de Dos Décadas

CAUGHT BY THE TIDES. Chi­na, 2024. Un film escri­to y diri­gi­do por Jia Zhang-ke. 111 minutos

Jia Zhang-Ke, uno de los más impor­tan­tes repre­sen­tan­tes de la sex­ta gene­ra­ción de cineas­tas chi­nos, vuel­ve a des­lum­brar con esta admi­ra­ble pelí­cu­la don­de como en otros tra­ba­jos de su valio­sa fil­mo­gra­fía echa una mira­da a la trans­for­ma­ción vivi­da por Chi­na a lo lar­go de las últi­mas déca­das. Al hacer­lo ofre­ce un rela­to de fic­ción que mucho se ase­me­ja a un docu­men­tal en don­de su natu­ra­le­za con­tem­pla­ti­va nutri­da de pocos diá­lo­gos se apar­ta de las carac­te­rís­ti­cas que con­fi­gu­ran a una narra­ti­va tradicional.

Caught by the Tides tie­ne la par­ti­cu­lar carac­te­rís­ti­ca de haber sido roda­do a lo lar­go de dos déca­das por­que si bien la fil­ma­ción pro­pia­men­te dicha ha sido efec­tua­da hace dos años, Jia ha uti­li­za­do metra­jes resi­dua­les de sus anti­guas pelí­cu­las, inclu­yen­do Unk­nown Plea­su­res (2002). Es así que nue­va­men­te se asis­te a la inun­da­ción de varias ciu­da­des que van des­apa­re­cien­do a raíz del fun­cio­na­mien­to de la gigan­tes­ca repre­sa Tres Gar­gan­tas del río Yangtze, lo que moti­vó la reubi­ca­ción de sus habitantes.

Tao Zhao

A tra­vés de un guión del rea­li­za­dor com­par­ti­do con Wan Jiahuan la his­to­ria comien­za a prin­ci­pios de siglo en la nor­te­ña ciu­dad de Datong don­de se obser­va a un gru­po de muje­res bai­lar y can­tar ani­ma­da­men­te para tra­ba­ja­do­res jubi­la­dos. En ese gru­po se halla Quiao­qiao (Tao Zhao) una atrac­ti­va joven que man­tie­ne una román­ti­ca rela­ción con Brother Bin (Li Zhu­bin) quien al poco tiem­po se ale­ja de la ciu­dad en pro­cu­ra de un mejor tra­ba­jo en otra pro­vin­cia. Cuan­do con el paso de los años Quiao­qiao no tie­ne noti­cias de su ena­mo­ra­do empren­de una bús­que­da para poder reen­con­trar­se con él.

La odi­sea atra­ve­sa­da por esta mujer está exce­len­te­men­te logra­da por Tao Zhao quien par­ti­ci­pó en varias de las pelí­cu­las del rea­li­za­dor, sien­do su musa ins­pi­ra­do­ra como asi­mis­mo su espo­sa. La artis­ta inten­sa­men­te trans­mi­te la resi­lien­cia de Quia­qiao quien silen­cio­sa­men­te se va des­pla­zan­do a lo lar­go del país car­gan­do en su inte­rior las emo­cio­nes que expe­ri­men­ta al ir cons­ta­tan­do la gran trans­for­ma­ción eco­nó­mi­ca y social de su país. Ese mis­mo sen­ti­mien­to es el que cap­ta el rea­li­za­dor quien a lo lar­go de 20 años valién­do­se de sus cáma­ras ha segui­do a la mis­ma gen­te en dife­ren­tes regio­nes de Chi­na; en ese queha­cer el cineas­ta per­mi­te que su film efec­túe una remar­ca­ble refle­xión sobre la mane­ra en que el pasa­do ha influi­do en el pre­sen­te y qué es lo que se pue­de vis­lum­brar sobre el futu­ro del gigan­tes­co país.

Con esta ori­gi­nal y pal­pi­tan­te obra, Jia prue­ba una vez más ser uno de los gran­des maes­tros del cine mun­dial. Jor­ge Gutman