SHARP CORNER. Canadá-Irlanda, 2024. Un film escrito y dirigido por Jason Buxton. 110 minutos
Tras su lograda ópera prima Blackbird (2012), el realizador canadiense Jason Burton retorna con un drama psicológico que refleja hasta dónde una incontrolable obsesión puede desestabilizar a una persona norma.

Ben Foster
En un acertado guión basado en el cuento homónimo de Russell Wangersky el cineasta presenta en Sharp Corner a una familia muy bien constituida integrada por Josh (Ben Foster), su esposa Rachel (Cobie Smulders) y su hijo Max (Will Kosovic) de 6 años. En la primera escena se observa el clima de alegría que anima a este trío quien habiendo decidido alejarse de la ciudad de Halifax ha adquirido una propiedad campestre en un apacible lugar un tanto aislado cuya ubicación está próxima a una ruta provista de una estrecha curva por la que es necesario tener la precaución necesaria por quien maneja un automóvil El primer día transcurre normalmente hasta que al anochecer en el momento en que el niño ya está durmiendo y el feliz matrimonio consuma su amor, repentinamente ocurre la colisión de un automóvil contra un árbol del exterior de la vivienda; ese accidente motiva que un neumático desprendido del vehículo tras haber roto una ventana del living se introduzca violentamente al mismo, además de ocasionar la muerte de su conductor. Prontamente van produciéndose nuevos accidentes de tráfico, debido a la desatención de sus conductores en la peligrosa curva de la ruta.
Esas sucesivas colisiones, constituye el comienzo para que Josh comience a obsesionarse con las víctimas, asistiendo a sus funerales además de tomar clases de reanimación de crisis cardíacas. Esa extraña actitud conlleva a que deje de cumplir con sus obligaciones laborales y que asimismo tenga repercusión en su familia. En tal sentido, su hijito siente inseguridad frente a lo que está ocurriendo y en los juguetes que posee reproduce los choques producidos; por su parte su mujer le ruega vender la propiedad a lo que Josh se opone. De nada sirven las sesiones terapéuticas del matrimonio y a la postre cuando su esposa posteriormente se entera de que él ha sido despedido de su trabajo unido al hecho de que sabotea la venta de la casa, ella se marchar con su hijito del hogar y solicita el divorcio.
Buxton efectúa un buen estudio caracterológico de un hombre completamente alienado a través de una narración que a medida que progresa va adquiriendo considerable tensión. En esa magnífica descripción el director es favorecido por la estupenda composición que Foster brinda en el rol protagónico, sin duda el mejor trabajo de su carrera; el actor cabalmente transmite la ansiedad de un individuo que progresivamente se va desintegrando dada su alienación motivada por su fijación de la peligrosa curva del camino y su deseo de salvar a las víctimas. Si a primera instancia resulta difícil de aceptar cómo un hecho fortuito pudo haber causado el deterioro psíquico de Josh, el caso planteado despliega la complejidad del ser humano donde ciertos comportamientos resultan difíciles de comprender. En un rol subalterno es asimismo elogiable la actuación de Smulders como la abnegada y amante mujer que a través de esfuerzos por salvar su matrimonio finalmente adopta la decisión de separarse de su esposo al no poder aceptar su desvarío mental.
Agraciado por la notable fotografía de Guy Godfree y la funcional partición musical del compositor Stephen McKeon, Buxton obtiene un eficaz thriller capaz de mantener la atención de la audiencia a lo largo de su desarrollo. Jorge Gutman