Home­na­je a una Madre

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

FOR THE PLEA­SU­RE OF SEEING HER AGAIN Autor: Michel Trem­blay. Tra­duc­ción: Lin­da Gabo­riau. Direc­ción: Ali­ce Ron­fard. Elen­co: Ellen David, Emma­nuel Sch­wartz. Dura­ción: 1 hora y 45 minu­tos sin entre­ac­to. Repre­sen­ta­cio­nes: has­ta el 1 de Junio de 2025 en el Cen­taur Thea­tre (www.centaurtheatre.com)

Esta obra que ha sido repre­sen­ta­da por el Cen­taur Thea­tre en 1998 y exi­to­sa­men­te actua­da en Cana­dá y Esta­dos Uni­dos, cobra nue­va vida en la mag­ní­fi­ca pro­duc­ción ofre­ci­da por la direc­to­ra Ali­ce Ron­fard. La pie­za cuyo títu­lo ori­gi­nal es “Enco­re une fois, si vous per­met­tez” ha sido muy bien tra­du­ci­da al inglés por Lin­da Gabo­riau guar­dan­do el espí­ri­tu impreg­na­do por el céle­bre dra­ma­tur­go cana­dien­se Michel Trem­blay.

Ellen David y Emma­nuel Sch­wartz (Foto: Cen­taur THeatre)

En esta pie­za ambien­ta­da en Mon­treal en la déca­da del 50 y prin­ci­pios de la siguien­te se asis­te al enco­mia­ble tri­bu­to que su autor ofre­ce a su devo­ta madre Nana a tra­vés del narra­dor (Emma­nuel Sch­wartz) ‑léa­se Trem­blay- quien pasa revis­ta al víncu­lo man­te­ni­do con su pro­ge­ni­to­ra Nana (Ellen David) des­de su tem­pra­na edad has­ta .su ado­les­cen­cia; en la mis­ma resal­ta la valio­sa guía que ella le brin­dó y que habría de con­ver­tir­lo en un afa­ma­do autor teatral.

Ellen David y Emma­nuel Sch­wartz (Foto: Cen­taur Theatre)

Estruc­tu­ra­da a base de viñe­tas muy bien logra­das, en esta serie de encuen­tros entre madre e hijo se asis­te a algu­nos epi­so­dios que ella le trans­mi­te sobre sus parien­tes pró­xi­mos así como rela­tán­do­le his­to­rias para com­pen­sar la edu­ca­ción for­mal que no pudo adqui­rir, como asi­mis­mo su afi­ción por la lite­ra­tu­ra.. Cier­tas esce­nas de enverg­ta­du­ra dra­má­ti­ca están bien sazo­na­das con un aus­pi­cio­so humor.

Ron­fard en su pri­mer tra­ba­jo para el Cen­taur Thea­ter ha logra­do una pues­ta escé­ni­ca impe­ca­ble per­mi­tien­do que sus dos artis­tas pro­ta­gó­ni­cos expre­sen de la mejor for­ma el con­te­ni­do de la pie­za. Para ello la direc­to­ra se ha vis­to favo­re­ci­da con el bri­llan­te desem­pe­ño de Ellen David y Emma­nuel Sch­wartz. Habién­do­se invo­lu­cra­do en cuer­po y alma con su per­so­na­je la actriz ofre­ce una carac­te­ri­za­ción difí­cil de supe­rar, expre­san­do con abso­lu­ta auten­ti­ci­dad las dife­ren­tes expre­sio­nes ges­tua­les e infle­xión de su voz en que Nana se mues­tra exas­pe­ra­da como asi­mis­mo en la muy con­mo­ve­do­ra esce­na en que ve que su vida se aba­te por el cán­cer que la afli­ge; en suma, su actua­ción es impac­tan­te. Por su par­te Sch­wartz ofre­ce una pon­de­ra­ble per­for­man­ce como el hijo siem­pre aten­to a las lec­cio­nes vita­les de su devo­ta pro­ge­ni­to­ra que a pesar de las recri­mi­na­cio­nes que reci­be de ella no hay duda del gran amor que le ofrece.

La esce­no­gra­fía de Gabriel Tsam­pa­lie­ros que abar­ca una mesa con dos sillas es cier­ta­men­te mini­ma­lis­ta pero no se requie­re más dado que los diá­lo­gos repre­sen­tan el foco cen­tral de la obra; con todo resul­ta remar­ca­ble cómo la mis­ma luce mara­vi­llo­sa­men­te en la esce­na cul­mi­nan­te del rela­to. En otros aspec­tos téc­ni­cos cabe dis­tin­guir la ilu­mi­na­ción de Julie Bas­se, el dise­ño sono­ro de Joris Rey y el ves­tua­rio de Cynthia St-Delais

Con esta emo­ti­va y enter­ne­ce­do­ra pie­za de Trem­blay rese­ña­da a tra­vés de sus recuer­dos y febril ima­gi­na­ción, la com­pa­ñía del Cen­taur con­clu­ye exi­to­sa­men­te la actual tem­po­ra­da habien­do una vez más rati­fi­ca­do su pro­pó­si­to de ofre­cer un tea­tro de alta cali­dad que enal­te­ce el pano­ra­ma cul­tu­ral de Mon­treal bajo la con­duc­ción de la direc­to­ra artís­ti­ca Eda Hol­mes.