SUPER HAPPY FOREVER. Japón-Francia, 2024. Un film de Kohei Igarashi. 94 minutos
Como alternativa a las superproducciones de Hollywood que reviste la cartelera de los cines durante la etapa estival, el cinéfilo tiene como opción apreciar Super Happy Forever, el cuarto film del maduro realizador japonés Kohei Igarashi. De naturaleza contemplativa y nutrido de notable melancolía, el director aborda el tema de la felicidad sobre qué es lo que permite que la misma se adentre en el espíritu humano.

Hiroki Sano y Nairu Yamamoto
La historia basada en el guión del cineasta escrito conjuntamente con Koichi Kubodera ubica la acción en la zona costera de la ciudad de Izu ubicada al oeste de Tokio y su narrativa transcurre entre dos períodos temporales que al estar muy bien cohesionados permite seguir su trama sin mayor dificultad.
El comienzo se desarrolla en 2023 cuando Sano (Hiroki Sano) retorna a la ciudad costera donde profundamente enamorado de su mujer Nagi (Nairu Yamamoto), lamenta su reciente inesperada muerte. Estimulado por su gran amigo Miyata (Yoshinori Miyata) se encuentra ocupando la misma habitación del hotel en que su esposa estaba hospedada en 2018. Tratando de encontrar un solaz a la pena de Sano, Miyata que tiene como propósito realizar un seminario sobre la felicidad, trata de apoyarlo a fin de reactivarle su decaído estado anímico.
La acción se retrotrae a 2018 donde en el hotel citado se encuentra la independiente fotógrafa profesional Nagi quien llega a conocer a los dos amigos que están pasando igualmente unos días de vacaciones. Prontamente se establece una atracción entre ella y Sano y de allí que él encuentra en ella al gran amor de su vida. Es así que acudiendo a su memoria y tratando de recolectar los preciosos momentos vividos con su mujer, se aprecia cómo floreció el romance, los largos paseos realizados en la playa y en el centro de la ciudad, que contribuyeron a que él fuese un hombre feliz. En la medida que el relato entronca el presente con el pasado, queda abierta la pregunta si esa conexión a través de los hermosos recuerdos puedan permitirle superar su soledad y volver a experimentar la sensación de felicidad de los últimos 5 años.
Uno de los factores vitales del film reside en las tensiones no reflejadas pero que están muy bien expuestas por las imágenes, donde el realizador logra de este modo generar el impacto emocional en el espectador. A ello se agrega la magnífica fotografía de Wataru Takahashi captando la fuerza surgida de las aguas marinas con sus esplendorosos colores, que muy bien se asocia con la atractiva música de Daigo Sakuragi haciéndonos escuchar la hermosa canción “Beyond the Sea”.
La interpretación del trío protagónico es inobjetable y a ello se agrega la participación de Hoang Nhu Quynh en el rol de An, la inmigrante camarera vietnamita de la pieza ocupada por Nagi, quien llegó a Japón vislumbrando un mejor porvenir del ofrecido en su tierra natal..
En esencia, he aquí un film sutil y elegantemente realizado que en su sencilla apariencia está impregnado de un apreciable contenido poético y que sin apelar a grandilocuencia alguna es capaz de gratificar a una selectiva audiencia. Jorge Gutman