Eva­lua­ción de Can­nes 2015

Cró­ni­ca de Jor­ge Guman

Con la cere­mo­nia rea­li­za­da ayer en don­de el jura­do ofi­cial pre­si­di­do por Joel y Ethan Coen hizo entre­ga de los pre­mios corres­pon­dien­tes a diver­sos rubros, que­dó clau­su­ra­da la sexa­gé­si­ma octa­va edi­ción del Fes­ti­val de Can­nes. En líneas gene­ra­les la selec­ción inclui­da en el rubro com­pe­ti­ti­vo fue mera­men­te acep­ta­ble; hubo cier­tos fil­mes des­ta­ca­bles y otros no tan­to; en cam­bio no hubo pelí­cu­las de tras­cen­den­cia que pudie­ran ser con­si­de­ra­das obras maes­tras del cine.

Los Pre­mios de la Selec­ción Oficial

Antonythassan Jesuthasan en DEEPHAN

Antonythas­san Jesutha­san en DEEPHAN

La dis­tin­ción más impor­tan­te mate­ria­li­za­da con la Pal­ma de Oro fue con­fe­ri­da al film fran­cés Deephan del rea­li­za­dor Jac­ques Audiard. Aun­que no esta­ba en los pro­nós­ti­cos de la mayo­ría de los crí­ti­cos, cabe seña­lar que esta pelí­cu­la reúne sufi­cien­tes méri­tos para haber sido eva­lua­da como la mejor por par­te del jura­do. Audiard, que ya había pre­sen­ta­do en Can­nes Un Pro­fe­ta (2009) por el que ganó el Gran Pre­mio así como Metal y Hue­so (2012), brin­da un film de con­si­de­ra­ble poten­cia abor­dan­do el tema de la inmi­gra­ción y de las difi­cul­ta­des de adap­ta­ción al nue­vo medio. Su per­so­na­je cen­tral es Deephan (Antonytha­san Jesutha­san), un gue­rri­lle­ro tamil de Sri Lan­ka, quien can­sa­do de la mise­ria y vio­len­cia de la gue­rra civil que aco­sa a su pue­blo deci­de emi­grar a Fran­cia en cali­dad de refu­gia­do polí­ti­co; para poder hacer­lo ale­gan­do que tie­ne fami­lia, cuen­ta con la cola­bo­ra­ción de Yali­ni (Kalieas­wa­ri Sri­ni­va­san) que se hace pasar por su espo­sa, y de una niña de 9 años (Clau­di­ne Vina­sithamby) como su hija. Alo­ja­dos en un depar­ta­men­to de un mono­blo­que ubi­ca­do en las afue­ras de un sec­tor mar­gi­nal cer­cano a París, el trío que lle­ga a con­vi­vir como si se tra­ta­ra de un ver­da­de­ro gru­po fami­liar, comien­za a sufrir los emba­tes vio­len­tos de ban­das de nar­co­tra­fi­can­tes don­de la tran­qui­li­dad a la que Deephan aspi­ra­ba deja de ser tal, obli­gán­do­lo a recu­rrir a las tác­ti­cas vio­len­tas uti­li­za­das en Sri Lan­ka. En resu­men, el públi­co asis­te a un rela­to dolo­ro­so mos­tran­do el lado oscu­ro de la inmi­gra­ción rela­ta­do con lace­ran­te veracidad.

Gesa Röhrig en SON OF SAUL

Gesa Röh­rig en SON OF SAUL

El Gran Pre­mio del Jura­do corres­pon­dió a Son of Saul de Lász­lo Nemes y sin duda bien mere­ci­do. Es la pri­me­ra pelí­cu­la del direc­tor hún­ga­ro quien evi­den­cia una sóli­da madu­rez en el mane­jo de la cáma­ra enfo­can­do el tema del Holo­caus­to. El rela­to ubi­ca­do en 1944 pre­sen­ta a Saul Aus­län­der (Gesa Röh­rig) quien es miem­bro del Son­der­kom­man­do, un gru­po de pri­sio­ne­ros judíos que ais­la­dos del res­to del cam­po de con­cen­tra­ción de Ausch­witz-Bir­ke­nau y actuan­do para poder sobre­vi­vir, tie­ne como misión cola­bo­rar con los nazis en el sinies­tro plan de exter­mi­na­ción con­ce­bi­do. Estan­do tra­ba­jan­do en uno de los cre­ma­to­rios des­cu­bre el cadá­ver de un mucha­cho al que reco­no­ce como su hijo; ese es el ele­men­to con­flic­ti­vo del film cuan­do Saul deci­de sal­var el cuer­po del mucha­cho para que en lugar que las lla­mas del fue­go lo con­su­man reci­ba una ade­cua­da sepul­tu­ra judía. Fil­ma­do con cáma­ra en mano, el rit­mo es ver­ti­gi­no­so y febril así como las impla­ca­bles esce­nas de fusi­la­mien­tos a gra­nel, cáma­ras de gas y las inci­ne­ra­cio­nes en los hor­nos, resul­tan difí­ci­les de pre­sen­ciar. Si algu­na obje­ción mere­ce este film es que en algu­nos momen­tos el rela­to se vuel­ve dema­sia­do efec­tis­ta para sacu­dir con más fuer­za al que lo con­tem­pla; de todos modos, esta ópe­ra pri­ma mere­ce ser vista.

El ter­cer pre­mio corres­pon­dien­te al de la Mejor Direc­ción reca­yó en el rea­li­za­dor tai­wa­nés Hou Hsiao Hsien res­pon­sa­ble de The Assa­sin, una copro­duc­ción de Chi­na, Hong Kong y Tai­wan. Como no he teni­do oca­sión de ver este film me abs­ten­go de comen­tar­lo, pero las uná­ni­mes elo­gio­sas crí­ti­cas de quie­nes lo han vis­to, indi­can que se tra­ta de un tra­ba­jo de gran cali­dad don­de la mini­ma­lis­ta his­to­ria que no siem­pre resul­ta difí­cil de cap­tar, está más que com­pen­sa­da por su excep­cio­nal belle­za visual.

The Lobs­ter, copro­duc­ción de Gre­cia, Irlan­da, Gran Bre­ta­ña, Holan­da y Fran­cia, obtu­vo el Pre­mio del Jura­do. El direc­tor grie­go Yor­gos Lanthi­mos se sumer­ge en una his­to­ria absur­da­men­te ori­gi­nal que tie­ne un pun­to de par­ti­da alta­men­te pro­mi­so­rio. En un mun­do futu­ris­ta no se admi­te la sole­dad indi­vi­dual y por lo tan­to quie­nes no ten­gan pare­ja están obli­ga­dos a recluir­se en un hotel don­de con pro­ce­di­mien­tos surrea­lis­tas las auto­ri­da­des del esta­ble­ci­mien­to tra­ta­rán de pro­cu­rar­les el alma geme­la con quien con­vi­vir. David (Colin Farrell), un recien­te divor­cia­do, es uno de los que ingre­san al esta­ble­ci­mien­to don­de se le infor­ma que en un pla­zo máxi­mo de 45 días debe­rá encon­trar la mujer con quien coha­bi­ta­rá por­que de no lograr­lo será con­ver­ti­do en ani­mal; en el even­tual caso que eso lle­ga­ra a suce­der, David comu­ni­ca que desea­ría trans­for­mar­se en lan­gos­ta por­que le apa­sio­na el mar. Tan­to los diá­lo­gos como varias situa­cio­nes joco­sas con­fie­ren a este film anti­sen­ti­men­tal un aire fres­co y reno­va­dor; sin embar­go, al pro­me­diar el metra­je, la his­to­ria se vuel­ve repe­ti­ti­va y es así que el encan­to ini­cial se desvanece.

El pre­mio al Mejor Guión ha sido adju­di­ca­do a Michel Fran­co por el film mexi­cano Chro­nic. El joven rea­li­za­dor ubi­ca la acción en Los Ánge­les pre­sen­tan­do a David, un hom­bre reser­va­do y soli­ta­rio, así como extre­ma­da­men­te meticu­loso y com­pe­ten­te en el tra­ba­jo que rea­li­za como enfer­me­ro de per­so­nas aque­ja­das de dolen­cias ter­mi­na­les. Lo intere­san­te del rela­to es que a pesar de no guar­dar sen­ti­men­ta­li­dad algu­na, se apre­cia la for­ma en que su pro­ta­go­nis­ta logra una gran comu­ni­ca­ción afec­ti­va con sus enfer­mos crean­do de este modo un cli­ma de mani­fies­ta inti­mi­dad. La inter­pre­ta­ción de Tim Roth en el rol cen­tral es exce­len­te, sobre todo por­que es capaz de trans­mi­tir en for­ma sobria y mesu­ra­da los sen­ti­mien­tos inter­nos que alien­tan a su per­so­na­je cuya pasión por lo que rea­li­za le per­mi­te com­pen­sar algu­nos vacíos de su vida pri­va­da, espe­cial­men­te con refe­ren­cia a un dolo­ro­so suce­so que ha des­trui­do a su fami­lia. En esen­cia, el públi­co está fren­te a un film aus­te­ro y bien rea­li­za­do, cuya úni­ca obje­ción resi­de en su esce­na final que ade­más de ser total­men­te inne­ce­sa­ria nada agre­ga al aspec­to cen­tral de esta historia.

Vincent Lindon en LA LOI DU MARCHE

Vin­cent Lin­don en LA LOI DU MARCHE

Vin­cent Lin­don fue dis­tin­gui­do como el Mejor Actor por su inter­pre­ta­ción en el film fran­cés La Loi du Mar­ché de Stépha­ne Bri­zé. Con gran huma­ni­dad Lin­don ani­ma a Thierry, un hom­bre de media­na edad que se encuen­tra des­ocu­pa­do. Con más de 50 años a cues­ta resul­ta difi­cul­to­so hallar un nue­vo empleo y es así que el rela­to va ilus­tran­do el difi­cul­to­so camino que este hom­bre debe reco­rrer a fin de encon­trar un pues­to que per­mi­ta ali­viar su deli­ca­da situa­ción eco­nó­mi­ca, sobre todo por los gas­tos de esco­la­ri­dad de su hijo dis­ca­pa­ci­ta­do a quien quie­re mucho. Así pare­ce­ría que la rea­li­za­ción de cur­sos de pre­pa­ra­ción para nue­vos empleos, los envíos de innu­me­ra­bles currí­cu­lums, entre­vis­tas con con­se­je­ros de tra­ba­jo rea­li­za­das, no tie­nen efec­to alguno más allá de la humi­lla­ción que Thierry debe afron­tar. Final­men­te, des­pués de 20 meses de des­ocu­pa­ción logra un pues­to como agen­te de segu­ri­dad de un super­mer­ca­do; si por un lado resul­ta tran­qui­li­za­dor vol­ver al mer­ca­do labo­ral, no trans­cu­rri­rá mucho tiem­po para que Thierry se sien­ta atra­pa­do por con­flic­tos mora­les cuan­do debe denun­ciar los robos de mer­can­cías de los clien­tes como así tam­bién las con­tra­ven­cio­nes de sus pro­pios com­pa­ñe­ros de tra­ba­jo don­de en un caso espe­cial alcan­za una dra­má­ti­ca dimen­sión. Fil­ma­do con esti­lo casi docu­men­tal, este film sobre la dig­ni­dad huma­na logra reper­cu­tir hon­da­men­te, gra­cias a la con­su­ma­da direc­ción de Bri­zé y la mag­ní­fi­ca pres­ta­ción de Lindon

Rooney Mara y Cate Blanchett en CAROL

Roo­ney Mara y Cate Blan­chett en CAROL

El pre­mio a la Mejor Inter­pre­ta­ción Feme­ni­na fue este año com­par­ti­do por Emma­nue­lle Ber­cot y Roo­ney Mara. Ber­cot lo obtu­vo por su par­ti­ci­pa­ción en el film fran­cés Mon Roi de Maï­wenn; ella encar­na a Tony, una mujer que es admi­ti­da en un cen­tro de recu­pe­ra­ción físi­ca como con­se­cuen­cia de un gra­ve acci­den­te de ski. Es allí don­de reme­mo­ra los amo­res man­te­ni­dos con Geor­gio (Vin­cent Cas­sel), un seduc­tor irre­sis­ti­ble. Las peri­pe­cias vivi­das antes del matri­mo­nio, así como la vida con­yu­gal y el naci­mien­to de un hijo que tan­to ella anhe­la­ba ori­gi­nan una pasión amo­ro­sa des­truc­ti­va, ple­na de alti­ba­jos en una his­to­ria que con una dura­ción de más de dos horas ter­mi­na fati­gan­do. Cier­ta­men­te no hay nada que obje­tar a las caris­má­ti­cas inter­pre­ta­cio­nes de Cas­sel y Ber­cot pero el film no alcan­za a des­lum­brar como tam­po­co tras­cen­der. Muy dife­ren­te es el caso de Carol, mag­ní­fi­co melo­dra­ma ame­ri­cano de Todd Hay­nes por el cual Roo­ney Mara fue dis­tin­gui­da; en el que qui­zás sea la mejor pelí­cu­la que tuve opor­tu­ni­dad de juz­gar den­tro del mar­co de la com­pe­ti­ción ofi­cial, el rea­li­za­dor enfo­ca la his­to­ria de dos muje­res uni­das sen­ti­men­tal­men­te. Basa­do en la nove­la The Pri­ce of Salt de Patri­cia Highs­mith, la acción tie­ne lugar en Nue­va York en las pos­tri­me­rías de 1952 y comien­za cuan­do Carol (Cate Blan­chett), una mujer bur­gue­sa en pro­ce­so de divor­cio, avis­ta a Thé­rè­se (Roo­ney Mara), una joven ven­de­do­ra de un gran empo­rio comer­cial neo­yor­kino; la atrac­ción es mutua des­de el pri­mer momen­to, desa­rro­llán­do­se en con­se­cuen­cia una rela­ción de les­bia­nis­mo en una épo­ca don­de las con­ven­cio­nes socia­les cen­su­ra­ban seve­ra­men­te los amo­res de per­so­nas de igual orien­ta­ción sexual. El film sedu­ce fuer­te­men­te por la exce­len­te des­crip­ción de sus per­so­na­jes, por la mag­ní­fi­ca recons­ti­tu­ción de épo­ca don­de nin­gún deta­lle ha sido deja­do de lado, por su exqui­si­ta belle­za visual así como por la pues­ta en esce­na de Hay­nes en el logra­do retra­to de estas dos muje­res. Es así que sor­pren­da la deci­sión del jura­do al haber exclui­do a Cate Blan­chett del pre­mio ex-acquo concedido.

En lo que con­cier­ne al Mejor Film de la sec­ción ofi­cial Un Cer­tain Regard el jura­do pre­si­di­do por Isa­be­lla Rose­lli­ni deci­dió atri­buir­lo a Rams, copro­duc­ción de Islan­dia, Dina­mar­ca, Norue­ga y Polo­nia. El direc­tor Grí­mur Háko­nar­son narra una emo­ti­va his­to­ria sobre dos her­ma­nos islan­de­ses sol­te­ros, Gum­mi (Sigur­dur Sigur­jons­son) y Kid­di (Theo­dor Juliu­son), vivien­do en una zona rural de Islan­dia; lo curio­so es que estu­vie­ron dis­tan­cia­dos sin hablar­se duran­te 40 años. Cada uno de ellos ama pro­fun­da­men­te a su gana­do de modo tal que cuan­do se lle­ga a detec­tar una enfer­me­dad letal de los ani­ma­les que impli­ca su sacri­fi­cio, ese dra­má­ti­co inci­den­te moti­va­rá a que los her­ma­nos dejen de lado sus dife­ren­cias. Aun­que la tra­ma resul­te peque­ña, el film se valo­ri­za por las bue­nas actua­cio­nes, por una logra­da foto­gra­fía con­tri­bu­yen­do al cli­ma melan­có­li­co que trans­mi­te el rela­to así como por la ilus­tra­ción de la dura vida que se afron­ta en áreas ais­la­das de Islandia.

El direc­tor croa­ta Dali­bor Mata­nic efec­túa una mira­da a las pro­fun­das grie­tas que pro­du­jo la gue­rra de los Bal­ca­nes en The High Sun que obtu­vo el Pre­mio del Jura­do de Un Cer­tain Regard. A tra­vés de 3 his­to­rias de amor con per­so­na­jes dife­ren­tes pero con los mis­mos acto­res, Tiha­na Lazo­vic y Goran Mar­ko­vic, el rela­to trans­cu­rre en 1991 pre­vio a la ini­cia­ción del con­flic­to, en 2001 una vez que la gue­rra ter­mi­nó y en 2011. De este modo duran­te un perío­do de 20 años cada his­to­ria sen­ti­men­tal ilus­tra de qué modo los resen­ti­mien­tos, into­le­ran­cias y pre­jui­cios étni­cos, impi­den que los roman­ces cris­ta­li­cen cuan­do cada una de las par­tes per­te­ne­ce a aldeas veci­nas don­de en este caso una es croa­ta y la otra ser­bia. De algu­na mane­ra este sen­si­ble film mues­tra cómo las heri­das de la gue­rra aún no han cica­tri­za­do en la medi­da que su gen­te se encuen­tra toda­vía atra­pa­da por los acon­te­ci­mien­tos que han azo­ta­do a la región.

El rea­li­za­dor Kiyoshi Kuro­sa­wa ha sido pre­mia­do por el film japo­nés Jour­ney to the Sho­re, una his­to­ria super­na­tu­ral que trans­cu­rre a rit­mo de cara­col. En esen­cia, Mizu­ku (Eri Fukatzu) es una intro­ver­ti­da mujer que se dedi­ca a dar lec­cio­nes de piano; un buen día se encuen­tra con su mari­do (Tada­no­bu Asano) ausen­te del hogar por espa­cio de 3 años don­de le expli­ca que se había hun­di­do en el mar; aho­ra, intac­to como si nada hubie­se acon­te­ci­do, él le pro­po­ne efec­tuar un via­je a algu­nos luga­res que visi­tó duran­te su muer­te. Esa intri­ga ini­cial lan­gui­de­ce a medi­da que avan­za el metra­je y de este modo el film va per­dien­do eficacia.

Aun­que el rea­li­za­dor se ha des­ta­ca­do por Tok­yo Sona­ta (2008) que fue estre­na­do en Cana­dá con buen éxi­to por par­te de la crí­ti­ca, este via­je a la pla­ya no agre­ga mucho a su currí­cu­lum, aun­que el jura­do evi­den­te­men­te no com­par­tió mi opinión.

Haimer Leal en LA TIERRA Y LA SOMBRA

Hai­mer Leal en LA TIE­RRA Y LA SOMBRA

La crí­ti­ca lati­no­ame­ri­ca­na reci­bió con gran satis­fac­ción la noti­cia de que el film colom­biano La Tie­rra y la Som­bra haya sido pre­mia­do con la Cáma­ra de Oro que se otor­ga a la mejor ópe­ra pri­ma del Fes­ti­val. Habién­do­se dado a cono­cer en la Sema­na de la Crí­ti­ca, el debu­tan­te César Augus­to Ace­ve­do impre­sio­na con esta obra sóli­da y poten­te, cui­da­do­sa­men­te cons­trui­da. En un guión que le per­te­ne­ce, el direc­tor tra­tó de expo­ner algu­nas de las expe­rien­cias que atra­ve­só per­so­nal­men­te per­mi­tien­do así que la pelí­cu­la cons­ti­tu­ya una suer­te de catar­sis en torno a las raí­ces que cons­ti­tu­yen el lazo que une al hom­bre con la tie­rra en que nació. En la fic­ción, la his­to­ria se refie­re a Alfon­so, un vie­jo pai­sano que des­pués de una ausen­cia de 17 años don­de aban­do­nó a los suyos, retor­na al hogar ubi­ca­do en el valle del Cau­ca para salir al encuen­tro de su hijo que pade­ce de una gra­ve enfer­me­dad; allí tam­bién se reen­con­tra­rá con su mujer, nue­ra y su peque­ño nie­to, para tra­tar de repa­rar los erro­res del pasa­do y recu­pe­rar a los suyos. La actriz Sabi­ne Aze­ma que ofi­ció como pre­si­den­ta del jura­do de la Cáma­ra de Oro, tuvo pala­bras elo­gio­sas des­ta­can­do la emo­ción des­per­ta­da por esta pelí­cu­la que aun­que dura y tris­te, deja abier­ta una luz espe­ran­za­do­ra. Ade­más de Hai­mer Leal en el papel pro­ta­gó­ni­co par­ti­ci­pan Hil­da Ruiz, Edi­son Rai­go­sa, Mar­ley­da Soto y José Feli­pe Cárdenas.

Otros Comen­ta­rios de Títu­los Exhibidos

Una escena de EL ABRAZO DE LA SERPIENTE

Una esce­na de EL ABRA­ZO DE LA SERPIENTE

A pesar de que no hubo muchos fil­mes pro­ce­den­tes de Amé­ri­ca Lati­na, su reco­no­ci­mien­to que­dó tras­lu­ci­do con los pre­mios reci­bi­dos. Así, con­fir­man­do la soli­da expan­sión del cine colom­biano, El Abra­zo de la Ser­pien­te del direc­tor Ciro Gue­rra reci­bió el galar­dón de mejor film pre­sen­ta­do en la Quin­ce­na de los Rea­li­za­do­res. Narran­do las aven­tu­ras vivi­das por dos dife­ren­tes cien­tí­fi­cos occi­den­ta­les, Theo­dor Koch-Grun­berg y Richard Evans, quie­nes a prin­ci­pios del siglo pasa­do sepa­ra­da­men­te via­jan al Ama­zo­nas en la bús­que­da de una plan­ta con pro­pie­da­des cura­ti­vas. El pri­me­ro en hacer­lo es el explo­ra­dor Theo­dor quien con­tó con la asis­ten­cia del cha­mán Kara­ma­ka­te, en tan­to que 40 años des­pués la tra­ve­sía es empren­di­da por Evans, esta vez con el mis­mo cha­mán obvia­men­te más ave­jen­ta­do, a fin de com­ple­tar la inves­ti­ga­ción de su ante­ce­sor. El rela­to antro­po­ló­gi­co refle­ja la difi­cul­tad de poder com­pren­der los pode­res de la natu­ra­le­za en un mun­do caó­ti­co y revuel­to. Hacien­do una refe­ren­cia implí­ci­ta a los nega­ti­vos efec­tos del colo­nia­lis­mo, el film que osci­la entre un cli­ma rea­lis­ta y mági­co cons­ti­tu­ye un expe­rien­cia fas­ci­nan­te que cau­ti­va­rá al ciné­fi­lo exigente.

Tam­bién logró lau­ros el film argen­tino La Pato­ta de San­tia­go Mitre que obtu­vo el pre­mio al mejor film de la Sema­na de la Crí­ti­ca así como otro dis­cer­ni­do por la Fipres­ci. Aun­que se tra­te de una nue­va ver­sión de la pelí­cu­la rea­li­za­da por Daniel Tynai­re en 1960 con Mirtha Legrand, el enfo­que difie­re. Pau­li­na (Dolo­res Fon­zi) es hija de Fer­nan­do (Oscar Mar­tí­nez), un juez de la pro­vin­cia de Misio­nes que disien­te con la deci­sión de que su hija, una bri­llan­te estu­dian­te, aban­do­ne la carre­ra de abo­ga­cía para impar­tir docen­cia en una zona des­fa­vo­re­ci­da del nores­te argen­tino. Ya ins­ta­la­da y com­ple­ta­men­te com­pro­me­ti­da con sus con­vic­cio­nes de cum­plir una labor peda­gó­gi­ca al ser­vi­cio de la comu­ni­dad, a los pocos días es obje­to de una vio­len­ta agre­sión noc­tur­na por una pato­ta de cin­co jóve­nes lide­ra­da por Ciro (Chris­tian Sal­gue­ro). Fren­te al com­por­ta­mien­to natu­ral de toda mujer vio­la­da que denun­cia­ría el sal­va­je hecho, ella adop­ta una acti­tud total­men­te opues­ta al acep­tar la situa­ción tal como es inclu­yen­do su esta­do de emba­ra­zo como resul­ta­do del vio­len­to acto. Quie­nes la rodean, en espe­cial su padre y su novio (Este­ban Lamothe) no lle­gan a com­pren­der las razo­nes que moti­van a Pau­li­na a actuar de esa mane­ra al pun­to tal que el espec­ta­dor tam­bién resul­ta con­fun­di­do al no poder aden­trar­se en su psi­co­lo­gía. Mitre pre­sen­ta la situa­ción como una con­fron­ta­ción entre la ver­dad de los hechos y la jus­ti­cia seña­lan­do en una fra­se men­cio­na­da por Pau­li­na que los jue­ces úni­ca­men­te bus­can cul­pa­bles. Cuan­do se nie­ga ter­mi­nan­te­men­te a abor­tar fren­te a su cons­ter­na­do padre, ella le repli­ca que el hijo por nacer es pro­duc­to de una reali­dad social que ni ella ni su pro­ge­ni­tor están en con­di­cio­nes de comprender.

El film man­tie­ne inte­rés a lo lar­go del rela­to aun­que sin duda gene­ra­rá con­tro­ver­sias rela­cio­na­das con la ideo­lo­gía que lo ins­pi­ra. La estruc­tu­ra narra­ti­va del film es cier­ta­men­te ori­gi­nal aun­que no nece­sa­ria­men­te del todo logra­da. La inter­pre­ta­ción del homo­gé­neo elen­co es con­vin­cen­te, sobre todo en el caso de Fon­zi lucién­do­se en el papel central.

Pre­mia­do como el mejor docu­men­tal pre­sen­ta­do en el Fes­ti­val, la pelí­cu­la Allen­de mi Abue­lo Allen­de de Mar­cia Tam­but­ti, nie­ta de Sal­va­dor Allen­de, se cen­tra en el derro­te­ro segui­do por los nume­ro­sos miem­bros de la fami­lia del ex Pre­si­den­te chi­leno, como con­se­cuen­cia del gol­pe de esta­do del 11 de Sep­tiem­bre de 1973, en don­de Allen­de como es bien sabi­do, opta por el sui­ci­dio antes de tener que entre­gar­se a las fuer­zas gol­pis­tas. En la inves­ti­ga­ción, la rea­li­za­do­ra tra­ta de deve­lar los secre­tos bien guar­da­dos por sus ances­tros don­de pare­ce­ría exis­tir una cons­pi­ra­ción de silen­cio en lo que con­cier­ne a la figu­ra de Allen­de como espo­so, padre y abue­lo. Es así que en esa bús­que­da, par­te de su obje­ti­vo es logra­do a tra­vés de con­ver­sa­cio­nes man­te­ni­das con sus pri­mos así como la pre­sen­ta­ción de un álbum de fotos que una de sus pri­mas había guar­da­do celo­sa­men­te y que Tam­but­ti se impu­so del mis­mo duran­te la fil­ma­ción del documental.

La pelí­cu­la resul­ta intere­san­te de con­tem­plar pero a pesar de estar bien fil­ma­da más se ase­me­ja a una cró­ni­ca o dia­rio fami­liar que a un docu­men­to intros­pec­ti­vo que arro­je luces pre­ci­sas sobre la per­so­na­li­dad del pre­si­den­te. Ade­más de las fotos, el docu­men­tal se cen­tra en par­te en las char­las de Tam­but­ti con su abue­la Ten­cha –el nom­bre fami­liar de la viu­da de Allen­de- don­de algu­nas pre­gun­tas indis­cre­tas obli­gan a su inter­lo­cu­to­ra a admi­tir el espí­ri­tu don­jua­nes­co de su espo­so ade­más de con­fe­sar el sufri­mien­to pade­ci­do por el com­por­ta­mien­to adúl­te­ro de su mari­do, en espe­cial con su secre­ta­ria pri­va­da Miria Con­tre­ras, fami­liar­men­te cono­ci­da como la Payi­ta, a pesar de que ella no apa­re­ce en el docu­men­tal. Tam­bién emer­ge en el film su tía Bea­triz quien habién­do­se exila­do en Cuba asu­me una posi­ción revo­lu­cio­na­ria pero ter­mi­na sui­ci­dán­do­se en 1977 por la gran depre­sión que la afli­ge. En resu­men sin lle­gar a ser un docu­men­tal excep­cio­nal segu­ra­men­te con­ta­rá con la adhe­sión de un públi­co leal a la memo­ria del ex man­da­ta­rio chileno.

Una vez más el exce­len­te direc­tor japo­nés Hiro­ka­zu Kore-da infun­de huma­ni­dad a Our Little Sis­ter. Des­cri­bien­do el entra­ma­do que exis­te en las rela­cio­nes fami­lia­res, uti­li­za la muer­te de un fami­liar para enfo­car la rela­ción exis­ten­te entre 3 her­ma­nas adul­tas y una hermanastra.

En Kama­ku­ra, una ciu­dad de pla­ya ubi­ca­da no muy lejos de Tokio, viven Sachi (Aya­se Haru­ka), Yoshino (Naga­sa­wa Masa­mi) y Chi­ka (Kaho). La rela­ción fra­ter­nal exis­ten­te es muy sóli­da a pesar de que a veces pue­den pro­du­cir­se cier­tas esca­ra­mu­zas, muy natu­ra­les entre her­ma­nas. Es Sachi quien en la prác­ti­ca actúa como una espe­cie de madre pro­tec­to­ra de sus otras dos her­ma­nas meno­res des­de el momen­to en que la pro­ge­ni­to­ra se mudó y la abue­la murió. Cuan­do reci­ben la noti­cia de que el padre, que hizo aban­dono del hogar hace mucho tiem­po, aca­ba de falle­cer, al acu­dir a los fune­ra­les se encuen­tran con Suzu (Hiro­se Suzu), la her­ma­nas­tra ado­les­cen­te que has­ta ese momen­to no habían cono­ci­do pero que bio­ló­gi­ca­men­te están vin­cu­la­das a tra­vés de un padre en común.

El rela­to, cuyo guión per­te­ne­ce al rea­li­za­dor, se des­en­vuel­ve cal­ma­da­men­te ilus­tran­do a tra­vés de una suce­sión de viñe­tas el modo en que Suzu es acep­ta­da como un nue­vo inte­gran­te de la fami­lia y el modo en que estos per­so­na­jes per­ci­ben las face­tas de la vida y la muer­te en el con­tex­to de los lazos que las unen. Aun­que este film no alcan­ce la dimen­sión dra­má­ti­ca de Like Father, Like Son (2013), penúl­ti­mo tra­ba­jo del rea­li­za­dor, de todos modos es capaz de lograr un cua­dro ínti­mo y cáli­do, pleno de emo­cio­nes encu­bier­tas, don­de tras­cien­den los valo­res de la familia.

Nanny Moretti y Margherita Buy en MIA MADRE

Nanny Moret­ti y Marghe­ri­ta Buy en MIA MADRE

Aun­que a la hora de los pre­mios salió con las manos vacías, Mia Madre de Nan­ni Moret­ti es una pelí­cu­la menor en su fil­mo­gra­fía que de todos modos se des­ta­ca por su cali­dez huma­na. Narran­do las vici­si­tu­des de Marghe­ri­ta (Marghe­ri­ta Buy), una direc­to­ra de cine que lucha deses­pe­ra­da­men­te con las acti­tu­des luná­ti­cas e inse­gu­ras de su actor pro­ta­gó­ni­co ame­ri­cano (John Tur­tu­rro) en la pelí­cu­la de con­no­ta­cio­nes socia­les que tie­ne en sus manos, el film alcan­za un nivel de esti­ma­ble pate­tis­mo al tener que estar per­ma­nen­te­men­te aler­ta con la enfer­me­dad de su madre mori­bun­da (Giu­lia Laz­za­ri­ni). Lo que se exhi­be pue­de que cier­to públi­co lo con­si­de­re banal pero el des­tino inexo­ra­ble de la pró­xi­ma muer­te de su pro­ge­ni­to­ra logra con­mo­ver, don­de no resul­ta extra­ño que el rea­li­za­dor haya vol­ca­do aspec­tos de su vida per­so­nal cuan­do enfren­tó la muer­te de su pro­pia madre duran­te la eta­pa de post pro­duc­ción de Habe­mus papam (2011).

Intere­san­te para des­ta­car es que el doble pro­ce­so vivi­do en el tra­ba­jo y en su vida per­so­nal hacen de Marghe­ri­ta el alter ego de Moret­ti refle­jan­do el ínti­mo dra­ma fami­liar. Para ate­nuar los efec­tos melo­dra­má­ti­cos del rela­to, el direc­tor ape­la a la gra­cia y sim­pa­tía de Tur­tu­rro. En esen­cia, éste es un film que glo­bal­men­te con­si­de­ra­do habrá de con­ten­tar a los ciné­fi­los que gus­tan del cine de Moretti.

Michael Caine y Harvey Keitel en YOUTH

Michael Cai­ne y Har­vey Kei­tel en YOUTH

Otro buen film que no ha sido recom­pen­sa­do por el jura­do ofi­cial es Youth don­de Pao­lo Sorren­tino fil­ma en idio­ma inglés para rela­tar la his­to­ria de dos vie­jos cama­ra­das. Uno de ellos es Fred (Michael Cai­ne), un direc­tor musi­cal reti­ra­do, y el otro Mick (Har­vey Kei­tel), un cineas­ta aún acti­vo; ambos sue­len reu­nir­se anual­men­te duran­te la épo­ca esti­val en un hotel ubi­ca­do en una región alpi­na de Sui­za para com­par­tir gra­tos momen­tos con la pre­sen­cia de un buen núme­ro de cele­bri­da­des. La esta­día anual se ve per­tur­ba­da por la insis­ten­cia de un emi­sa­rio de la Rei­na Isa­bel que desea que Fred diri­ja un con­cier­to en Lon­dres en base a cier­tas can­cio­nes, don­de el músi­co se nie­ga a com­pla­cer­lo por razo­nes muy per­so­na­les; otros per­so­na­jes inclu­yen a Miss Uni­ver­so (Mada­li­na Ghne­nea), un ex fut­bo­lis­ta de extra­or­di­na­ria popu­la­ri­dad, otro visi­tan­te que se ase­me­ja Adolf Hitler, y fun­da­men­tal­men­te la pre­sen­cia de una madu­ra y popu­lar actriz (Jane Fon­da) que se nie­ga a par­ti­ci­par en el pró­xi­mo film de Mick por­que lo con­si­de­ra un direc­tor deca­den­te debi­do a que su ima­gi­na­ción crea­ti­va del pasa­do se ha des­va­ne­ci­do con el trans­cur­so del tiempo.

En el mar­co de un medio pin­to­res­co con algu­nas con­no­ta­cio­nes surrea­lis­tas que carac­te­ri­zan el cine de Sorren­tino, el film refle­ja la reali­dad ineluc­ta­ble de la vida don­de resul­ta impo­si­ble con­ser­var la eter­na juven­tud cuan­do el dete­rio­ro físi­co y/o men­tal comien­za a fla­quear. La inter­pre­ta­ción de Cai­ne, repo­sa­da y sobria, así como la de Kei­tel resul­ta a todas luces exi­to­sa, don­de ambos acto­res man­tie­nen una píca­ra com­pli­ci­dad que con­ta­gia al espectador.

Teodor Corban en ONE FLOOR BELOW

Teo­dor Cor­ban en ONE FLOOR BELOW

Otro film satis­fac­to­rio es One Floor Below del direc­tor rumano Radu Mun­tean. La ori­gi­nal his­to­ria pone a prue­ba el modo en que la jus­ti­cia pue­de ser eva­si­va con res­pec­to a la vera­ci­dad de los hechos pro­du­ci­dos, tal como son expues­tos aquí.

Teo­dor Cor­ban da vida a San­du Patras­cu, un indi­vi­duo de media­na edad vivien­do en Buca­rest y sin ras­gos espe­cia­les para defi­nir­lo, sal­vo el seña­lar que tie­ne una fami­lia inte­gra­da por su espo­sa Olga (Oxa­na Mora­vec) y su hijo ado­les­cen­te Matei (Ionut Bora). Cuan­do un día, des­pués de haber pasea­do a su perro, regre­sa a su hogar subien­do las esca­le­ras del edi­fi­cio en que habi­ta para lle­gar al ter­cer piso, oye que en el depar­ta­men­to del segun­do piso se pro­du­ce una vio­len­ta dis­cu­sión entre un hom­bre y una mujer. Sin dar mayor impor­tan­cia a esa refrie­ga, todo pro­si­gue nor­mal­men­te para Patras­cu has­ta que al día siguien­te se ente­ra que la mujer del piso de aba­jo ha sido ase­si­na­da. A pesar de que tie­ne la con­vic­ción de que Vali (Iulian Postel­ni­cu), el hom­bre con el que la difun­ta com­par­tía el depar­ta­men­to, ha sido el cri­mi­nal, cuan­do la poli­cía inte­rro­ga a Patras­cu éste mani­fies­ta no haber oído nada. De ahí en más, comen­za­rá a tra­ba­jar la con­cien­cia de este hom­bre cuan­do pien­sa que de haber inter­ve­ni­do en su momen­to se hubie­se podi­do evi­tar el crimen.

El rela­to adquie­re el carác­ter de un thri­ller por­que Patras­cu sabe que Vali es cons­cien­te de que él cono­ce la ver­dad aun­que no la reve­ló a las auto­ri­da­des. Es allí que se ini­cia un enfren­ta­mien­to peli­gro­so cuan­do Vali comien­za a entro­me­ter­se en su vida fami­liar. Sin ade­lan­tar más sobre el deve­nir de los acon­te­ci­mien­tos, la his­to­ria demues­tra cómo la cobar­día de un hom­bre hacién­do­se invo­lun­ta­ria­men­te cóm­pli­ce del ase­sino, per­mi­te que un cri­men que­de impu­ne don­de de esta mane­ra los con­cep­tos de ver­dad, moral y car­go de con­cien­cia aflo­ran con máxi­ma inten­si­dad. La exce­len­te pues­ta en esce­na, el rea­lis­mo de los acto­res en el desem­pe­ño de sus per­so­na­jes y el cli­ma de sus­pen­so logra­do son los fac­to­res dis­tin­ti­vos de esta nota­ble film, con­fir­man­do a Mun­tean como un impor­tan­te direc­tor del cine rumano.

Home­na­je a Agnès Varda

Agnès Varda en el Festival de Cannes

Agnès Var­da en el Fes­ti­val de Cannes

En la vela­da de clau­su­ra del Fes­ti­val la exce­len­te direc­to­ra Agnès Var­da, que maña­na cum­ple 87 años, fue dis­tin­gui­da con la Pal­ma de Oro de Honor como reco­no­ci­mien­to a su mag­ní­fi­ca tra­yec­to­ria artística.

Es ella la pri­me­ra mujer en reci­bir tan impor­tan­te dis­tin­ción suce­dien­do así a Woody Allen (2002), Manoel de Oli­ve­ra (2008), Clint East­wood (2009) y a Ber­nar­do Ber­to­luc­ci (2011).

La direc­to­ra, alta­men­te con­mo­vi­da, dedi­có ese pre­mio a Jac­ques Demy, su mari­do ya des­apa­re­ci­do, anun­cian­do que la Pal­ma será colo­ca­da en su casa al lado de la Pal­ma de Oro que él había reci­bi­do en 1964 por la inol­vi­da­ble joya musi­cal Los Para­guas de Cherburgo.