Sin Res­pi­ro

DON’T BREATHE. Esta­dos Uni­dos, 2016. Un film de Fede Alvarez

El direc­tor uru­gua­yo Fede Álva­rez radi­ca­do en Esta­dos Uni­dos demos­tró en 2013 una sin­gu­lar madu­rez cine­ma­to­grá­fi­ca con su ópe­ra pri­ma Evil Dead, un buen film de terror. Es aho­ra, en su segun­do tra­ba­jo don­de rati­fi­ca su talen­to para este tipo de géne­ro al haber crea­do un thri­ller suma­men­te audaz y ori­gi­nal. Cier­ta­men­te, Don’t Breathe es un rela­to que man­tie­ne al espec­ta­dor en per­ma­nen­te vilo.

Dylan Minnette

Dylan Min­net­te

La acción trans­cu­rre en Detroit don­de Alex (Dylan Min­net­te), Rocky (Jane Levy) y su ami­go Money (Daniel Zovat­to), con­for­man un trío de jóve­nes delin­cuen­tes que rea­li­zan sus fecho­rías inva­dien­do las casas de gen­te pudien­te cuan­do se hallan ausen­tes. Eso es posi­ble debi­do a que Alex faci­li­ta a sus com­pin­ches las lla­ves para entrar a las vivien­das así como la infor­ma­ción sobre las alar­mas res­pec­ti­vas por­que su padre que tra­ba­ja en una com­pa­ñía de segu­ri­dad guar­da una copia de las mis­mas. Si bien los robos son de menor cuan­tía, una opor­tu­ni­dad ines­pe­ra­da se pre­sen­ta cuan­do se ente­ran de que un vete­rano mili­tar cie­go (Stephen Lang) vivien­do solo en una casa aban­do­na­da del vecin­da­rio ha reci­bi­do la suma de 300 mil dóla­res como com­pen­sa­ción debi­do a la muer­te de su hijo que falle­ció en un lamen­ta­ble acci­den­te auto­mo­vi­lís­ti­co. Los más entu­sias­tas para rea­li­zar el asal­to son Rocky, que con el dine­ro que pue­da obte­ner podrá via­jar a Cali­for­nia con su hiji­ta para ini­ciar una eta­pa más ven­tu­ro­sa de su vida, y Money que habrá de acom­pa­ñar­la; por su par­te, Alex es reluc­tan­te a empren­der una aven­tu­ra que con­si­de­ra ries­go­sa aun­que en últi­ma ins­tan­cia deci­de par­ti­ci­par en la misma.

En apa­rien­cia todo pare­ce resul­tar sen­ci­llo. Haber pene­tra­do en la casa duran­te las horas noc­tur­nas con el hom­bre cie­go dur­mien­do per­mi­te que los per­pe­tra­do­res guar­dan­do el máxi­mo silen­cio posi­ble pue­dan pro­ce­der a ubi­car rápi­da­men­te el impor­tan­te botín y salir cuan­to antes del lugar del deli­to. Sin embar­go, algo dife­ren­te ocu­rre cuan­do el anciano des­pier­ta y sos­pe­chan­do de que hay gen­te mero­dean­do su hogar tra­ta de enfren­tar­los. Así, los intru­sos pron­ta­men­te se dan cuen­ta que deben vér­se­las con un inter­lo­cu­tor que no es tan débil como pare­cía. A tra­vés de una serie de enfren­ta­mien­tos se com­pro­ba­rá cómo una per­so­na inde­fen­sa vuel­ca sus ener­gías efec­tuan­do una inten­sa cace­ría que se ase­me­ja a la de un gato furio­so per­si­guien­do a tres rato­nes aco­rra­la­dos en los con­fi­nes de un redu­ci­do espa­cio geográfico.

Tan­to la minu­cio­sa pues­ta escé­ni­ca de Álva­rez como su exce­len­te guión escri­to con Rodo Saya­gues per­mi­te que en casi una hora y media de dura­ción la ten­sión se man­ten­ga cons­tan­te. Cuan­do en deter­mi­na­do momen­to pare­ce­ría que el rela­to está con­clu­yen­do, apa­re­cen nue­vas situa­cio­nes ines­pe­ra­das que reavi­van el sus­pen­so, sobre todo en algu­nas ins­tan­cias en que la luz des­apa­re­ce y toda la acción se des­en­vuel­ve en ple­na oscu­ri­dad. El tra­ba­jo logra­do por Pedro Luque como direc­tor de foto­gra­fía es impe­ca­ble; al ubi­car su cáma­ra con abso­lu­ta pre­ci­sión para seguir los des­pla­za­mien­tos de los per­so­na­jes, crea una atmós­fe­ra de páni­co deci­di­da­men­te realista.

Otra de las vir­tu­des del film es que a pesar de sus esca­sos diá­lo­gos, los jóve­nes acto­res logran una muy bue­na com­po­si­ción de sus per­so­na­jes, como así tam­bién se dis­tin­gue la labor de Lang que en su rol prác­ti­ca­men­te silen­cio­so carac­te­ri­za efi­caz­men­te al no viden­te que se con­vier­te en el inti­mi­dan­te pre­da­dor del relato.

Aun­que el film no está exen­to de vio­len­cia, la mis­ma resul­ta fun­cio­nal a la tra­ma de este muy entre­te­ni­do dra­ma de sus­pen­so que es capaz de sub­ver­tir las expec­ta­ti­vas del públi­co. Jor­ge Gutman