El Tris­te Des­tino de una Periodista

CHRIS­TI­NE. Esta­dos Uni­dos, 2016. Un film de Anto­nio Campos

El tris­te des­tino de una joven repor­te­ra des­apa­re­ci­da a la tem­pra­na edad de 29 años cobra vigor dra­má­ti­co en este film que Anto­nio Cam­pos narra impecablemente.

Rebecca Hall

Rebec­ca Hall

La acción trans­cu­rre en los pri­me­ros años de la déca­da del 70 don­de se sale al encuen­tro de Chris­ti­ne Chub­buck (Rebec­ca Hall), una inquie­ta perio­dis­ta que tie­ne a su car­go un pro­gra­ma de tele­vi­sión de la esta­ción WZRB en Sara­so­ta, Flo­ri­da. Preo­cu­pa­da por difun­dir infor­mes de cali­dad de natu­ra­le­za social, ella no pue­de desa­rro­llar su inmen­so poten­cial por­que su geren­te (Tracy Letts), muy preo­cu­pa­do por los nive­les de audien­cia que se encuen­tran muy bajos, desea que las noti­cias brin­da­das por su equi­po ten­gan una con­no­ta­ción sen­sa­cio­na­lis­ta, irre­le­van­te de su contenido.

Fren­te a la situa­ción plan­tea­da, la úni­ca espe­ran­za de que las cosas mejo­ren se pro­du­ce cuan­do el due­ño de la esta­ción (John Cullum) adquie­re una emi­so­ra en Bal­ti­mo­re y tie­ne la inten­ción de tras­la­dar a algu­nos de los mejo­res talen­tos a la nue­va esta­ción; en ese cam­bio Chris­ti­ne ten­dría la opor­tu­ni­dad de des­ple­gar con mayor for­tu­na su capa­ci­dad perio­dís­ti­ca difun­dien­do pro­gra­mas de mayor tras­cen­den­cia; sin embar­go, muy pron­to verá que su sue­ño no se con­cre­ta al ver que no ha sido con­si­de­ra­da para la posi­ción aspirada.

Ade­más de ilus­trar el medio com­pe­ti­ti­vo que exis­te en el ambien­te perio­dís­ti­co de los repor­te­ros tele­vi­si­vos y de la pre­sión de la que se es obje­to para cum­plir con las fun­cio­nes asig­na­das, el film se preo­cu­pa de des­cri­bir la per­so­na­li­dad con­flic­ti­va de Chris­ti­ne. En el guión de Craig Shi­lo­wich se la pre­sen­ta como una mujer vul­ne­ra­ble, con cier­ta ten­den­cia depre­si­va, inca­paz de man­te­ner inti­mi­dad algu­na, aún vir­gi­nal y vivien­do con su madre A(J. Smith-Came­ron). Algu­nos de esos fac­to­res tras­cien­den en el medio en que tra­ba­ja y en tal sen­ti­do se des­ta­ca la bue­na volun­tad de Geor­ge Ryan (Michael C. Hall), uno de sus cole­gas que será trans­fe­ri­do a Bal­ti­mo­re, quien la invi­ta a asis­tir a un semi­na­rio tera­péu­ti­co para mejo­rar su esta­do aní­mi­co del cual él ha obte­ni­do bue­nos resultados.

El tra­ba­jo de Rebec­ca Hall es alta­men­te enco­mia­ble al trans­mi­tir con gran expre­si­vi­dad la incer­ti­dum­bre, vul­ne­ra­bi­li­dad y la natu­ra­le­za anti­so­cial de esta diná­mi­ca perio­dis­ta que en julio de 1974 adop­ta una deci­sión fatal; así, en ple­na emi­sión de su pro­gra­ma tele­vi­si­vo, se sui­ci­da de un tiro en la sien fren­te al estu­por de sus cole­gas y de los teles­pec­ta­do­res que con­tem­plan su deses­pe­ra­do acto. Sin lle­gar a des­en­tra­ñar por com­ple­to la per­so­na­li­dad de Chub­buck, lo cier­to es que el rea­li­za­dor explo­ra con sen­si­bi­li­dad los últi­mos meses de esta repor­te­ra inte­li­gen­te y legí­ti­ma­men­te ambi­cio­sa que no obs­tan­te resul­tó frus­tra­da tan­to en su vida per­so­nal como pro­fe­sio­nal­men­te. Jor­ge Gutman