Tres Anun­cios Controvertidos

THREE BILL­BOARDS OUTSI­DE EBBING, MIS­SOU­RI. Esta­dos Uni­dos, 2017. Un film escri­to y diri­gi­do por Mar­tin McDonagh

Fran­ces McDor­mand, en otra de sus gran­des actua­cio­nes, delei­ta per­so­ni­fi­can­do a un per­so­na­je cier­ta­men­te pecu­liar. En esta come­dia negra el direc­tor Mar­tin McDo­nagh ilus­tra el cua­dro de una mujer que recu­rre a un medio inusi­ta­do para des­per­tar la con­cien­cia de quie­nes no han reac­cio­na­do sufi­cien­te­men­te a la tra­ge­dia que el des­tino le ha deparado.

Fran­ces McDormand

McDor­mand es Mil­dred Hayes quien ha per­di­do a Ange­la (Kathryn New­ton), su hija ado­les­cen­te que ha sido bru­tal­men­te vio­la­da y ase­si­na­da. Vivien­do en Ebbing, un pue­blo de fic­ción ubi­ca­do en las afue­ras de Mis­sou­ri, ella no pue­de con­tro­lar su pena al ver que des­pués de varios meses de acon­te­ci­do el cri­men, aún no haya habi­do res­pues­ta algu­na por par­te de las auto­ri­da­des loca­les. De allí que con su pacien­cia ya col­ma­da deci­de diri­gir­se al agen­te de ven­tas local (Caleb Landry Jones) para alqui­lar por espa­cio de un año tres car­te­les publi­ci­ta­rios que se encuen­tran a lo lar­go de una ruta local a fin de colo­car avi­sos denun­cian­do ese hecho; en uno de ellos se lee “rap­ta­da mien­tras está murien­do”, en otro “y aún no hay arres­tos” y en el ter­ce­ro “¿A qué se debe, She­riff Willoughby?”.

Cuan­do Jason Dixon (Sam Rock­well), el racis­ta ofi­cial de poli­cía, pasa por el lugar se que­da sor­pren­di­do por lo que ve y de inme­dia­to se comu­ni­ca con el she­riff Bill Willoughby (Woody Harrel­son) para poner­lo al tan­to de lo que suce­de. El she­riff en for­ma ama­ble se acer­ca a lo de Mil­dred para con­ver­sar con ella hacién­do­le ver que él ha hecho todos los esfuer­zos posi­bles para loca­li­zar al ase­sino pero que lamen­ta­ble­men­te aún no se ha podi­do iden­ti­fi­car­lo; ella se man­tie­ne impa­si­ble sin acep­tar las expli­ca­cio­nes brin­da­das e inclu­so no se inmu­ta en abso­lu­to cuan­do él le dice que pade­ce de un cán­cer ter­mi­nal. Man­te­nien­do la pos­tu­ra rígi­da de no aten­der excu­sa algu­na que pue­da jus­ti­fi­car que aún no se haya sabi­do quién ha sido el cri­mi­nal, la mujer tam­po­co acce­de a las argu­men­ta­cio­nes del cura local (Nick Searcy) que tam­bién la visi­ta, ni la de su den­tis­ta a quien ter­mi­na atacando.

Curio­sa­men­te a medi­da que el rela­to va desa­rro­llán­do­se, las sim­pa­tías del espec­ta­dor van len­ta­men­te des­pla­zán­do­se de Mil­dred hacia Willoughby en la medi­da que la pobla­ción local que quie­re al she­riff con­si­de­ra de mal gus­to la acti­tud adop­ta­da por Mil­dred con los letre­ros acu­sa­to­rios. Si bien es com­pren­si­ble el dolor de una madre fren­te a la pér­di­da de su hija y sin que se lle­gue a saber quién es el cul­pa­ble, la furia y odio que emer­gen de Mil­dred son de tal natu­ra­le­za don­de sus actos de vio­len­cia no per­mi­ten crear la com­pa­sión que en cir­cuns­tan­cias nor­ma­les mere­ce­ría; menos aún la alian­za cir­cuns­tan­cial que lle­ga a for­jar con el repe­len­te jefe de policía.

El rela­to pro­gre­si­va­men­te va asu­mien­do el carác­ter de un moderno wes­tern don­de la ven­gan­za vio­len­ta de cier­tos actos solo sir­ve para engen­drar otros de mayor vio­len­cia. A pesar del con­tex­to dra­má­ti­co de esta his­to­ria, sub­ya­ce un humor corro­si­vo que per­mi­te que su cru­de­za no resul­te deprimente.

Bien rea­li­za­do, con algu­nas obser­va­cio­nes en que se mani­fies­tan ras­gos racis­tas y sexis­tas del medio social en que trans­cu­rre el rela­to, la prin­ci­pal obje­ción for­mu­la­da al film es que pro­gre­si­va­men­te adquie­re giros ines­pe­ra­dos caren­tes de vero­si­mi­li­tud y que por razo­nes de dis­cre­ción no con­vie­ne reve­lar. De todos modos, el film se deja ver por su buen elen­co y sobre todo por la mag­ní­fi­ca inter­pre­ta­ción de McDor­mand, como una mujer sedien­ta de jus­ti­cia. Jor­ge Gutman