CARNAGE. Francia-Alemania-Polonia-España, 2011. Dirección: Roman Polanski. Distribución: SONY Pictures Home Entertainment (2012)
Resulta difícil sustraer la favorable impresión que me causó Le Dieu du Carnage, la pieza teatral de la dramaturga francesa Yasmina Reza, apreciada en francés y posteriormente en inglés. De allí que ahora, después de haber visto el film de Roman Polanski basado en la mencionada obra, no puedo menos que expresar mi gran satisfacción al comprobar la precisión con que el traslado al cine fue efectuado. Se trata de una pieza de cámara donde todo su desarrollo queda confinado a un solo escenario; sin embargo lejos de resultar claustrofóbica, la versión cinematográfica adquiere vuelo propio debido a la forma en que ha sido abordada. Polanski, valiéndose del guión por él escrito conjuntamente con Reza, para disimular su estructura teatral ubica las cámaras de tal modo que contribuye a que el espectador olvide por completo que está presenciando teatro filmado.
La historia de Reza es una ácida y lúcida descripción de las manifestaciones deplorables que pueden adquirir las relaciones humanas cuando la racionalidad cede paso al instinto animal.
A diferencia de la pieza teatral, el film transcurre en Nueva York en lugar de París y comienza con una secuencia que se desarrolla en un parque donde dos preadolescentes de 11 años de edad se pelean y uno de ellos golpea con un palo la cara del otro haciéndole perder dos dientes. De allí en más todo transcurre en el departamento de Penelope (Jodie Foster) y Michael Longstreet (John C. Reilly), los padres del chico golpeado, quienes reciben la visita de Nancy (Kate Winslet) y Alan Cowan (Christoph Waltz), los progenitores del niño victimario. .El encuentro tiene como propósito redactar en conjunto una carta al comité disciplinario de la escuela testimoniando lo ocurrido como así también tratar de que ambas parejas lleguen a una solución conciliatoria y pacífica.
Los dos matrimonios son clásicos representantes de la mediana burguesía. Penelope es una escritora de libros de derechos humanos, su marido un vendedor de productos hogareños, mientras que Nancy es una inversionista y Alan es abogado de una importante compañía farmacéutica. En nombre de las buenas maneras, todo comienza en forma decorosa y civilizada donde la conversación se ameniza con café y un postre servido por los dueños de casa. Cuando se cree que todo ha queda resuelto y los visitantes están por irse, surgen factores que los retienen retornando al departamento. A medida que la reunión se prolonga más allá de lo necesario comienzan a surgir comentarios incidentales de los dueños de casa hacia el hijo de los Cowan que hieren la sensibilidad de sus padres; eso comienza a desencadenar una guerra de nervios y tensiones donde los desencuentros iniciales de Penelope y Alan alcanzan niveles de discordia para luego irse extendiendo al resto del grupo.
El film que transcurre en tiempo real intercala las desavenencias de las partes involucradas entremezclados por inoportunos llamados que recibe Alan en su teléfono celular y de las comunicaciones que a su vez él efectúa, ignorando por completo la presencia de su esposa y de los dueños de casa; asimismo las conversaciones y altercados se entrecortan momentáneamente por parte del continuo llamado de la madre de Michael que en medio de la enrarecida atmósfera en que la reunión se desarrolla contribuye aún más a exacerbar los ánimos ya caldeados.
Dentro de la vorágine de situaciones que se van sucediendo en el transcurso del relato se va asistiendo a la desintegración de cuatro seres donde cada una de las parejas ataca a la otra además de las recriminaciones que se producen entre maridos y cónyuges; eso origina situaciones jocosas pero decididamente patéticas al demostrar cómo un incidente serio pero no catastrófico ponen en evidencia la fragilidad de las relaciones humanas entre personas que se muestran incapaces de resolverlo.
La autora de esta obra impone a sus protagonistas un gran desafío debido a las tensiones escénicas y los movimientos físicos a que están sujetos los protagonistas durante todo el metraje. En tal sentido la labor de los 4 intérpretes es de antología y resultaría injusto resaltar la actuación de cualquiera de los actores en detrimento de los restantes; Tanto Relly como Foster, Winslet y Waltz configuran un verdadero póquer de ases viviendo intensamente y con absoluta naturalidad sus respectivos personajes, mereciendo el respeto y decidida aprobación del público que los contempla.
A diferencia de la impresión de tristeza que deja la obra teatral, Polansky y Reza han introducido un ingenioso epílogo donde asoma una luz de esperanza. Mejor así.
El DVD ofrece como material suplementario el comentario de los 4 actores sobre las características de sus respectivos personajes y la relación de trabajo con el realizador del film (Actors’ Notes) y una entrevista realizada por Jenelle Riley a John C. Reilly y Christoph Waltz (An Evening with John C. Reilly and Christoph Waltz).
La banda audio del film es en inglés/francés con subtítulos optativos en ambos idiomas. Jorge Gutman