ZERO DARK DIRTY. Estados Unidos, 2012 Un film de Kathryn Bigelow
El dúo responsable de The Hurt Locker –que obtuvo el Oscar al mejor film de 2009- retorna triunfalmente con Zero Dark Thirty. Tanto la directora Kathryn Bigelow como el escritor Mark Goal han logrado superarse con este magnífico documento sobre la cacería y captura de Osama bin Laden, considerado el enemigo público número 1 de la historia de los Estados Unidos y por ende el hombre más buscado por espacio de una década.
Hay dos razones fundamentales por las que este film se distingue de muchos otros que se han referido a las consecuencias del 11 de septiembre de 2001. En primer lugar, Bigelow trató de brindar un trabajo desprovisto de sensacionalismo pero que al propio tiempo suministrara al público una idea más clara que las ofrecidas por los tradicionales medios de comunicación sobre el accionar del terrorismo internacional, los mecanismos de defensa empleados por los Estados Unidos y los métodos que fueron utilizados para lograr el fin perseguido. El otro factor importante es que Goal no se remitió a la elaboración de un guión simplista sino que como periodista dedicado a la investigación elaboró un libreto lo más fehaciente posible donde a través de diálogos y secuencias bien construidos se capta la esencia de la vida real de la gente que estuvo implicada en la operación; todo ello contribuye a que la ficción del relato adquiera en este film el carácter de un verídico documental.
Aunque el film podría haberse sintetizado un poco en su primera parte, de todos modos es altamente loable al haber englobado en dos horas y media todos los dramáticos acontecimientos acaecidos en la última década así como deja que cada espectador juzgue u extraiga sus propias conclusiones sobre las connotaciones morales involucradas en la lucha ejercida contra el terrorismo.
Jessica Chastain interpreta a Maya, una joven reclutada por la CIA que en su primera misión es asignada a Afganistán a fin de formar parte del equipo que tiene a su cargo la captura de UBL (la sigla militar empleada para referirse a bin Laden). Al principio, con una inexperiencia natural de alguien que por primera vez está envuelta en una misión tan delicada, debe asistir a un brutal interrogatorio efectuado por uno de sus colegas (Jason Clarke) hacia un sobrino de UBL, donde las torturas que se le infligen para extraer la información le producen sentimientos conflictivos. Pero cuando con el paso del tiempo tienen lugar bestiales actos terroristas, ‑como el ataque en Arabia Saudita de 2004, las bombas en Londres en el verano de 2007, la destrucción de un lujoso hotel en Islamabad en 2008 con las consiguientes víctimas y el atentado suicida ocurrido en la base de la CIA en Afganistán de diciembre de 2009 que mató a 8 de sus agentes- va creando en la joven una determinación absoluta de no claudicar y de establecer los contactos necesarios a fin de ubicar a la persona que actúa como el correo de UBL.
Los últimos 45 minutos del relato, brindan una adecuada atmósfera de suspenso, a pesar de saber su desenlace. El despliegue del operativo que tiene lugar el 2 de mayo de 2011, a las 12 y media de la noche, donde se invade la fortaleza que cobija al líder asesino en Pakistán y culmina con su muerte, está magníficamente recreado y demuestra el dominio completo de Bigelow de cómo filmar con pulcritud y lograr el efecto deseado. También es destacable cómo la directora impregnó sobriedad a su relato evitando que el final de esta historia adquiriera un aire triunfalista o artificialmente patriótico.
Chastain ofrece una interpretación protagónica de gran profundidad como la joven que va dejando sus aprehensiones iniciales para convertirse en el factor clave que permitirá detectar al escurridizo terrorista. Sin afectación ni sobreactuación, la actriz llega a conmover, sobre todo en la última secuencia en que la cámara ubica su rostro empañado de algunas lágrimas ‑que no son precisamente de alegría sino de pena- por todo lo que tuvo que atravesar para llegar a ese dramático final.
En los renglones técnicos, la fotografía de Greig Fraser otorga una sensación de realidad única con las imágenes captadas y complementadas con impecables efectos visuales, en tanto que la música de Alexandre Desplat contribuye acertadamente con el clima dramático del relato.
Conclusión: Un thriller político de gran calidad debido a su estilística dirección, riguroso guión y notable actuación. Jorge Gutman