STAND UP GUYS. Estados Unidos, 2013. Un film de Ficher Stevens
Es raro encontrar una comedia criminal cuyo mayor atractivo resida en la labor de sus intérpretes antes que en la historia narrada. El guión de Noah Haidie es realísticamente improbable y por cierto dista de ser perfecto, pero la actuación de Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin contribuye a que el relato adquiera visos humanos y se deje de lado algunas situaciones incongruentes para apreciar a estos veteranos y notables actores.
La historia que transcurre en un espacio de 24 horas se centra en el reencuentro de un trío de ex delincuentes profesionales que solían actuar conjuntamente para realizar sus fechorías. En una de las mismas que tuvo lugar 28 años atrás, se produjo un lamentable accidente donde el hijo de Claphands (Mark Margolis), un padrino mafioso, resulta muerto y Val (Pacino) asume la responsabilidad completa del hecho sin haber denunciado a Doc (Walken) y Hirsch (Arkin), sus dos compinches que también estaban involucrados. Como consecuencia de ello, Val es condenado a 28 años de prisión.
El film comienza cuando Val sale de la cárcel y su íntimo amigo Doc viene a buscarlo. En su primera mitad es cuando el relato adquiere verdadera fuerza, donde vemos a Val deseoso de retomar el camino delictivo aunque Doc ya retirado rehúsa volver a las viejas andadas. En todo caso, la primera intención de Val es satisfacer sus apetencias sexuales y le pide a su amigo que le lleve al burdel que solían frecuentar; sin embargo, al sentirse frustrado por carecer del vigor sexual de otros tiempos, los dos amigos optan por franquear una farmacia y robar algunas drogas, entre ellas la de Viagra donde Val se extralimita consumiendo una cantidad excesiva de la misma; ciertamente; ése es uno de los momentos más graciosos del relato mostrando cómo las mágicas pastillas le robustecen sexualmente pero al precio de que posteriormente le produce un empacho que le lleva a que sea hospitalizado aunque por breves horas. Ya en plena noche y para seguir la jarana de los buenos tiempos, ambos amigos acudirán al hogar de ancianos donde Hirsch está residiendo a fin de disfrutar con él de una aventura nocturna utilizando un coche último modelo del cual Val y Doc se han apropiado demostrando que no han perdido los viejos hábitos.
La trama pierde su fuerza inicial en la segunda mitad pero el director Fisher Stevens le infunde interés gracias a la interacción lograda entre sus personajes y apelando en algunos casos al empleo de primeros planos para reflejar la dimensión psicológica de los mismos. Val, como el hiperactivo del grupo, encuentra en Pacino un actor ideal para asumirlo; una vez más, tanto en cine como en la incursión teatral que en estos momentos está realizando en Broadway (en la reposición de Glengarry Glen Ross), sigue volcando su dinamismo demostrando que no hay ocaso para un gran actor. También cabe distinguir la labor de Walken que a pesar de ser más contenida logra transmitir su desconcierto y patetismo frente a una misión que debe cumplir y en donde habrá de poner a prueba la lealtad y amistad hacia Val. Arkin, por su parte, logra demostrar que su Hirsch guarda aún la suficiente adrenalina para disfrutar del último soplo de vida.
Conclusión: Queda como balance una comedia nostálgica con personajes geriátricos que se hacen querer y con situaciones graciosas que aunque no todas alcancen un mismo nivel de eficacia, cumplen su misión de entretener gratamente. Jorge Gutman