BARBARA. Alemania, 2012. Un film de Christian Petzold
El cine alemán vuelve a revivir las vicisitudes atravesadas por la gente de Alemania Oriental durante los años 80, años antes de la caída del muro de Berlín. Aunque Barbara no alcance la dimensión dramática del excelente film The Lives of Others (2006) donde se expone el quehacer cotidiano de ciudadanos corrientes siendo vigilados por la policía de seguridad del estado (Stasi), aquí hay bastantes elementos comunes aunque el enfoque de Christian Petzold sea diferente.
El personaje central es Barbara (Nina Hoss), una doctora en medicina que ejercía en Berlín. Al cometer el error de solicitar una visa de salida de Alemania Oriental, como castigo es transferida a un pequeño hospital de un pueblo provincial. . En su nuevo puesto, desde el primer día, adopta una actitud de aislamiento frente a sus colegas porque no confía en nadie. Precisamente por ello, muestra recelo frente a la amabilidad demostrada por André (Ronald Zehfeld), uno de sus colegas quien trata de brindarle afecto para que ella se sienta a gusto; sin embargo, ella adopta una actitud reservada porque está convencida que el informa a un oficial de la Stasi (Rainer Bock) sobre su conducta y los movimientos que efectúa.
Simultáneamente el film expone la manera en que Barbara interactúa con sus pacientes demostrando su honestidad y conocimiento profesional en el cumplimiento de sus funciones. En tal sentido, el relato enfatiza la devoción de la doctora hacia Stella (Jasna Fritzi Bauer); se trata una jovencita enferma de meningitis que había escapado de un centro de detención juvenil y que ahora, habiendo quedado embarazada, anhela para su futuro un porvenir mejor en Alemania Occidental.
A medida que progresa la acción, el relato adquiere la naturaleza de un thriller, en parte motivado por la decisión que la protagonista debe adoptar con relación a su futuro y su vida sentimental. Con un desenlace abierto, lo que importa destacar es la forma sutil y a la vez escudriñadora en que Petzold analiza el clima social imperante en el paraíso comunista de Alemania Oriental. Tomando a Barbara como ejemplo, su arrinconamiento y ostracismo permite reflejar el ánimo sombrío y deprimente de una pequeña comunidad sojuzgada por un régimen que alienta el espionaje entre vecinos y la delación consiguiente, así como el abuso de los más débiles e indefensos que desean liberarse de esa malsana opresión.
El director que merecidamente obtuvo el Oso de Plata en el Festival de Berlín del año pasado ofrece un tenso documento social que concentra en todo momento el interés de la audiencia. Aunque el homogéneo elenco se desempeña muy bien, es remarcable la valiosa interpretación de Nina Hoss cuyo personaje transmite hondamente las vicisitudes de una mujer prisionera de un represivo sistema político pero preservando un admirable sentimiento de dignidad.
Con la colaboración de la excelente fotografía de Hans Fromm captando las imágenes de claustrofobia del ambiente en que transcurre la acción, el realizador involucra al espectador haciéndole sentir y vivir las emociones reprimidas del personaje principal. Como la familia de Petzold logró huir de la República Democrática de Alemania, esa circunstancia debió haber influido en él para ofrecer un trabajo de notable autenticidad. Jorge Gutman