ADMISSION. Estados Unidos, 2013. Un film de Paul Weitz
Aunque dispone de los elementos necesarios para llegar a interesar, Admission resulta deslucido por no encontrar el tono justo en su narración medianamente monótona y porque además cuenta con un guión demasiado salpicado que no logra el objetivo propuesto.
Tina Fey anima a Portia Nathan, una empleada del departamento de admisiones de la Universidad de Princeton que se ocupa de revisar las solicitudes que le hacen llegar los postulantes que aspiran a estudiar en la prestigiosa institución.
En ese cargo compite con su colega Corinne (Gloria Reuben); cada una de ellas trata de hacer méritos para ocupar la jefatura del departamento teniendo en cuenta que en poco tiempo más se retirará su actual titular (Wallace Shawn) quien deberá elegir a una de las dos mujeres para sucederle en su cargo.
Al propio tiempo, en una visita que Portia efectúa a una escuela secundaria, se encuentra con John Pressman (Paul Rudd), un profesor local y antiguo compañero de estudios de la universidad de la joven. Cuando él le pide que considere en forma especial la solicitud de ingreso a Princeton de Jeremiah Balakian (Naat Wolff), un prodigioso estudiante autodidacta aunque sin antecedentes académicos que le favorezcan, Portia se encuentra conmocionada al enterarse de que ese muchacho sería el hijo a quien ella había entregado en adopción al momento de nacer.
En papel escrito, la historia resulta más interesante de lo que es; en los hechos, el relato se diluye introduciendo personajes que no agregan elementos importantes a la trama central. Así, tanto la presencia del compañero de muchos años de Tina (Michael Sheen) que súbitamente la abandona, la presencia de su madre excéntrica (Lily Tomlin), o bien las muy tibias escenas románticas que mantiene con John, distraen del problema central que el film plantea.
Lo más importante de esta historia es mostrar hasta qué punto Portia está dispuesta a quebrantar los rígidos códigos de admisión de la universidad para que la solicitud de su supuesto hijo sea aceptada, con los problemas morales que el hecho conlleva por ciertas maniobras “non sanctas” realizadas. Pero tanto este asunto como las razones que motivaron a que ella quedase liberada de la responsabilidad de hacerse cargo de su bebé a su nacimiento, no generan emoción alguna; lo que se contempla es una desdibujada comedia dramática sin drama ni humor alguno.
Conclusión: Excepto algunos detalles de interés sobre la responsabilidad que atañe a un departamento de admisiones para aceptar o rechazar las solicitudes de los postulados, el film carece de fuerza contagiosa al no existir personajes atractivos, interpretaciones trascendentes o un guión cohesionado que logre atraer. Jorge Gutman