TROIS MONDES. Francia, 2012. Un film de Catherine Orsini.
El sentimiento de culpa que tantas veces ha sido tratado tanto por la literatura como por el cine, constituye el tema central de Tres Mundos, un muy buen drama de suspenso psicológico de connotaciones sociales.
La directora Catherine Orsini co-autora del guión escrito con Benoît Griffin presenta el caso de Al (Raphaël Personnaz), un joven de humilde origen que logró abrirse paso para llegar a desempeñar una posición gerencial en una importante concesionaria de automóviles y próximo a ser promovido al máximo cargo de la empresa. A solo diez días de casarse con Marie (Adèle Haenel), la hija del dueño (Jean-Pierre Malo) del establecimiento, nada le hace sospechar de la mala jugada que le tiende el destino. Después de una noche de parranda con exceso de bebida junto a dos amigos y compañeros de trabajo, en el camino de regreso atropella con su coche a un individuo; presa del temor y en parte influido por sus amigos, en lugar de socorrerlo lo deja herido huyendo del sitio. Aunque el grupo decide mantener silencio, la culpa corroe hondamente a Al, consciente de haber procedido en forma irresponsable y cobarde.
De ahí en más el relato va adquiriendo mayor densidad en la medida que Al ignora que en la noche del accidente una joven mujer, Juliette (Clotilde Hesme), desde el balcón de su casa observó lo ocurrido y que inmediatamente trató de auxiliar a la víctima para después entrar en contacto con su esposa Vera (Arta Dobroshi), una mujer indocumentada de Moldavia.
Lo descripto es solamente el comienzo de la pesadilla que va adquiriendo el carácter de un thriller cuando Al, por imperio de imprevistas circunstancias que resultaría indiscreto revelar, se vinculará con Juliette y posteriormente con Vera.
Siendo demasiado riguroso uno podría encontrar ciertas situaciones no completamente plausibles pero en todo caso está muy bien descripto la personalidad de Al y el modo cómo la culpa lo va afectando y conduciendo a un punto de no retorno. No menos importante es la connotación social que adopta el relato con relación a los tres mundos a que alude el título; así se ilustra el de Al, el de la clase privilegiada a la cual pertenecen su novia y futuro suegro y finalmente el de Vera con las dificultades propias en su condición de inmigrante ilegal.
La actuación general es irreprochable; Personnaz transmite muy bien las emociones inmovilizantes y destructivas de su personaje, Hesme también se destaca como la joven indecisa de actuar frente a lo que su conciencia le señala por conflictos de sentimientos en tanto que Vera infunde intensidad a una mujer que sin su marido inesperadamente se encuentra totalmente desprotegida.
Conclusión: A pesar de que el film es narrado en forma convencional la realizadora ha logrado que el espectador se sienta gratamente atrapado por el mismo desde el principio hasta su convincente desenlace. Jorge Gutman