Una Expo­si­ción Dedi­ca­da a Gra­ce Kelly

Por Jor­ge Gutman

Des­de el 6 de junio últi­mo y has­ta el 6 de octu­bre de 2013 inclu­si­ve, el Museo McCord de Mon­treal pre­sen­ta una expo­si­ción deno­mi­na­da De Fila­del­fia a Móna­co: Gra­ce Kelly –Más allá del icono. 

GRACE KELLY

Ana­li­za­da des­de dife­ren­tes ángu­los, esta mues­tra revis­te espe­cial inte­rés al tra­tar de revi­vir la ima­gen de una de las estre­llas más bri­llan­tes de Holly­wood duran­te la déca­da del 50 del siglo pasa­do. Pero ade­más, intere­sa por la cir­cuns­tan­cia que Gra­ce Kelly fue la per­fec­ta encar­na­ción de los cuen­tos de hadas don­de una chi­ca her­mo­sa y sen­ci­lla lle­ga a con­quis­tar el cora­zón de un prín­ci­pe fas­ci­na­do por su extra­or­di­na­ria belle­za que en Abril de 1956 la habría de con­ver­tir en prin­ce­sa. Posi­ble­men­te, con la sola excep­ción de la prin­ce­sa Dia­na de Ingla­te­rra trein­ta años des­pués, nadie lle­gó a sus­ci­tar el inte­rés de millo­nes de per­so­nas a tra­vés del mun­do así como la influen­cia ejer­ci­da en la moda feme­ni­na como lo logró Gra­ce Kelly.

Lo que el públi­co pue­de apre­ciar es un vas­to mate­rial de archi­vos audio­vi­sua­les del prin­ci­pa­do de Móna­co, tes­ti­mo­nios, foto­gra­fías des­de su tem­pra­na niñez con sus fami­lia­res direc­tos, extrac­tos y afi­ches ori­gi­na­les de los 11 fil­mes inter­pre­ta­dos en su bre­ve pero fruc­tí­fe­ra carre­ra artís­ti­ca, así como una selec­cio­na­da corres­pon­den­cia epis­to­lar de sus ami­gos más ínti­mos inclu­yen­do tam­bién las car­tas de amor que ella reci­bió de quien sería su futu­ro espo­so, el Prín­ci­pe Rai­nie­ro III

Con todo, la nota más des­ta­ca­da de esta mues­tra es la pre­sen­ta­ción de par­te de su ves­tua­rio y acce­so­rios per­te­ne­cien­tes a dife­ren­tes con­sa­gra­dos modis­tos como lo fue­ron Balen­cia­ga, Cha­nel, Dior y Saint Lau­rent, entre otros. De los mis­mos se des­ta­can los uti­li­za­dos para cier­tas fies­tas de gala y de bene­fi­cen­cia, la entre­ga del Oscar reci­bi­do en 1955 por su inter­pre­ta­ción en “The Country Girl” , el anun­cio de su com­pro­mi­so matri­mo­nial, la visi­ta a la Expo 67 de Mon­treal, en oca­sión del car­na­val de Qué­bec, etc. Tam­bién se pue­den apre­ciar algu­nos zapa­tos, som­bre­ros, así como su car­te­ra de mano de Her­mès que fue bau­ti­za­da como la car­te­ra “Kelly”. En suma, todo un ves­tua­rio para quien repre­sen­tó el sím­bo­lo de la ele­gan­cia y distinción. 

Ade­más de los obje­tos pre­sen­ta­dos, la expo­si­ción des­ta­ca tam­bién aspec­tos impor­tan­tes de su vida de casa­da con res­pec­to a la dedi­ca­ción y entu­sias­mo vol­ca­dos en el com­pro­mi­so asu­mi­do como Prin­ce­sa de Móna­co para con su fami­lia y su pueblo.

Des­apa­re­ci­da tem­pra­na­men­te a cau­sa de un des­gra­cia­do acci­den­te auto­mo­vi­lís­ti­co en Sep­tiem­bre de 1982 a los 52 años de edad, el mito de Gra­ce Kelly sigue vigen­te tal como lo demues­tra esta intere­san­te exposición.