VIOLETA SE FUE A LOS CIELOS. Chile-Argentina, 2011. Un film de Andrés Wood
Basado en el libro del mismo nombre escrito por Ángel Parra, uno de los hijos de la cantautora chilena Violeta Parra, el director Andrés Wood junto con un equipo de guionistas ha abordado la personalidad de quien fuera y sigue siendo la figura mítica del folclor de Chile. A diferencia del libro donde su contenido está narrado bajo la óptica de su autor, el film está enfocado desde la mira de la artista y en donde el realizador incorporó algunas anécdotas que no se encuentran en la obra literaria.
Dado que la intensa vida de Violeta del Carmen Parra Sandoval (1917 – 1967) resulta difícil de expresar en cine utilizando el formato del tradicional relato biográfico, Wood adoptó un camino diferente pero que fue productivo. Para tratar de adentrarse en su complejo mundo, el director empleó una estructura narrativa fragmentada siguiendo un desarrollo que no es cronológico sino que por el contrario salta en el tiempo pero dándole un estilo documental.
Rescatando anécdotas, situaciones claves, gestos y estados anímicos de la cantante, todos muy bien entrelazados, el relato permite que el espectador se sumerja en su complejo mundo interior. De todos modos hay un hilo narrativo y el mismo está brindado por un periodista argentino quien, a través de algunas preguntas intencionadas efectuadas a Violeta en un reportaje televisivo, permite que ella se manifieste muchas veces con logrado humor sobre lo que ha sido su vida, facilitando de este modo el desarrollo de una historia dentro del rompecabezas propuesto por el realizador. Así el público se impone, entre otros aspectos, sobre su origen perteneciendo a una familia pobre, su pasión por la música en su temprana infancia, su evolución como compositora y en la letra de algunas de sus canciones, expresando su lucha contra la injusticia social, su recorrido al continente europeo difundiendo la riqueza de su música, su incursión por la pintura y la tapicería evidenciando otras facetas de su diversidad artística, y en el campo sentimental la apasionada y tormentosa relación con el gran amor de su vida que fue el músico suizo Gilbert Favre (Thomas Durand) quien la hizo sufrir en demasía hasta su ruptura.
Para transmitir en la pantalla la dimensión de esta legendaria artista, Wood tuvo el gran apoyo de Francisca Gavilán, una excepcional actriz que de ninguna manera interpreta o actúa sino que se introduce de cuerpo y alma en la inmortal Violeta, pero sin copiarla ni imitarla, sino otorgándole su visión personal. En la sobresaliente caracterización lograda, Gavilán no solo refleja el carácter torturado, combativo, contradictorio, perseverante, obsesivo y creativo de la multidisciplinaria mujer, sino que también canta ella misma sus canciones; en tal sentido, lo hace maravillosamente con un tono de voz que revive el espíritu y la presencia física de quien dejó como legado composiciones remarcables como lo fueron, entre otras, el glorioso himno de “Gracias a la Vida” o bien “Volver a los 17”. Al escuchar estas canciones, resulta paradójicamente lamentable que la gran pasionaria de la identidad cultural chilena concluyera su temprana vida de trágica manera.
Conclusión: A pesar de las licencias adoptadas por el director, Wood ha brindado un poético film que constituye un justo tributo a la mujer que con su creatividad artística no solo estableció los cimientos de la música popular chilena sino que ejerció una marcada influencia en el resto de América Latina. Jorge Gutman