BLACKFISH. Estados Unidos, 2013. Un film de Gabriela Cowperthwaite
Este es un documental de interés especial para los activistas y defensores de los derechos de los animales donde se condena el tratamiento de aquéllos que se encuentran en cautiverio por parte de grandes corporaciones que tratan de obtener redituables beneficios explotándolos.
La documentalista Gabriela Cowperthwaite adopta como referencia principal la muerte de Dawn Brancheau en 2010; ella era una diestra entrenadora de orcas que trabajaba en SeaWorld, un parque temático ubicado en Orlando que provee shows de gran atracción con las criaturas capturadas en el mar. La tragedia causada por Tilikum, la orca macho en cuestión, no ha sido la única causada por este animal sin que se adoptaran soluciones como consecuencia de la misma. Utilizando ese dramático incidente, el documental se refiere al posible efecto traumático que sienten las orcas cuando a poco tiempo de su nacimiento son separadas de sus familias al ser capturadas en alta mar. El hecho de circunscribirlas en recintos mucho más limitados que su habitat natural para ser expuestas en espectáculos y/o demostraciones de gran popularidad, demuestra que en los momentos más inesperados las mismas pueden llegar a violentarse causando daños irreparables como lo que aconteció con Brancheau. El otro aspecto está vinculado con el desequilibrio físico que se produce entre el tamaño gigante de la orca comparado al de la persona que se ocupa de entrenarla, donde siempre es factible la existencia de un peligro acechando en torno de esta singular relación; también es necesario tener en cuenta que los instructores jóvenes, que son los que predominan en los parques de atracciones, pueden no estar convenientemente preparados para comprender los aspectos emocionales del animal y en consecuencia infligirles daño sin saberlo, a pesar de quererlos.
La directora ha realizado un trabajo de investigación lo suficientemente informativo que aboga por la libertad de los animales en el espacio que la naturaleza les ha asignado para su existencia. Por los testimonios recogidos a través de expertos entrevistados parece ser que estas bestias marinas no atacan a humanos cuando se encuentran en su medio habitacional y además pueden llegar a vivir hasta 100 años en lugar de los 25 o 30 años que alcanzan estando cautivas.
Sin duda, el propósito del film en defensa de los derechos de los animales es loable; sólo queda como reflexión si acaso resulta pertinente la existencia de los múltiples zoológicos del mundo hospedando una amplia variedad de especies, obviamente en cautiverio, para satisfacer la curiosidad y brindar entretenimiento al público visitante. Cada espectador tendrá su propia respuesta. Jorge Gutman