THE ATTACK. El Líbano-Francia, 2012. Un film de Ziad Doueiri
El difícil tema de la convivencia entre palestinos e israelíes queda evidenciado en este sólido drama psicológico. En The Attack, basado en la novela de la escritora argelina Yasmina Khadra, el director libanés Ziad Doueiri aborda una situación límite aunque realista sobre la posibilidad de no llegar a conocer completamente a una persona a pesar de estar conviviendo con ella.
Analizado desde el punto de vista del protagonista, el relato está centrado en un prestigioso cirujano palestino ciudadano de Israel, el Dr. Amin Jaafari (Ali Suliman), quien llegó al país hace veinte años con una beca de estudios de medicina para convertirse hoy día en un eminente cirujano; más aún, la primera imagen del film lo enfoca recibiendo un prestigioso premio del gobierno de Israel por su devoción hacia su profesión y por el aporte realizado al país; no hay duda de que este hombre está completamente consustanciado e integrado a la sociedad de Tel Aviv. Casado desde hace 15 años con Siham (Reymond Amsalem), una mujer cristiana que le prodiga felicidad, cuenta además con buenos amigos israelíes y nada indica el tremendo golpe que habría de recibir. Después de los primeros minutos donde las imágenes describen lo que antecede, la armonía existente se quiebra cuando un bombardero suicida provoca la muerte de 17 personas en un restaurante de la ciudad. Asistiendo a las víctimas que no han perecido, Amin queda atónito al descubrir que el bombardero suicida fue nada menos que su esposa.
El dolor que experimenta este abnegado hombre es doble. Por una parte ha perdido a Siham; por el otro lado se produce el duro golpe de haber permanecido ignorante que ella, de actitudes liberales y progresistas, haya estado involucrada en actividades subversivas y que para peor resultara la ejecutora material de esta terrible tragedia. ¿Cómo puede explicarse que esta mujer haya causado el asesinato de inocentes personas donde 11 de ellas eran niños celebrando un cumpleaños?
A partir de allí comienza el gran conflicto moral y vía crucis que conduce a Amin a emprender el duro camino de la indagación sobre la secreta vida de su mujer visitando los territorios ocupados donde vive su familia y tratando de ubicar al mentor que incentivó a Siham a ejecutar el monstruoso acto criminal. En tal circunstancia, el facultativo se encuentra con la triste situación donde por un lado es menospreciado por sus compatriotas que lo ven como un complaciente servidor de Israel, y por el otro lado debe confrontar el hecho de que todo el respeto y posición logrados como ciudadano israelí quedan desvanecidos al aparecer como sospechoso por un monstruoso acto en el que es completamente inocente.
Este relato de gran repercusión moral deja abierto una difícil pregunta. ¿Puede un individuo de nobles y humanos valores como los que caracterizan a Amin llegar a denunciar al país que le brindó prestigio y honorabilidad los actos de barbarie de los grupos radicales palestinos?
Sin duda, el film explora uno de los problemas más serios que están en el ojo de la tormenta produciendo las relaciones conflictivas entre israelíes y palestinos; además ofrece un amplio margen para la reflexión acerca de las convicciones ideológicas de cada una de las partes integrantes del conflicto donde parecería imposible dejar de lado las percepciones y los prejuicios que son los portadores de la semilla de la desconfianza y del odio prevalecientes.
Conclusión: El film no adopta posición política, ni tampoco recurre al juego manipulador de sumergir al espectador en un fútil maniqueísmo; simplemente presenta en la forma más equilibrada posible un tema espinoso y perturbador, muy bien narrado, que concita permanentemente el interés de la audiencia.
Jorge Gutman