El Mun­do del Cine Se Da Cita En Toronto

Cró­ni­ca de Jor­ge Gut­man 

Tal como esta­ba pre­vis­to, con la pre­sen­ta­ción de The Fifth Esta­te de Bill Con­don el jue­ves 5 se inau­gu­ró ofi­cial­men­te la 38va edi­ción del TIFF, la mues­tra de cine más impor­tan­te del con­ti­nen­te ame­ri­cano y segun­da en impor­tan­cia en el con­tex­to inter­na­cio­nal des­pués de Can­nes. El fes­ti­val, que con­clui­rá el 15 de sep­tiem­bre con el film de Daniel Schech­ter Life of Cri­me,  ofre­ce­rá 288 lar­go­me­tra­jes pro­ve­nien­tes de 70 paí­ses de los cua­les 146 de los mis­mos son pre­sen­ta­dos en carác­ter de pri­mi­cia mun­dial. 

Como ha veni­do acon­te­cien­do a lo lar­go de su his­to­ria, el Fes­ti­val reci­be la visi­ta de un extra­or­di­na­rio con­tin­gen­te de céle­bres direc­to­res y acto­res, así como de pro­duc­to­res y gen­te de la indus­tria de dife­ren­tes paí­ses del mun­do que desean estar pre­sen­tes en esta cita anual tenien­do en cuen­ta que muchos de los fil­mes pre­sen­ta­dos gozan de amplia visi­bi­li­dad y par­ti­ci­pa­rán en la carre­ra com­pe­ti­ti­va que se ini­cia en pos de los Oscars. 

Se ha teni­do opor­tu­ni­dad de juz­gar varios de los fil­mes que se habrán de pro­yec­tar don­de a con­ti­nua­ción se hace un bre­ve comen­ta­rio de algu­nos de ellos.

Gabriel Arcand y Lucie Laurier en LE DÉMANTĖLEMENT

Gabriel Arcand y Lucie Lau­rier en LE DÉMANTĖLEMENT

Entre los fil­mes cana­dien­ses reco­men­da­bles se encuen­tra Le Déman­tè­le­ment, un enter­ne­ce­dor dra­ma rural que evi­den­cia has­ta dón­de pue­de lle­gar el sacri­fi­cio de un padre por amor a su hija. Escri­to y diri­gi­do por Sebas­tian Pilo­te, quien ya cau­só una inme­jo­ra­ble impre­sión con su pri­mer film Le Ven­deur (2011), aquí nue­va­men­te ofre­ce un tema de gran valor humano. La sen­ci­lla tra­ma enfo­ca a Gaby Gag­non (Gabriel Arcand), un hom­bre de pocas pala­bras pero de gran noble­za quien como gran­je­ro lle­va una vida tran­qui­la acom­pa­ña­do de su reba­ño de ove­jas. Con dos hijas adul­tas a quie­nes indu­da­ble­men­te ado­ra pero que han aban­do­na­do el cam­po por pre­fe­rir el movi­mien­to urbano que Mon­treal les ofre­ce, Gaby prác­ti­ca­men­te tie­ne como úni­co inter­lo­cu­tor social a Louis (Gilles Renaud), su con­ta­dor, cuan­do éste vie­ne a ver­lo. Todo cam­bia drás­ti­ca­men­te, cuan­do su hija mayor Marie (Lucie Lau­rier) ‑quien atra­vie­sa gra­ves pro­ble­mas con­yu­ga­les- visi­ta a su padre para soli­ci­tar­le un prés­ta­mo de 200 mil dóla­res debi­do a que se encuen­tra fuer­te­men­te endeu­da­da; como Gaby es un hom­bre de modes­tos recur­sos y por lo tan­to no dis­po­ne de esa suma, adop­ta todas las medi­das per­ti­nen­tes para ven­der su gran­ja a fin de dis­po­ner del dine­ro nece­sa­rio, a pesar de la opi­nión con­tra­ria de los veci­nos y espe­cial­men­te de Louis. Con emo­ción con­te­ni­da pero sufi­cien­te­men­te explí­ci­ta como para que el espec­ta­dor se sen­si­bi­li­ce con la situa­ción crea­da, la pelí­cu­la tras­cien­de con la estu­pen­da inter­pre­ta­ción de Arcand, ade­más de la bue­na des­crip­ción de los per­so­na­jes secun­da­rios y de la exce­len­te pin­tu­ra que Pilo­te ofre­ce de la vida rural fran­có­fo­na de Quebec.

Paulina García en GLORIA

Pau­li­na Gar­cía en GLORIA

Den­tro del cine de Amé­ri­ca Lati­na, este año se dis­tin­gue la pro­duc­ción chi­le­na Glo­ria que en opor­tu­ni­dad de su estreno mun­dial en el fes­ti­val de Ber­lín fue elo­gio­sa­men­te con­si­de­ra­da y mere­ció a su pro­ta­go­nis­ta Pau­li­na Gar­cía el pre­mio a la mejor inter­pre­ta­ción feme­ni­na. Con­fir­man­do una vez más la soli­dez de la cine­ma­to­gra­fía del país andino, el rea­li­za­dor Sebas­tián Lelio en un guión que le per­te­ne­ce jun­to a Gon­za­lo Maza, narra en for­ma sen­ci­lla pero pro­fun­da la vida de una mujer divor­cia­da que a los 58 años sien­te que aún es mere­ce­do­ra de bue­na com­pa­ñía y, si la opor­tu­ni­dad se pres­ta, tam­bién de roman­ce y amor. A tra­vés de la excep­cio­nal carac­te­ri­za­ción que Gar­cía logra de su per­so­na­je toma­mos cono­ci­mien­to de ella, sabe­mos que como madre de hijos cre­ci­dos, no quie­re inter­fe­rir en sus vidas y logra con su tra­ba­jo defen­der­se eco­nó­mi­ca­men­te. Poco aman­te de la sole­dad, gus­ta salir a bai­lar y en una opor­tu­ni­dad en que lo hace lle­ga a cono­cer a Rodol­fo (Ser­gio Her­nán­dez), un ex ofi­cial de la mari­na que aho­ra es due­ño de un par­que de diver­sio­nes. Con algu­nos años más que Glo­ria, Rodol­fo tam­bién está divor­cia­do y dis­pues­to a comen­zar una nue­va vida. Si bien ambos lle­gan a inti­mar, se inter­po­ne entre ellos la som­bra de su ex mujer y la pre­sen­cia de sus dos hijas adul­tas. Las vici­si­tu­des de esta rela­ción y sus con­se­cuen­cias así como la des­crip­ción de las res­pec­ti­vas fami­lias de cada uno de ellos gene­ra un film ameno, cáli­do don­de Pau­li­na Gar­cía mag­ní­fi­ca­men­te trans­mi­te la ener­gía y empu­je de un per­so­na­je capaz de con­ta­giar al públi­co que rápi­da­men­te sim­pa­ti­za con ella. Ana­li­zan­do los pro­ble­mas de una mujer de media­na edad divor­cia­da en pro­cu­ra de calor humano, el direc­tor ofre­ce un retra­to rea­lis­ta a la vez que afec­ti­vo y sutil en lo que expo­ne, dan­do como resul­ta­do un film de cali­dad así como deci­di­da­men­te entre­te­ni­do por las espon­tá­neas notas de humor ofre­ci­das. 

En el pano­ra­ma de cine inter­na­cio­nal se des­ta­ca el exce­len­te film fran­cés La vie d’Adèle –Cha­pi­tre 1 & 2 de Abde­lla­tif Kechi­che que obtu­vo mere­ci­da­men­te la codi­cia­da Pal­ma de Oro en el fes­ti­val de Can­nes de este año. Tan­to el rea­li­za­dor como sus dos pro­ta­go­nis­tas feme­ni­nas Adè­le Exar­cho­pu­los y Léa Sey­doux son los artí­fi­ces de una audaz, cru­da y a la vez tier­na his­to­ria de amor que no deja a nadie indi­fe­ren­te. Para refe­ren­cia adi­cio­nal se pue­de leer el bre­ve comen­ta­rio efec­tua­do en esta colum­na en la edi­ción del 31 de mayo de 2013.

Luminiţa Gheorghiu en CHILD’S POSE

Lumi­niţa Gheorghiu en CHILD’S POSE

Otro film reco­men­da­ble es Child’s Pose que obtu­vo el Oso de Oro en Ber­lín. Con­fir­man­do una vez más la madu­rez del cine rumano, el rea­li­za­dor Calin Peter Netzer ofre­ce un dra­ma psi­co­ló­gi­co de gran impac­to emo­cio­nal sobre la rela­ción exis­ten­te entre una madre pose­si­va y un hijo de natu­ra­le­za pasi­va. La esen­cia del rela­to gira en torno de Cor­ne­lia (Lumi­ni­ta Gheorghiu), una mujer de bue­na posi­ción eco­nó­mi­ca, que se ente­ra que su hijo Bar­bu (Bog­dan Dumi­tra­che), de algo más de 30 años pero deci­di­da­men­te sumi­so a su madre, mane­jan­do su auto en esta­do alcohó­li­co pro­vo­có un acci­den­te matan­do a un ino­cen­te ado­les­cen­te de 14 años; ese es el motor que se encien­de para mos­trar todos los esfuer­zos que rea­li­za Cor­ne­lia para evi­tar que Bar­bu sea sen­ten­cia­do cul­pa­ble y envia­do a la cár­cel. El inci­den­te sir­ve como medio de ilus­tra­ción de una socie­dad don­de el dine­ro todo lo pue­de y cual­quie­ra pue­de ser com­pra­do para ocul­tar evi­den­cias; así, si en el pasa­do fue­ron los jerar­cas encum­bra­dos del régi­men comu­nis­ta quie­nes uti­li­za­ban su poder en for­ma dis­cre­cio­nal, hoy día son los nue­vos ricos que los reem­pla­zan en un medio corrup­to. Con rigu­ro­si­dad y nota­ble fran­que­za, el emo­cio­nan­te rela­to que cuen­ta con exce­len­tes diá­lo­gos se enri­que­ce con la nota­ble com­po­si­ción que Gheorghiu logra de esa madre auto­ri­ta­ria y mani­pu­la­do­ra capaz de uti­li­zar cual­quier recur­so para defen­der a su úni­co hijo.

Irrfan Khan en THE LUNCHBOX

Irrfan Khan en THE LUNCHBOX

Una encan­ta­do­ra y ori­gi­nal his­to­ria de amis­tad es lo que el rea­li­za­dor Ritesh Batra ofre­ce en su ópe­ra pri­ma The Lunch­box. Dis­pues­ta a ganar fácil­men­te la adhe­sión de cual­quier tipo de audien­cia, el rela­to des­ti­la una gran dosis de huma­ni­dad uti­li­zan­do como excu­sa la caji­ta de comi­da que sir­ve como almuer­zo o merien­da para los que tra­ba­jan en las fábri­cas o empre­sas de la inmen­sa ciu­dad de Mum­bai en India. El film intro­du­ce a los dab­ba­wa­las que son aque­llas per­so­nas que tra­ba­jan­do en una indus­tria de ser­vi­cios se encar­gan de reco­ger la comi­da recién hecha en las dab­bas (ces­tas o cajas) trans­por­tán­do­las des­de los hoga­res de los emplea­dos de ofi­ci­nas has­ta sus res­pec­ti­vos luga­res de tra­ba­jo para pos­te­rior­men­te devol­ver las ces­tas vacías en lugar de ori­gen. En base a lo que ante­ce­de, el rela­to enfo­ca a Ila (Nim­ra­ta Kaur), un ama de casa que para ganar la aten­ción de su mari­do que la ha deja­do un poco aban­do­na­da le ha coci­na­do una comi­da espe­cial. Pero a cau­sa de una con­fu­sión pro­du­ci­da, la famo­sa caja con­te­nien­do la ali­men­ta­ción no ter­mi­na en el escri­to­rio del mari­do sino en el de Saa­jan (Irrfan Khan), un misán­tro­po con­ta­dor a pun­to de jubi­lar­se que vive soli­ta­ria­men­te des­de el falle­ci­mien­to de su mujer. Tenien­do en con­si­de­ra­ción el equí­vo­co incu­rri­do, al día siguien­te Ila en un ges­to impul­si­vo colo­ca una nota en la caja don­de le reve­la al des­co­no­ci­do algu­nas de sus frus­tra­cio­nes per­so­na­les. A par­tir de allí se esta­ble­ce una sin­gu­lar corres­pon­den­cia don­de esta mujer y Saa­jan van inti­man­do platónicamente.
La comu­ni­ca­ción esta­ble­ci­da de dos extra­ños vivien­do apar­ta­dos den­tro de una gigan­tes­ca metró­po­li ofre­ce momen­tos poé­ti­cos a la vez que trae remi­nis­cen­cias de las narra­cio­nes de rea­lis­mo mági­co que aflo­ran en algu­nos bue­nos rela­tos de la lite­ra­tu­ra latinoamericana.
Con­cen­tran­do la aten­ción del espec­ta­dor duran­te el com­ple­to trans­cur­so del rela­to, esta pro­duc­ción india, deli­ca­da­men­te rela­ta­da, resul­ta agri­dul­ce, melan­có­li­ca y humo­rís­ti­ca, al mis­mo tiem­po que se bene­fi­cia enor­me­men­te con las cáli­das inter­pre­ta­cio­nes de Kaur y Khan así como de la acer­ta­da com­po­si­ción de Nawa­zud­din Sid­di­qui ani­man­do con sen­si­bi­li­dad al apren­diz con­ta­ble que reem­pla­za­rá a Saa­jan en sus fun­cio­nes.
 

Manus­cripts Don’t Burn es un docu­men­tal ira­ní que tes­ti­mo­nia las difi­cul­ta­des que expe­ri­men­tan los inte­lec­tua­les del país. Desa­fian­do la prohi­bi­ción impues­ta a Moham­mad Rasou­lof de fil­mar por un perío­do de 20 años, el rea­li­za­dor hace oídos sor­dos a la mis­ma rodan­do una pelí­cu­la que docu­men­ta el esta­do de cen­su­ra que se vive y la for­ma en que se vale el esta­do para cas­ti­gar a sus disi­den­tes. A tra­vés de un rela­to de fic­ción, lo que Rasou­lof narra está basa­do en hechos reales cuan­do un con­si­de­ra­ble núme­ro de escri­to­res, inte­lec­tua­les y acti­vis­tas polí­ti­cos actuan­do en la déca­da del 90 crí­ti­ca­men­te denun­cia­ron las accio­nes adop­ta­das por el ava­sa­lla­mien­to de los dere­chos huma­nos por cier­tas per­so­nas que pos­te­rior­men­te ocu­pa­rían car­gos minis­te­ria­les duran­te la ges­tión del ex pre­si­den­te Mah­mud Ahma­di­ne­jad. Den­tro de ese con­tex­to y bajo la for­ma de un thri­ller, el rela­to enfo­ca a dos ase­si­nos a suel­do des­ti­na­dos a secues­trar e inte­rro­gar a un escri­tor disi­den­te. Lo que suce­de y se con­tem­pla en pan­ta­lla es real­men­te esca­lo­frian­te al expo­ner las tác­ti­cas mafio­sas uti­li­za­das por fun­cio­na­rios del gobierno para aca­llar a todos aque­llos inte­lec­tua­les que se atre­van a disen­tir con el gobierno con­ser­va­dor que rige los des­ti­nos del país. Aun­que la narra­ción no es siem­pre pare­ja o com­ple­ta­men­te cla­ra, el film es sin duda audaz, cau­ti­van­te e indu­da­ble­men­te sor­pren­den­te al ilus­trar hechos de la reali­dad coti­dia­na que sin duda no habrán de con­ten­tar al actual pre­si­den­te. Cabe acla­rar que para sal­va­guar­dar al equi­po de fil­ma­ción, la pelí­cu­la no con­tie­ne cré­di­to alguno sobre la iden­ti­dad de los acto­res que ani­ma­ron a los dife­ren­tes per­so­na­jes del rela­to. 

Un exce­len­te docu­men­tal es L’image man­quan­te (The Mis­sing Pic­tu­re) del rea­li­za­dor cam­bo­yano Rithy Panh. En ape­nas hora y media de dura­ción el film trans­mi­te al espec­ta­dor las expe­rien­cias vivi­das por el direc­tor en sus años de ado­les­cen­cia jun­to a su fami­lia duran­te la vio­len­ta dic­ta­du­ra de los Khmer Rou­ge que azo­tó al país entre 1975 y 1979. En la medi­da que el rea­li­za­dor tra­tó de bus­car en vano algu­na foto­gra­fía que tes­ti­mo­nia­ra los actos geno­ci­das de Pol Pot, para tes­ti­mo­niar ese dolo­ro­so perío­do recu­rrió al uso de unas peque­ñas escul­tu­ras arte­sa­na­les crea­das y de un rela­ti­va­men­te esca­so mate­rial de archi­vo. Con una voz en off (Ran­dal Douc) que acom­pa­ña a las imá­ge­nes y una músi­ca (Marc Mar­der) que se ajus­ta acer­ta­da­men­te al cli­ma dra­má­ti­co del rela­to, el espec­ta­dor asis­te a un docu­men­tal ínti­mo que expo­ne la infan­cia feliz de Panh antes del fatí­di­co 17 de abril de 1975 cuan­do las tro­pas revo­lu­cio­na­rias irrum­pie­ron en la capi­tal de Phnom Penh gene­ran­do el aban­dono de más de dos millo­nes de per­so­nas hacia los cam­pos de reedu­ca­ción esta­ble­ci­dos en el inte­rior del país; eso sig­ni­fi­có la eli­mi­na­ción de cual­quier ves­ti­gio de capi­ta­lis­mo que Pol Pot y los miem­bros de su par­ti­do con­si­de­ra­ran inade­cua­dos. Pero la pro­po­si­ción colec­ti­vis­ta del régi­men, a pesar de haber teni­do el apo­yo ini­cial de los cam­pe­si­nos, con­du­jo a que el pue­blo estu­vie­se some­ti­do a con­di­cio­nes de escla­vi­tud y a que sufrie­ra ham­bre como méto­do para ase­gu­rar la obe­dien­cia de las órde­nes impar­ti­das por el régi­men. Sin duda, éste es un sóli­do y pode­ro­so docu­men­to que Panh lo ha rea­li­za­do como un medio de catar­sis al desear expo­ner el infierno vivi­do en el recien­te pasa­do que enlu­tó a Cam­bo­dia. 

El direc­tor fran­cés Gui­llau­me Canet efec­túa su debut en el cine de los Esta­dos Uni­dos con Blood Ties; se tra­ta de una nue­va ver­sión de la nove­la de Jac­ques Mai­llol del mis­mo nom­bre, cuya acción se desa­rro­lla en Brooklyn a media­dos de la déca­da del 70. El guión escri­to por el direc­tor con la cola­bo­ra­ción del rea­li­za­dor James Gray pre­sen­ta a dos her­ma­nos que han esta­do tran­si­tan­do por la vida a tra­vés de sen­de­ros dia­me­tral­men­te opues­tos. Cli­ve Owen inter­pre­ta a Chris, un hom­bre de 50 años de edad, con pro­ble­mas de per­so­na­li­dad, que sale de la cár­cel des­pués de haber cum­pli­do una con­de­na de 12 años por ase­si­na­to. Billy Cru­dup es Frank, su her­mano más joven, que se desem­pe­ña como un hones­to poli­cía y que tra­ta de ayu­dar­lo ofre­cién­do­le alo­ja­mien­to en su casa ade­más de un decen­te tra­ba­jo; sin embar­go las vie­jas mañas del ex cri­mi­nal vol­ve­rán a poner­se en evi­den­cia gene­ran­do serias com­pli­ca­cio­nes que ponen en jue­go los lazos de san­gre que unen a estos dos hermanos.
Aun­que se deja ver, esta ambi­cio­sa pro­duc­ción no alcan­za el nivel al que aspi­ra debi­do a una narra­ti­va que se alar­ga dema­sia­do por haber incor­po­ra­do varias sub­tra­mas que no se inte­gran ade­cua­da­men­te a la his­to­ria cen­tral; a todo ello debe agre­gar­se que varios de los dife­ren­tes hilos lan­za­dos en su desa­rro­llo no lle­gan a unir­se dejan­do cier­ta frus­tra­ción en el espec­ta­dor. A su favor cabe des­ta­car algu­nos momen­tos bien logra­dos, como las del robo a un ban­co, así como la pre­sen­cia de un com­pe­ten­te elen­co don­de ade­más de Owen y Cru­dup par­ti­ci­pan Marion Coti­llard, Mía Kunis, Matthias Schoe­naerts, James Caan y Zoe Sal­da­na en roles secun­da­rios. Inob­je­ta­ble los dise­ños de producción.