DALLAS BUYERS CLUB. Estados Unidos, 2013. Un film de Jean-Marc Vallée
Con una interpretación excepcional de Matthew McConaughey, el film se centra en Ron Woodroof, un hombre de Texas que viendo su vida amenazada por el SIDA comienza una cruzada única para tratar de salvarse así como también ayudar a otros pacientes aquejados del mismo mal.
A través de la elegante narración ofrecida por el realizador canadiense Jean-Marc Vallée, el público llega a conocer a Ron Woodroof (McConaughey), un rústico y beligerante electricista de Dallas quien además es mujeriego, adicto a la bebida y decididamente homófobo. Cuando como consecuencia de un accidente de trabajo que sufre en julio de 1985 es hospitalizado, se entera de ser portador del virus del SIDA y que solo le resta un mes de vida. Aunque en esa época no se sabía mucho de esta extraña enfermedad, lo único claro era que el mal afectaba mayoritariamente a la comunidad gay que mantenía relaciones sexuales; de allí que viendo insultada su masculinidad y no creyendo en el diagnóstico obtenido Ron reacciona hostilmente contra los médicos que lo atienden (Denis O’Hare y Jennifer Garner) abandonando el hospital.
Al ver que su estado físico comienza a deteriorarse y al negarse a aceptar su sentencia de muerte, este hosco individuo decide efectuar una investigación en la biblioteca local –el sitio web aún era desconocido- sobre el origen de su enfermedad así como de la existencia de ciertos medicamentos eficaces existentes fuera del país pero no aprobados aún por la FDA (Food and Drug Administration). En consecuencia decide desplazarse a la frontera mexicana donde se contacta con un médico americano sin licencia (Griffin Dunne) que ha obtenido buenos resultados con tratamientos alternativos; a partir de allí, y conciente de la nueva realidad que le toca afrontar, Ron comienza a contrabandear drogas medicinales que ya no solo provendrán de México sino también de otros lugares del mundo.
Lo interesante de esta historia real es que aunque constituya una acerba crítica contra las instituciones médicas y corporaciones farmacéuticas americanas al demostrar sus falencias en el tratamiento de la enfermedad que ha cobrado tantas víctimas, el film en última instancia constituye un meticuloso estudio de la personalidad de un individuo que en el transcurso de su lucha por legalizar medicamentos que alivien males incurables va cambiando su forma de pensar y actuar. Dentro de ese contexto, resulta encomiable la relación improbable que llega a entablar con Rayon (magnífica caracterización de Jared Leto), un transexual drogadicto a quien conoció durante su permanencia en el hospital; con él llegará a fundar un club donde la gente afectada de SIDA, a través del pago de una cuota mensual puede tener acceso a los medicamentos no provistos por el sistema de salud de los Estados Unidos.
Tanto la lograda dirección de Vallée como el excelente guión de Craig Borten y Melisa Wallack, contribuyen a que este film, lejos de apelar a artificiosos sentimentalismos, llegue a cualquier tipo de audiencia capaz de apreciar y sentir qué es lo que significa padecer de un terrible mal buscando con desesperación una medicina que pueda socorrerlo.
Como al principio se señaló, la interpretación de McConaughey causa admiración y sin duda imposible de olvidar. Si físicamente resulta irreconocible con la pérdida de peso lograda para brindar la idea de una persona demacrada por la enfermedad, lo sorprendente es de qué modo el carilindo actor se ha convertido en un intérprete de gran envergadura; así y con total convicción, se sumerge por completo en la piel del macho antihéroe que se transforma en un autodidacta científico del virus del SIDA y en su viaje interior de autodescubrimiento logra redimirse como un hombre tolerante y afectuoso que brinda su apoyo y cariño hacia individuos que antes había despreciado y padecen del mismo síntoma. No menos importante es la participación de Leto quien ofrece una humana caracterización de una persona que ha logrado romper la coraza homofóbica de Ron. En los créditos finales del film se indica que Woodroof logró vivir hasta 1992.
Conclusión: Un film bellamente realizado y que abordando un urticante tema cuenta con la insuperable actuación de McConaughey. Jorge Gutman