PHILOMENA. Gran Bretaña, 2013. Un film de Stephen Frears
Una historia real donde sus verdaderos protagonistas aún viven es lo que se contempla en el conmovedor, humano y sobresaliente film Philomena de Stephen Frears, basado en el libro de de Martin Sixsmith The Lost Child of Philomena Lee, en donde su autor es incorporado a la trama como uno de los dos protagonistas
No es muy común que un tema hondamente dramático pueda expresarse cinematográficamente con un considerable sentido del humor; eso es lo que Frears logra equilibrar maravillosamente en esta película. El relato enfoca a Philomena Lee (Judy Dench), una mujer irlandesa septuagenaria que en 1952 cuando muy jovencita (Sophie Kennedy Clark) e inocente queda seducida en un parque de diversiones por un adolescente; esa única relación íntima mantenida motiva su embarazo y que su familia por vergüenza de aguardar un hijo fuera de matrimonio la envíe al convento de Roscrea, dejándola abandonada. En esa institución hay otras jóvenes de la misma condición que son brutalmente maltratadas por las monjas como castigo por ser consideradas “mujeres perdidas”. Cuando nace Anthony, el bebé de Philomena, ella puede verlo y estar con él durante una hora diaria a cambio de realizar duros trabajos en la lavandería del asilo; la tragedia sobreviene cuando tres años después, la Madre Superiora vende la criatura a un matrimonio americano sin que los actos de desesperación de la angustiada madre por haber sido despojada de su niño lleguen a inmutar a las insensibles religiosas del establecimiento.
Cincuenta años después y con el dolor aún a cuestas de no haber llegado a oír de Anthony, está mujer llega a conocer a Martin Sixsmith (Steve Coogan). Este hombre, que había trabajado como corresponsal extranjero para la BBC y que además se desempeñó como director de comunicaciones en el gobierno de Tony Blair, se entera de lo que a Philomena le acontece; considerando que hay un material de extraordinario interés para ser relatado resuelve prestarle su ayuda para tratar de localizar al hijo perdido iniciando de este modo una ardua investigación detectivesca.
Sobre un guión preparado por Coogan y Jeff Pope, el espectador sigue los pasos de Philomena y Martin en un viaje de hondo contenido emocional, encaminado al principio en el convento irlandés y posteriormente en Washington DC donde habitaba el matrimonio que adoptó al niño.
Esa travesía revela en toda su dramática dimensión qué es lo que aconteció con Anthony así como también permite describir las características de ambos protagonistas. Uno de los méritos del film es precisamente retratar con convicción el contraste de personalidades establecido entre Philomena y el periodista. Ella es un ser de naturaleza sencilla, de humilde origen y sin educación superior que durante sus años activos trabajó como enfermera y que mantiene una profunda convicción católica; Martin, en cambio es un agnóstico de refinada cultura, que por su formación y antecedentes profesionales le ha tocado moverse en un medio mucho más refinado y confortable. De esa particular combinación, donde ella se guía por la intuición, mientras que él se maneja por el intelecto, queda conformada una singular y grata pareja donde parte del intercambio mantenido entre ellos origina las situaciones de humor que atenúan el clima dramático de la investigación emprendida.
Frears demuestra en todo momento estar en completo control de lo que está relatando y afortunadamente contó con dos artistas excepcionales para animar a los personajes protagónicos. Aclamada internacionalmente, Dench nuevamente se posesiona por completo de los roles que interpreta, brindando en este caso la humanidad excepcional que desborda Philomena y que dada su devoción religiosa es capaz de perdonar a quienes le han infligido un tratamiento cruel. Con todo, su brillante actuación no opaca la caracterización que logra Coogan como el sagaz periodista investigador que aunque sereno y mesurado en sus actitudes también es el individuo de profunda solidez moral que no duda en confrontar y manifestar su indignación y repulsión a las autoridades del convento por la conducta inhumana, represiva y nefasta mantenida con las pupilas que allí estuvieron albergadas.
Además de las razones anteriormente expresadas, el film constituye en buena parte una acerba crítica al comportamiento de ciertas instituciones religiosas así como también permite reflexionar sobre ciertos tópicos delicados incluyendo la fe, la religión, la existencia de Dios y otros aspectos de connotaciones éticas y morales.
Conclusión: La excelente dirección e interpretación y su apasionante historia que alcanza dimensión universal, hacen que este film pueda ser apreciado no solo por quienes son madres sino por cualquier persona capaz de sentir e identificarse con el inmenso dolor de la pérdida de un hijo. Jorge Gutman