Psi­co­te­ra­pia de un Vete­rano de Guerra

JIMMY P. (Psy­chothe­rapy of a Plains Indian). Fran­cia, 2013. Un film de Arnaud Desplechin

Antro­po­lo­gía, etno­lo­gía y psi­co­aná­li­sis son temas que siem­pre intere­san y es pro­ba­ble que ésa sea la razón que moti­vó al direc­tor fran­cés Arnaud Des­ple­chin, en su pri­mer film en Esta­dos Uni­dos, a con­si­de­rar el caso clí­ni­co de un nati­vo que es obje­to como su títu­lo lo anti­ci­pa (Psi­co­te­ra­pia de un indio de las pra­de­ras) de un pro­ce­so tera­péu­ti­co para poder emer­ger del mal que lo aqueja.

Benicio del Toro y Mathieu Amalric

Beni­cio del Toro y Mathieu Amalric

En un guión que le per­te­ne­ce escri­to con Julie Peyer y Kent Jones, Des­ple­chin ubi­ca las pri­me­ras esce­nas en Mon­ta­na en 1948. Allí vive con su her­ma­na y su fami­lia Jimmy Pic­card (Beni­cio Del Toro), un autóc­tono black­foot (pie negro) per­te­ne­cien­te a una tri­bu ame­ri­ca­na. Des­pués de haber com­ba­ti­do en la Segun­da Gue­rra en Fran­cia en don­de sufrió una frac­tu­ra de crá­neo, a su regre­so comien­za a expe­ri­men­tar cier­tas ano­ma­lías físi­cas y men­ta­les como mareos, esbo­zos de cegue­dad y pér­di­da de audi­ción. Tras­la­da­do al Hos­pi­tal Mili­tar Tope­ka de Kan­sas, los facul­ta­ti­vos que se dedi­can al tra­ta­mien­to de vete­ra­nos de gue­rra no logran resol­ver su problema.

Al estar con­ven­ci­do de que el pacien­te no sufre de esqui­zo­fre­nia, el doc­tor Men­nin­ger (Larry Pine) de dicho cen­tro hos­pi­ta­la­rio deci­de con­vo­car a Geor­ges Deve­reux (Mathieu Amalric), quien es el autor del libro Reality and Dream en que se basa este film, para que tra­te al pacien­te. Este cien­tí­fi­co es un emi­nen­te etnó­lo­go fran­cés de ori­gen rumano vivien­do en Esta­dos Uni­dos y que ade­más es psi­co­ana­lis­ta y gran cono­ce­dor de la cul­tu­ra de la gen­te nati­va ame­ri­ca­na. Ahí comien­zan las sesio­nes de tera­pia en don­de a tra­vés de pro­ce­di­mien­tos psi­co­ana­lí­ti­cos Deve­reux tra­ta de inser­tar­se en la psi­quis de Pic­card. A tra­vés de las suce­si­vas entre­vis­tas comien­zan a fluir impor­tan­tes deta­lles de la vida del pacien­te que ante­ce­den a su trau­má­ti­ca expe­rien­cia de gue­rra; es así como que­dan revi­vi­dos algu­nos trau­mas de la infan­cia don­de que­da resal­ta­do el com­ple­jo de Edi­po con su madre viu­da al ver­la acos­ta­da con otro hom­bre y otras acti­tu­des de su vida adul­ta, espe­cial­men­te en lo refe­ren­te al tra­ta­mien­to poco agra­da­ble dis­pen­sa­do a su aman­te y a la hija que nació de esa unión.

El desa­rro­llo de esta his­to­ria está fun­da­men­tal­men­te cen­tra­do en la rela­ción tera­peu­ta-pacien­te y eso cons­ti­tu­ye un arma de doble filo cuan­do se tra­ta de valo­rar al film. Si por un lado las pri­me­ras sesio­nes pue­den con­cen­trar la aten­ción del espec­ta­dor, a medi­da que trans­cu­rre la tera­pia, el rela­to acu­sa cier­to ago­bio que lo hace lan­gui­de­cer. A pesar de las sóli­das inter­pre­ta­cio­nes de Del Toro y Amalric carac­te­ri­zan­do muy bien a dos con­tras­tan­tes per­so­na­li­da­des, lo que se año­ra es el con­te­ni­do de algo más exci­tan­te o al menos de algún fac­tor ines­pe­ra­do o impre­vis­to en su expo­si­ción que atrai­ga un reno­va­do inte­rés del espec­ta­dor sin que se trans­for­me, como en este caso, en algo tan ver­bo­rrá­gi­co y tea­tral. Apar­te de la rela­ción tera­péu­ti­ca de los dos per­so­na­jes, se pue­de apre­ciar una esce­na en que Deve­reux reci­be la visi­ta de su aman­te (Gina McKee) con quien com­par­te algu­nos momen­tos de pla­cer; en todo caso, des­de una pers­pec­ti­va glo­bal nada agre­ga al nudo dra­má­ti­co del relato.

Como estu­dio clí­ni­co de un caso psi­co­ló­gi­co real, este film es apre­cia­ble en sus inten­cio­nes; sin embar­go, es nece­sa­rio con­si­de­rar que Alfred Hitch­cock hace más de medio siglo logró un fas­ci­nan­te thri­ller con Spell­bound (1945) sobre una temá­ti­ca simi­lar invo­lu­cran­do por com­ple­to al espec­ta­dor, hecho que aquí no ocurre.

Con­clu­sión: Más allá de las obser­va­cio­nes apun­ta­das, el film está impe­ca­ble­men­te fil­ma­do y se valo­ri­za con las estu­pen­das inter­pre­ta­cio­nes de Amalric y Beni­cio Del Toro. Jor­ge Gutman