LE CAPITAL. Francia, 2012. Un film de Costa-Gavras
Un film de Costa-Gavras es siempre bienvenido dado que como representante de un cine político y social realizó filmes de gran envergadura dramática como lo fueron, entre otros, Z (1969), Estado de Sitio (1972) y/o Missing (1982) que permitieron involucrar al espectador sobre nefastas dictaduras militares que azotaron al mundo. En esta oportunidad el realizador brinda un melodrama ubicado en el mundo de las altas finanzas donde a través de su accionar queda reflejada la faz oscura del capitalismo debido al comportamiento impiadoso de irresponsables tiburones financieros que influyeron notoriamente en la crisis económica de los últimos años.
El relato está basado en el libro de Stéphane Osmont cuyo título se refiere a la obra de Marx y se centra sobre el inesperado ascenso de un individuo que agraciado por un golpe de suerte logra ubicarse en una posición insospechada de inconmensurable poder financiero. Esa persona se llama Marc Tourneuil (Gad Elmaleh) quien trabajando para el Banco Phenix (naturalmente ficticio), el más importante del continente europeo, es convocado por el consejo directivo para reemplazar en forma temporal al presidente de la institución que ha sufrido un colapso jugando al golf y además padece de un cáncer terminal. En tanto que sus colegas creen ver en Marc a un individuo sin mucho carácter, fácil de manejar y ocupando ese cargo por breve tiempo, he aquí la sorpresa cuando el interino sucesor se toma muy a pecho sus nuevas funciones y no está dispuesto a ceder su prestigiosa posición al ver que es el camino indicado que lo conducirá a la máxima riqueza y a un poder ilimitado.
De aquí en más comienza su dura lucha para tratar de combatir a sus enemigos y lograr el apoyo de su principal aliado que es Dittmar Rigule (Gabriel Byrne). Se trata de un despiadado y temperamental director de un fondo de inversión estadounidense que tiene una importante participación en Phenix y cuya intención es ganar el completo control de la institución bancaria; para satisfacer sus requerimientos, Tourneuil tratará de privilegiar el interés de los accionistas despidiendo sin contemplaciones a gran parte del personal.
Costa Gavras no está solamente interesado en la descripción de un individuo amoral, mezquino y depredador sino más bien en demostrar que los participantes o ejecutivos que están al frente o que trabajan en los altos puestos de las instituciones financieras, por más honestos que fuesen, no pueden dejar de contaminarse por el sistema en que se desenvuelven abandonando de este modo sus principios éticos y morales.
Elmaleh impresiona como el ambicioso individuo que no tiene empacho en manifestar su avidez desmedida por el dinero para lograr ser respetado y que descaradamente promete seguir robando el dinero de la gente humilde para dárselo a los ricos. El resto del elenco se desempeña con solvencia, especialmente Byrne caracterizando convincentemente a un insensible representante de un capitalismo depredador. Los valores de producción son de inobjetable factura, sobre todo en los renglones de fotografía y montaje.
En líneas generales, este relato resulta hoy día demasiado familiar porque ya han habido numerosos filmes incursionando en tópicos de la misma índole, sobre todo si se tiene en cuenta el reciente film de Martin Scorcese The Wolf of Wall Street cuyo contenido es aún más elocuente que lo que Costa-Gavras expone aquí. A pesar de no aportar nada nuevo a lo ya conocido Le Capital satisface en la medida que el realizador logra un thriller cáustico de ritmo fluido y ameno al que sólo podría objetarse por ser demasiado didáctico por explicar situaciones que se entienden por sí solas.
Conclusión: Costa Gavras denuncia los males del capitalismo a través de un entretenido thriller que expone las prácticas “non sanctas” del sistema bancario internacional. Jorge Gutman