MOTHERHOUSE. Autor: David Fennario – Dirección: Jeremy Taylor con la colaboración de David Fennario — . Elenco: Holly Gauthier-Frankel, Delphine Bienvenu, Bernadette Fortin, Stephanie McKenna — Decorados y Vestuario: Laurence MongeauAnne-Séguin Poirier – Iluminación: Peter Spike Lyne – Duración: 90 minutos (sin entreacto) — Representaciones: hasta el 23 de marzo de 2014. (http://www.centaurtheatre.com/)
Crónica de Jorge Gutman
A través de las últimas décadas el dramaturgo David Fennario ha mantenido un exitoso vínculo con el Teatro Centaur donde la mayoría de sus piezas teatrales han sido allí mundialmente estrenadas con considerable repercusión popular. Como un escritor preocupado por los problemas sociales, en esta oportunidad presenta una obra vinculada con los ecos de conflictos bélicos, que tuvieron repercusión en Verdún, uno de los distritos de la clase proletaria de la ciudad de Montreal.
Teniendo en cuenta que este año se cumple el centenario de la Primera Guerra Mundial Fennario se inspiró para escribir su obra en una foto de archivo de 1916; en la misma aparecía un considerable número de mujeres empleadas por la British Munitions Supply Company, una fábrica de municiones localizada en Verdún, reunidas en la cafetería del lugar durante su hora de almuerzo. Ese hecho le hizo recordar a su propia madre quien años después durante la Segunda Guerra, fue una de las trabajadoras del mismo establecimiento. Así, el autor deseó rendir tributo a las abnegadas madres, esposas, hermanas y otras mujeres que debieron trabajar duramente mientras que sus maridos, hijos y familiares varones se encontraban luchando en los campos de batalla de la convulsionada Europa.
La pieza que no está estructurada linealmente se vale de un personaje protagónico femenino (Holly Gauthier-Frankel) que con más de 100 años de edad va relatando en forma de monólogo las experiencias por ella vividas en esa época que de algún modo representa a todas aquellas mujeres trabajadoras que atravesaron por situaciones similares. El relato se complementa con la participación de tres otros personajes (Delphine Bienvenu, Bernadette Fortin, Stephanie McKenna) como si se tratara de un coro griego.
Estrictamente considerada, la obra tiene una naturaleza errante, fragmentaria y no muy definida que, aunque noble en sus intenciones por su mensaje antibélico, más se asemeja a un ensayo sobre reflexiones personales del autor desenterrando vestigios de la guerra que a un trabajo estrictamente elaborado para un público deseoso de apreciar en una velada teatral algo de mayor gravitación. Ni la música folclórica de acompañamiento ejecutada en violín por Fortin ni tampoco las imágenes fotográficas reflejadas como telón de fondo contribuyen a compensar las observaciones señaladas.
A nivel interpretativo Gauthier-Frankel ofrece suficientes matices expresivos en su relato, aunque sujeta a las limitaciones impuestas por el texto. Algo parecido puede señalarse de la puesta en escena de Jeremy Taylor quien ha logrado brindar la suficiente fluidez como para que este monólogo no resulte monótono.