ALBERTINE, EN CINQ TEMPS – Autor: Michel Tremblay – Dirección: Lorraine Pintal — Elenco: Émilie Bibeau, Lise Castonguay, Lorraine Côte, Éva Daigle, Monique Miller, Marie Tifo — Decorados: Michel Goulet – Vestuario: Sébastien Dionne — Iluminación: Denis Guérette – Música Original: Jorane. Duración : 1h35 (sin entreacto). Representaciones: Hasta el 10 de abril de 2014 en el Théâtre du Nouveau Monde (www.tnm.qc.ca)
Crónica de Jorge Gutman
El prolífico autor Michel Tremblay es sin duda un escritor que sabe analizar con profundidad la psiquis femenina; precisamente, es en esta pieza escrita en 1984 donde mejor se manifiesta. Repuesta en más de una ocasión, esta versión escénica de Lorraine Pintal que se acaba de presentar es sencillamente excelente prodigando al espectador una velada teatral de completa satisfacción.
En lo que concierne a su contenido, Tremblay utiliza para su construcción dramática el recurso de la memoria para recomponer el pasado en la vida de una persona y analizar de qué manera pudo haber sido diferente el rumbo adoptado. Para ello utiliza al personaje principal de Albertine a los 70 años de edad (Monique Miller); se trata de una persona sufrida que acaba de salir del hospital después de haber rozado la muerte con una sobredosis de medicamentos. Comenzando una segunda vida esta mujer, desde su habitación de un hogar de ancianos donde reside, pasa revista a su existencia y de allí en más comienzan a surgir las diferentes personalidades que alimentaron su espíritu a través del tiempo; así se contempla a la joven inquieta de 30 años (Émilie Bibeau) con grandes planes para el futuro pero que al llegar a sus 40 años (Éva Daigle) comprueba que sus expectativas no han sido logradas por lo que experimenta un sentimiento de rabia; al llegar a los 50 años (Marie Tifo) intenta alcanzar vanamente una felicidad que dé sentido a su vida lo que conduce a que a los 60 años (Lise Castonguay) ya completamente desilusionada se sienta sumergida en un estado depresivo. La esencia de la obra radica en el fantasioso intercambio que se produce entre las diferentes Albertinas y a ello debe agregarse la presencia de Madeleine (Lorraine Côte), la hermana confidente y comprensiva que además de haber sido un factor de gran humanidad en los estadios de su vida, teatralmente constituye el hilo que vincula a los diferentes personajes.
De naturaleza evocativa y melancólica, esta obra se vale de Albertina para efectuar un retrato de todos los sentimientos que el ser humano puede anidar a través de su existencia. Así, la cólera, frustración, desencanto, tristeza, culpabilidad, arrepentimiento, soledad y problemas de comunicación pueden conducir a que una persona se sienta impulsada a adoptar actitudes extremas. Con todo, la obra brinda un mensaje de aliento esperanzador; eso se aprecia cuando Albertine, habiendo conseguido exorcizar los fantasmas de un pasado imposible de ser modificado, puede finalmente reconciliarse con sí misma, adquiriendo la serenidad necesaria para seguir viviendo y quizás para disfrutar de un destino mejor en los años que aún le restan.
A la competente dirección de Pintal debe agregarse la valiosa colaboración de seis estupendas actrices que han sabido compenetrarse con la sensibilidad que el autor transmitió a los personajes de su pieza. Entre otros factores que apuntalan la calidad de esta producción debe mencionarse una buena escenografía imaginada por escaleras de caracol que representan el universo de su protagonista y que generan el espacio adecuado para el desplazamiento fluido de sus personajes.