BALANCE DE CANNES 2014
Crónica de Jorge Gutman
Ya ha concluido una nueva edición del Festival de Cannes. En líneas generales dentro de la competencia oficial no hubo como en años anteriores un título que haya conmocionado o hecho historia como lo fue La Vida de Adèle en 2013 y Amour en 2012 pero en todo caso cabe señalar que dentro de los 18 filmes elegidos para competir por la Palma de Oro hubo algunos de gran calidad, otros buenos y también algunas decepciones que con todo no alcanzaron a empañar la programación global.
LOS PALMARES DE LA SELECCIÓN OFICIAL
He aquí los premios más importantes en la selección oficial comenzando primeramente por la competencia oficial. El jurado presidido por la realizadora Jane Campion decidió adjudicar la Palma de Oro a la película turca Winter Sleep (Sueño de Invierno) del director Bilge Ceylan y que personalmente también estimo que ha sido el mejor film de la muestra. A pesar de su duración de 3 horas y 16 minutos y de su estructura teatral, el relato escrito por el realizador junto con Ebru Ceylan en ningún momento decae permitiendo a la audiencia apreciar un excelente drama. Inspirado en Anton Chejov y con reminiscencias del cine de Ingmar Bergman (Escenas de la Vida Conyugal),el film ubica la acción en una pequeña aldea de las estepas de Cappadocia, siguiendo los pasos los pasos de Aydin (Haluk Bilginer), un actor retirado y dueño de un hotel allí enclavado que heredó de su padre así como de tierras que arrienda; su intención es recluirse para escribir una historia del teatro turco y mientras procede a hacerlo, este intelectual y egocéntrico individuo discurrer a través de largas e intensas escenas con su fiel asistente (Ayberk Pekcan), su hermana divorciada Necla (Demet Akbag), su joven y distanciada esposa Nihal (Melisa Sozen) así como uno de sus pobres arrendatarios (Serhat Kilic) que lo resiente profundamente. El resultado constituye un profundo y absorbente ensayo sobre la condición humana así como una meticulosa observación de las diferentes clases sociales de Turquía que en muchos aspectos alcanza dimensión universal.
El Grand Prix del Jurado, segundo en orden de importancia, fue adjudicado al film italiano Le meraviglie de Alice Rohrwacher. La historia que transcurre en los años 80 gira en torno de una humilde familia de granjeros de la región de Umbría dedicados a la producción de miel, en donde el severo padre (Sam Louwyck) recluye a sus cuatro hijas del mundo exterior para protegerlas del “fin del mundo”; todo cambiará cuando la hija mayor preadolescente (Maria Alexandra Lungu) aspirando a un porvenir más alentador decide participar en un programa televisivo presentado por una magnética y misteriosa hada madrina (Monica Bellucci) que habrá de cambiar su vida. Sencilla, pero humana ilustrando el proceso de madurez de su protagonista dentro del marco de una existencia rural, la película se apoya en una trama un poco endeble sin llegar a tener la trascendencia que justifique la importancia del premio recibido.
El Premio del Jurado que le sigue en orden jerárquico ha sido atribuido ex aquo a Mommy de Xavier Dolan y a Adieu au langage de Jean-Luc Godard. El film de Dolan es el más logrado de su corta y prolífera carrera donde al igual que en su primer título J’ai tué ma mère (2009) enfoca la relación entre un hijo y su madre aunque en este caso vuelque más su simpatía y comprensión a la figura materna. El relato que está filmado en formato 1:1 que le da un encuadre vertical en lugar del acostumbrado horizontal, se centra en Steve (Antoine Olivier Pilon), un adolescente de 15 años que padece de un trastorno de comportamiento que lo vuelve hiperactivo, impulsivo y con déficit de atención; eso motiva que no pueda seguir internado en el establecimiento escolar al que concurría y que Diane (Anne Dorval), su madre monoparental con problemas económicos, tenga que hacerse cargo del mismo. A través del gran esfuerzo de amor y comprensión hacia un hijo con el cual es prácticamente imposible de convivir, Dolan demuestra de qué forma puede siempre alentarse algún gesto de esperanza en esa relación simbiótica de amor y odio entablado entre ambos; a ellos se les une Kyla (Suzanne Clement), una vecina que es profesora y un poco tartamuda que brindará solidaridad y afecto al muchacho a la vez que constituye un elemento de influencia positiva en la relación establecida entre Diane y Steve. Aunque el film llega en algunas instancias a desmesurarse emocionalmente, donde sus personas gritan en lugar de hablar y la ecléctica atractiva música (Celine Dion, Dido, Oasis, etc.) resulta a veces un poco estridente, el público se encuentra con un film de gran ternura y compasión, magníficamente dirigido, excelentemente interpretado y en donde el apreciable estilo visual, característico en los trabajos de este joven realizador, se equilibra muy bien con su contenido.
En cuanto a Adieu au langage, su título traduce claramente lo que es el film, una despedida al lenguaje cinematográfico, a la banalidad de las palabras como así también a los personajes que animan un relato. Rodado en 3D donde el empleo de este recurso es de índole completamente artesanal sin que refuerce los valores del film, el mismo está estructurado a modo de un collage con videoclips donde ninguno de los mismos está relacionado entre sí; más aún, la exposición fragmentaria con secuencias interrumpidas y una banda sonora impregnada de ruidos molestos configuran una visión que para cierto público le podrá resultar fascinante mientras que otro sector de la audiencia lo encontrará frustrante. La narrativa prácticamente inexistente está confinada a una mujer casada y un hombre soltero haciendo el amor para luego agredirse o bien divagar en conversaciones aparentemente filosóficas que no tienen mayor sentido; a todo ello se observará la presencia de un perro paseando desde un contexto urbano a otro rural. No falta la voz en off haciendo referencias a frases sueltas y fuera de contexto como “la coincidencia de que en 1933 se produce el advenimiento de la televisión y la llegada de Hitler al poder” o bien que “si los rusos llegan a ser europeos, dejarán de ser rusos”, para citar algunos ejemplos. Curiosamente las voces y los sonidos no se corresponden y la estridente música no alcanza a mejorar la situación. El realizador no deja de mostrar su gran conocimiento cultural con referencias asociadas a notables personalidades, pero al mismo tiempo se da el lujo de brindar algunas escenas escatológicas sin que exista un hilo conductor de lo expuesto. Queda como resultado un film inusual que bien habría merecido la explicación del veterano realizador, que estuvo ausente en Cannes, para aclarar cuál es el objetivo final que se propuso con este ensayo experimental y pretencioso.
Bennett Miller obtuvo el trofeo a la Mejor Dirección por su film americano Foxcatcher basado en el libro autobiográfico de Mark Schultz. Básicamente la historia gira en torno de John du Pont (Steve Carell), un filantrópico multimillonario entrenador deseoso de formar un equipo de deportistas de lucha libre para prepararlos en los Juegos Olímpicos de 1988 en Seúl y lograr una impresionante victoria para los Estados Unidos. Para ello recluta a Mark Schultz (Channing Tatum), un jugador de lucha libre quien había ganado una medalla de oro en las Olimpíadas de Los Ángeles de 1984 y que siempre tuvo como inspiración a su hermano mayor Dave (Mark Ruffalo) que también logró un premio similar en dicho certamen mundial. Tentado por la importante remuneración que du Pont le ofrece, Mark se desplaza a su lujosa mansión donde tendrá lugar el entrenamiento.
La relación especial establecida entre ambos va a alterarse posteriormente cuando John decide convocar a Dave para integrar el equipo; a partir de ese momento el relato adquiere gradualmente características más oscuras hasta desembocar en un trágico desenlace. El film está muy bien narrado, tiene gran fluidez y en el buen análisis caracterológico de los tres principales protagonistas reside uno de sus importantes méritos. A nivel de interpretación, Carrell se distingue por su excelente actuación, sin desdeñar las meritorias prestaciones de Tatum y Ruffalo.
El Mejor Guión fue atribuido a Andrei Zviagintsev y Oleg Negin por el film ruso Leviathan del veterano realizador Zviagintsev. El relato se desarrolla en un remoto pueblo ruso donde el alcalde Shelevyat (Roman Madyanov) y su entorno gobiernan el lugar con poder discrecional. El nudo conflictivo se produce cuando Shelevyat no logra persuadir a Kolya (Alexei Serebryakov), quien vive con su esposa (Elena Lyadova) y un hijo de un anterior matrimonio (Sergey Pokhadaev), para que le venda su casa y el terreno que le pertenece. Frente a la confrontación que se produce, Kolya decide solicitar ayuda legal a Dmitri (Vladimir Vdovitchenkov), su amigo abogado de Moscú. Lo que sobreviene después constituye una historia un tanto familiar aunque bien articulada donde el director expone la corrupción política de la sociedad rusa apelando a una violencia a veces latente y otras manifiesta contra los más débiles e indefensos miembros de una comunidad cuando entran a jugar intereses económicos como los aquí expuestos.
El premio a la Mejor Actriz correspondió a Julianne Moore por su participación en Maps to the Stars de David Cronenberg. La película estructurada en forma coral presenta a Moore como una madura y neurótica actriz que busca desesperadamente una oportunidad para asumir el rol protagónico de la nueva versión de un film en donde años atrás su madre (Sarah Gadon) había encabezado el reparto. Entre otros personajes figuran una joven tímida (Mía Wasikowska) con un triste pasado de pirómana que llega a Hollywood procedente de Florida tratando de ubicar a su hermano (Evan Bird) quien es un astro de 13 años, de naturaleza inaguantable y despreciable, que terminó su cura de desintoxicación; un conductor de limusinas (Robert Pattinson) aspirante a actor; un celebrado psicoterapeuta (John Cusack) y su mujer empresaria (Olivia Williams). Cronenberg ofrece un relato al que no le falta sexo, incesto, manipulación, perversión, exacerbada violencia y en donde ningún personaje puede ser humanamente rescatable. Queda como resultado una descarnada e impiadosa comedia negra, implacablemente ácida, con ciertas situaciones incoherentes, pero que en todo caso no disimula en lanzar sus dardos contra los famosos que iluminan el firmamento de Hollywood.
Timothy Spall fue distinguido como Mejor Actor en la brillante caracterización lograda del célebre pintor J.M.W. Turner (1775 – 1851) en Mr. Turner, producción británica del realizador Mike Leigh. Considerado como el “pintor de la luz”, Leigh aborda los últimos 25 años de este gran maestro que quedó hondamente afectado por la pérdida de su madre desequilibrada, al quedar convertido en un hombre antisocial, misógino e incapaz de tener en cuenta a sus propias hijas, con la sola excepción del estrecho vínculo mantenido con su padre (Paul Jesson). Enfocando los viajes realizados por Turner en busca de inspiración para sus pinturas, el relato profundiza en lo más íntimo y personal de un hombre excéntrico, cascarrabias y huraño que prácticamente gruñe al hablar. El veterano realizador ofrece un hermoso y delicioso film en donde expone magníficamente la relación establecida entre el hombre imperfecto y disociado de la realidad con el del artista capaz de haber creado obras pictóricas de sublime belleza.
Distinción especial merece la excepcional labor fotográfica de Dick Pope reproduciendo la magnificencia de los cuadros del gran maestro británico.
En lo que concierne al Mejor film de la sección Un Certain Regard el jurado liderado por Pablo Trapero premió a White God, producción húngara del realizador Kornel Mundruczó. Se trata de un relato decididamente original donde a través de la búsqueda que realiza una adolescente de su perro extraviado queda reflejado el modo en que el odio racial se convierte en marcada intolerancia, ya sea que la misma sea ejercida con relación a la especie humana o bien a la animal como es el caso de este film. Como réplica del maltrato recibido por los humanos, los sufridos caninos de esta historia, sedientos de venganza, deciden lanzarse a las calles de Budapest para arremeter contra los hombres responsables de su miserable destino. Además de la buena interpretación protagónica de Zsofia Psotta, cabe destacar la sorprendente actuación de los dos perros que animan un solo personaje quienes fueron entrenados por Teresa Ann Miller, así como del resto de la fauna canina entrenada por Arpád Halasz.
La Cámara de Oro que se adjudica a la mejor ópera prima presentada tanto en la Selección Oficial como en las secciones paralelas de la Semana de la Crítica y la Quincena de los Realizadores correspondió a la película francesa Party Girl de Marie Amachoukeli, Claire Burger y Samuel Theis. El tema central gira en torno de Angélique (Angélique Litzenburger) una mujer sexagenaria de marcada personalidad y madre de 4 hijos adultos, que trata de adaptarse a la nueva vida que se le ofrece sentimentalmente cuando Michel (Joseph Bour), un afable hombre que había sido cliente del establecimiento le propone matrimonio. Ligada más por un sincero cariño que por un amor verdadero, el relato ofrece una mirada auténticamente tierna frente al dilema de de Angélique de tener que convivir con un individuo que a pesar de su gran nobleza no llega a amarlo. Con actores no profesionales que se desempeñan con completa naturalidad, este film feminista y con personajes decididamente agradables logra crear una gran empatía con el público, especialmente en una emotiva escena donde Angélique se reúne con Cynthia su hija de 16 años que había estado viviendo con una familia sustituta.
OTROS COMENTARIOS DE FILMES EXHIBIDOS
Relatos Salvajes
Esta producción argentina, la única competitiva que participó en el Festival aunque sin lograr premio alguno, es sin duda una de las mejores películas que se han visto en la muestra. No es muy usual que en un film ómnibus como en el presente, cada una de los relatos conserve una frescura inusual donde a pesar de la independencia que guardan entre sí, hay un nexo común que las liga.
Damian Sziffron como realizador y guionista vuelca una creatividad remarcable en sus diferentes historias dotándolas en casi todas con un tono de franco humor enfocando la represión interna de violencia que sale a relucir cuando frente a situaciones límites el individuo se encuentra desamparado o impotente para superar las dificultades emergentes; además, todas las miserias, contradicciones, el doble discurso, la displicencia y el cinismo que se anidan en el ser humano aparecen en un relato que aunque específicamente se refiera al modus vivendi de los argentinos, tiene dimensión universal y es eso lo que contribuye a que cualquier espectador pueda fácilmente identificarse con la suerte corrida por sus personajes.
El primer segmento que es el más corto transcurre en la clase ejecutiva de un vuelo comercial, donde una modelo (María Marull) entabla una conversación con un crítico musical (Dario Grandinetti) y al mencionarse el nombre de “Pasternak”, un individuo conocido por ambos, inmediatamente todos los demás pasajeros se encuentran por coincidencia vinculados con este personaje ausente, produciéndose situaciones desmedidas dentro de un marco de irresistible hilaridad. En el segundo capítulo se puede contemplar cómo una empleada de un restaurante (Julieta Zylberberg) ubicado en un parador de ruta descubre que su único cliente (César Bordón) ha sido el inescrupuloso usurero que ha causado la muerte de su padre, lo que habrá de generar una original y maliciosa venganza de parte de ella bajo el estímulo de la perversa cocinera (Rita Cortese) del establecimiento. La tercera parte está vinculada con la rivalidad que se produce en una autopista cuando un conductor (Leonardo Sbaraglia) aventaja al otro (Walter Donado); con un desenlace altamente inventivo, Szifron se revela como un excelente narrador. El cuarto episodio relata las desventuras que sufre un honesto ingeniero (Ricardo Darín) cuyo coche es injustamente confiscado por mal estacionamiento y el via crucis que debe recorrer para poder rescatarlo; la indignación que le produce frente a una burocracia insensible con la que debe lidiar, habrá de generarle un profundo sentimiento de venganza que se traducirá en un inusitado acto de violencia. El quinto relato, el único que carece de humor y el más perturbador, constituye una crítica social a la vez que un cuestionamiento moral al demostrar cómo un padre (Oscar Martínez) tratando de encubrir el accidente automovilístico provocado por su hijo adolescente (Alan Daicz), acepta la proposición de su abogado (Osmar Núñez) para que el jardinero de la casa (Germán de Silva) se responsabilice del crimen a cambio de un importante monto de dinero en pago; el acto desnudará la corrupción de todos los involucrados incluyendo a la propia justicia. La entrega final que se ubica dentro del marco de una boda judía alcanza ribetes de marcada comicidad cuando la novia (Erica Rivas) descubre durante la fiesta que su novel marido (Diego Gentile) le ha sido infiel con una hermosa joven que se encuentra entre las invitadas.
Con un despliegue visual irreprochable, Szifron brinda al espectador una comedia negra inquietante, mordaz y perversa de gran calidad artística a la vez que de amplia repercusión popular, tal como lo fue en su momento El Secreto de sus Ojos (2009).
Deux jours, une nuit
Los Hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, veteranos de este Festival donde la mayoría de sus filmes fueron estrenados mundialmente, vuelven a ofrecer con esta película belga un cine de profundo contenido humanista abordando el tema de la desocupación que es uno de los grandes problemas sociales por los que atraviesan varios países de Europa. Marion Cotillard anima a Sandra, una joven madre que trabaja en una fábrica de paneles solares y de la cual estuvo ausente por un largo período de licencia por enfermedad. Al tratar de reintegrarse, se entera que durante su ausencia el patrón propuso a los empleados suprimir su puesto a cambio de una bonificación de 1000 euros para cada uno de sus 16 compañeros de trabajo. En una primera votación y por presión del capataz la decisión de los empleados es de aceptar la propuesta pero la intervención de un delegado sindical que simpatiza con Sandra logra que se haga una segunda votación abierta en tres días más. A pesar de su estado de débil depresión y estimulada por su marido (Fabrizio Rongione) Sandra se anima a librar una batalla contra el tiempo para que en el lapso de un fin de semana logre convencer a sus compañeros para que voten por su permanencia.
La tarea de dirigirse personalmente de puerta en puerta al encuentro con cada uno de sus colegas y rogarles que le brinden su apoyo en el momento de la votación es lo que constituye la esencia de este remarcable film.
La maestría de los hermanos Dardenne consiste en haber transformado la premisa de una sencilla historia en un film profundamente impactante sin caer en artificiosos sentimentalismos; por el contrario, sin moralismo ni maniqueísmo alguno los Dardenne prefieren exponer con sobriedad este dramático problema social para que el espectador llegue a concluir por sí mismo su valioso contenido en donde no hay santos ni pecadores, sino simplemente seres humanos que no pretenden el cielo sino el legítimo derecho de un trabajo para poder mantenerse. El emotivo desenlace del film es lo suficientemente elocuente como para comprender que la dignidad humana no tiene precio y por lo tanto no puede convertirse en un objeto de venta. Además del mérito de los realizadores de haber ofrecido una obra inteligente y abordable, cabe destacar la interpretación excepcional de Cotillard transmitiendo la vulnerabilidad, la angustia y el dolor de la protagonista, confirmando así su autoridad de gran actriz.
Sils Maria
Oliver Assayas es otro director que ha visto el estreno de más de una decena de sus filmes en este Festival donde Sils Maria se agrega a esa lista enfocando con psicológica profundidad la vida de una actriz exitosa que aunque aún se encuentra en plena actividad artística ya no es lo suficientemente joven como para aspirar a ciertos roles específicos.
El guión del realizador se centra en Maria Enders (Juliette Binoche), una actriz famosa que al comenzar el relato se impone de la muerte de Wilhelm Melchior, un dramaturgo con quien ella mantuvo una afinidad especial de trabajo y a quien considera su mentor. Junto con su asistente Valentine (Kristen Stewart) viaja a los funerales que tienen lugar en Sils-Maria ubicado en los Alpes suizos. Es allí donde surge la idea de reponer en Londres “Maloja Snake” una obra del desaparecido autor, donde veinte años atrás Maria logró un gran éxito interpretando a Sigrid, una joven que mantiene una relación lesbiana con Helen, una mujer madura que la dobla en edad, que terminará suicidándose. El problema está en que Maria desearía seguir interpretando el mismo rol de antaño aún cuando por su edad debe aceptar el papel de Helena, en tanto que Sigrid será interpretada por Jo-Ann (Chloe Grace Moretz), una chica de 20 años que está comenzando su carrera en Hollywood. La segunda parte del film transcurre en la mansión de Melchior donde Maria y Valentina releen la obra adoptando los personajes respectivos Helen y Sigrid. Es allí donde el relato adquiere intensidad dramática frente al juego de espejos que se va produciendo donde los personajes de ficción se van confundiendo con quienes les dan vida. Al confrontar el pasado con el presente el film transita en tópicos vinculados, entre otros, con el pasaje del tiempo, la juventud, la edad y la mortalidad.
Decididamente de naturaleza intelectual pero sin caer en el elitismo, el film además de ofrecer varias lecturas, muestra cómo el arte imita a la vida a la vez que también suele producirse el efecto inverso.
La dirección de Assayas es estupenda y pudo rodearse de un elenco brillante donde cada uno de sus integrantes ha sabido involucrarse de lleno en la piel de sus respectivos personajes. Con una maravillosa fotografía de Yorick Le Saux, el público puede asimismo gozar la belleza de la región alpina donde transcurre su acción.
Timbuktu
El director mauritano Abderrahmane Sissako ofrece un dramático cuadro sobre las funestas consecuencias que adquiere el dogmatismo religioso inspirándose en la acción guerrillera que tuvo lugar en julio de 2012 en Aghuelhok; esa pequeña ciudad ubicada al norte de Malí, durante un breve período sufrió las consecuencias del fanatismo religioso de yihadistas quienes llegaron a ejecutar a una pareja con hijos por no haber estado casados propiamente.
En la ficción, esta coproducción de Mali, Mauritania y Francia se desarrolla en Timbuktú, una ciudad que cae bajo el yugo de extremistas religiosos y en donde a través de sucesivas viñetas se va contemplando a los intocables jueces religiosos musulmanes aplicando sanciones por inocentes hechos cometidos por la población local al transgredir el código de conducta impuesto donde, por ejemplo, se prohibe cantar, tocar música, jugar al fútbol, fumar o bien reír bajo la amenaza de severas sanciones.
Tratando de utilizar un bajo perfil emocional, el director ilustra la forma en que el odio y la violencia se conjugan de brutal manera donde las mujeres violadas y los hombres sumisos de la población local son testigos de castigos impuestos por los integristas musulmanes como la aplicación de azotes por infracciones menores o bien la lapidación por actos de adulterio.
Dentro de lo que constituye un horroroso atentado a los derechos humanos, este documento surrealista filmado con máxima mesura e irreprochable lenguaje visual permite reflexionar el modo en que la religión puede ser manipuleada o utilizada como un instrumento capaz de llegar a destruir la vida de inocentes personas. Curiosamente, el film no pudo llegar en momento más apropiado teniendo en consideración los tristes acontecimientos que recientemente tuvieron lugar en Nigeria por el demencial grupo Boko Haram con el secuestro de 300 adolescentes de ese país.
Jimmy’s Hall
El veterano realizador británico Ken Loach retorna a Cannes con un film menor dentro de su filmografía aunque siempre trascendente teniendo en cuenta la acertada forma en que formula una denuncia social tomando como referencia un personaje que tuvo gravitación en Irlanda. Trabajando con su habitual guionista Paul Laverty, el film relata la verídica historia de James Gralton (Barry Ward), un líder comunista irlandés que habiendo estado expatriado en los Estados Unidos, retorna de Nueva York a su tierra natal de Irlanda en 1932, una década después en que el país se independizó de Gran Bretaña. Acogido cálidamente por sus amigos que lo aguardan para reabrir el salón de baile local que además constituye un centro comunitario cultural donde se toca música de jazz, se escucha poesía, se efectúan reuniones políticas y también se practican deportes. Todo ello es mal mirado por el ultra conservador cura pueblerino (Jim Norton) que hace todo lo posible para convencer a sus feligreses sobre lo inquietante que resulta la existencia de ese círculo de baile donde la danza resulta algo así como pecaminoso y agravado por la circunstancia de que un comunista “anti-Cristo” esté al frente del mismo.
Nuevamente y después de haberse visto Timbuktu, aquí se pone en evidencia cómo el manejo discrecional de la religión, en este caso el de la iglesia católica, puede acarrear consecuencias lamentables. Bien ambientado y pleno de buenos sentimientos, el film aunque liviano logra entretener ampliamente a la vez que constituye otro de los relatos de denuncia social de Loach pregonando por el derecho a la disidencia como forma de expresar el libre pensamiento del ser humano y el de poder actuar de manera diferente.
Saint Laurent
A pocos meses de haberse juzgado Yves Saint Laurent de Jalil Lespert ahora se conoce una nueva versión de Bertrand Bonello sobre el célebre diseñador de modas. Esta producción francesa solamente considera un período especial de su existencia que transcurre desde 1967 a 1976 pero sin profundizar en la compleja personalidad del artista. En forma epidérmica y episódica destaca aspectos de su vida privada tortuosa y emocionalmente vulnerable caracterizada por su adicción a las drogas, la bebida, las orgías sexuales y su obsesión amorosa con Jacques de Bascher (Louis Garrel). Lo más interesante de esta producción son las secuencias vinculadas con su taller de trabajo, la muestra de sus colecciones y las escenas de dramática confrontación con su pareja Pierre Bergé (Jérémie Renier). Con una duración de 2 horas y media, el film se torna fatigante debido a una realización poco destacable, un guión endeble y la débil caracterización de Gaspard Ulliel como YSL; solamente hacia el final cuando el artista presenta su colección de 1974, el film cobra cierto impulso pero de todos modos no alcanza a compensar la falta de emoción general que prevalece en el relato.
The Homesman
Nuevamente Tommy Lee Jones da muestras de ser un consumado realizador tal como lo demostró en su ópera prima The Three Burials of Melquiades Estrada (2005) que habiéndose también estrenado en Cannes obtuvo el premio al mejor actor y al mejor guión. En esta nueva incursión donde además de dirigir también encabeza el reparto, Lee Jones describe con fineza el espíritu de una época y la determinación y coraje de la gente a través los personajes que se aprecian en este muy buen western
Basado en la novela The Shootist de Glendon Swarthout, el relato se ubica en 1854 y gira en torno de Mary Bee Cuddy (Hilary Swank), una solterona pionera de gran corazón y notable valor que decide tomar bajo su responsabilidad el traslado desde Nebraska hasta Iowa de tres mujeres mentalmente inestables. En el transcurso del viaje de Nebraska a Iowa, lugar de destino, Mary salva la vida de George Briggs (Lee Jones); a cambio de ese acto de nobleza el taciturno individuo acepta acompañarla en su misión, compartiendo la dura experiencia de tener que superar los peligros de diferente índole atravesando la vasta región de la Frontera Americana.
Con el logrado desempeño de sus protagonistas más la acertada colaboración entre otros de Meryl Streep, James Spader, Miranda Otto y John Lithgow, caracterizando a seres humanos sinceros y auténticos, Lee Jones ha logrado un film lírico, emotivo y muy bien relatado que se ve realzado por la excelente fotografía de Rodrigo Prieto.
The Search
Aún con los ecos provenientes del gran triunfo obtenido con L’Artiste (2011), Michel Hazanavicius ha decidido incursionar en un proyecto totalmente diferente, explorando las miserias de una guerra. Inspirado muy libremente en el film del mismo nombre de Fred Zinnemann realizado en 1948, The Search es un film que se nutre de buenas intenciones pero que no llega a conformar porque su contenido melodramático es enfatizado a través de artificios destinados a manipular al espectador.
El guión escrito por su realizador desarrolla la acción durante la segunda guerra que tuvo lugar en Chechenia en 1999. La masacre provocada por la invasión rusa a dicha región motiva a que se entrecrucen los destinos de varios personajes. Así, Hadji (Abdul-Khalim Mamatusuiev), un pequeño húerfano de 9 años que ha logrado salvarse del asesinato perpetrado a sus padres es rescatado y colocado en un orfanato de la Cruz Roja a cargo de la responsable local (Annette Bening); huyendo del lugar, el niño sale al encuentro de Carole (Bérénice Bejo) quien es una alta funcionaria representante de la Unión Europea que denuncia las atrocidades de la guerra y decide proteger al menor; otros personajes incluyen a Raissa (Zukhra Duishvili), la hermana mayor de Hadji quien trata de ubicar al pequeño dentro de la confusión y dispersión de los civiles en procura del éxodo; simultáneamente se encuentra Kolia (Maxim Emelianov), un joven ruso músico de 20 años, enrolado en el ejército de su país y que queda convertido en un despiadado asesino a causa de la guerra.
Este film francés de indudable contenido político tiene un claro mensaje pacificador denunciando los horrores de la guerra y la inercia de las instituciones europeas responsables de actuar; sin embargo, ese propósito se diluye por su naturaleza extremadamente didáctica y excesivamente sentimentalista que echa por tierra los buenos sentimientos de Hazanavicius. A su favor cabe destacar la notable actuación del pequeño actor chechenio Mamatsuiev que a pesar de que permanezca mudo durante la mayor parte del metraje, su expresivo rostro transmite las traumáticas emociones vividas por la pérdida de sus padres.
The Captive
Ahondando en temas que son habituales en la filmografía del director canadiense Atom Egoyan, su reciente trabajo vuelve a considerar aspectos vinculados con la desaparición, culpabilidad, abuso infantil y en este caso con el poder del internet y sus imágenes. Esencialmente, la historia escrita por el realizador y David Fraser se refiere a la desaparición de una menor y lo que acontece 8 años después del lamentable suceso cuando ciertas indicaciones hacen presumir que la ahora adolescente está con vida; eso motiva a que sus angustiados padres y las autoridades policiales traten de dilucidar sobre lo acontecido y el paradero de la menor.
El complejo tema del secuestro y cautiverio por parte de una banda de pedófilos de inocentes víctimas es en principio interesante aunque lo que se observa en Captives no resulta gratificante. La historia relatada en forma fragmentada e inútilmente entreverada, la debilidad de unir las diferentes piezas del rompecabezas propuesto, su falta de profundidad agravada por situaciones descabelladas, motivan a que este film se torne desconcertante. Las actuaciones de Ryan Reynolds, Rosario Dawson, Scott Speedman y Alexia Fast son correctas pero de ningún modo pueden salvar las inconsistencias de un relato que en última instancia peca de banal y es fácilmente olvidable. Por lo que antecede parece extraño que este thriller haya sido seleccionado para competir en el Festival.
Still The Water
Este film japonés de la realizadora y guionista Naomi Kawase constituye un serio intento de describir la comunicación del hombre con la naturaleza tomando como referencia la isla japonesa de Amami. El relato es una historia de amor entre dos adolescentes (Nijiro Murakami, Jun Yoshinaga) y la forma como ambos se vinculan con sus respectivas familias, especialmente en el caso de ella cuya madre está por morir.
El mensaje de este íntimo film es que a través del pasaje del tiempo la vida sigue inexorablemente su rumbo más allá de los diferentes contratiempos que el ser humano tenga que enfrentar. De ritmo desigual, el relato se torna de a ratos demasiado lánguido a través de escenas repetitivas pero en todo caso hay aspectos que motivan su interés como la forma en que se exponen las relaciones entre gente de diferentes generaciones. Su contenido lírico donde lo místico y espiritual se funden adecuadamente, así como su destacable belleza visual contribuye a que Still The Water pueda ser apreciado por un público selectivo.
Voce Humana
Este cortometraje italiano del realizador Edoardo Ponti ha sido dedicado a su madre, la mitológica Sophia Loren que lo interpreta. Inspirada en la célebre pieza de Jean Cocteau donde aparece una sola actriz en escena, el drama se centra en Angela, una mujer que encontrándose en el crepúsculo de su existencia, mantiene una última conversación telefónica con el hombre que ama. A través de intensos 25 minutos, la gran dama del cine italiano demuestra que todavía está en plena forma para transmitir toda la intensidad contenida en el relato de Cocteau.
Habiendo estado presente, la actriz fue cálidamente aplaudida al final de su proyección y posteriormente volvió a aparecer en pantalla en la excelente copia restaurada del film de Vittorio de Sica Matrimonio a la Italiana que en 1964 protagonizó junto a Marcello Mastroianni, basado en la obra Filumena Marturano de Eduardo De Filippo.