THE FAULT IN OUR STARS. Estados Unidos, 2014. Un film de Josh Boone
Basado en la exitosa novela homónima de John Green, The Fault in Our Stars es un cautivante drama romántico de adolescentes padeciendo de cáncer que cautiva y llega hondamente al corazón a través de una historia narrada con máxima sutileza.
Hazel Lancaster (Shailene Woodley) es una chica de 16 años viviendo en Indiana quien por espacio de varios años ha sobrellevado un cáncer de pulmón y que a través de algunas remisiones y portando permanentemente un respirador de oxígeno para su desplazamiento le ha permitido seguir viviendo; de naturaleza introvertida y con un ánimo un tanto depresivo está rodeada del profundo amor que sus padres (Laura Dern, Sam Trammell) le prodigan, instándola a que asista a las reuniones de un grupo de apoyo. Allí conoce a Augustus (Ansel Elgort), un encantador muchacho que sufre de osteosarcoma, un cáncer óseo que motivó a que le fuese amputada una pierna eliminando a la vez sus aspiraciones deportivas de beisbolista en la escuela secundaria. A partir de allí comienza una cálida relación amistosa en donde el inquebrantable optimismo de Augustus logra el milagro de que Hazel sonría y que se sienta acompañada por alguien de su misma edad con quien puede compartir experiencias similares; en la medida que ambos son perfectamente conscientes de su fragilidad, tratan de vivir el día a día con plenitud, evitando pensar que la muerte les está acechando. Después de que ella intercambia con Augustus la lectura de una novela que trata sobre la forma de lidiar con la enfermedad y las expectativas de vida, ambos alientan la esperanza de viajar juntos a Ámsterdam donde vive el autor Peter van Houten (Willem Dafoe) para entrevistarlo y obtener de él algunas respuestas no dadas en su libro.
Con mesura y tratando en la medida de lo posible de no desbordar en el sentimentalismo que el tema engendra, el realizador Josh Boone describe cómo la relación de estos jóvenes se transforma naturalmente en genuino amor, a pesar de que en un principio Hazel prefiere seguir manteniendo esa bella amistad por temor a que ella muera pronto y llegue herir a su amigo; cuando finalmente concretan el viaje a la capital de Holanda, ‑impulsada por la emoción que siente al visitar la casa en que vivió Anna Frank- espontáneamente besa con profunda ternura a Augustus comenzando así un capítulo nuevo para esta pareja de enamorados.
Como esta historia es relatada desde la perspectiva de Hazel con la voz en off, desde el comienzo se sabe que la misma no tendrá final feliz; en consecuencia, y a pesar de que el público vislumbra con anticipación su dramático desenlace, el relato evita en casi todo su desarrollo el tono depresivo para sazonarlo en muchas situaciones con auténtico humor a la vez que resalta con notable humanidad cómo el amor de estos jóvenes puede insuflar la expectativa de disfrutar plenamente cada uno de los momentos que comparten.
Las extraordinarias caracterizaciones constituyen uno de los mayores méritos de este film reforzadas por la excepcional participación de dos estupendos actores que se sumergen de lleno en la piel de sus personajes. Woodley, que ya se había revelado como una interesante actriz en The Descendants (2010), demuestra poseer toda la gama de recursos dramáticos para que su Hazel resulte tan creíblemente natural. No menos importante es la contribución del novel actor Egot quien con su carismática personalidad e irreductible simpatía conquista de inmediato al público a la vez que es capaz de crear una química de tal envergadura con Woodley que constituye un verdadero placer verlos interactuar. En un rol de apoyo, Dern se distingue como la devota madre que hace lo imposible por contentar a su hija a la vez que disimula su pena frente a ella con una tierna sonrisa de comprensión y cariño.
Aunque en apariencia este film podría considerarse como una “love story” de adolescentes del siglo XXI aquejados de un mal terminal, este relato evita los estereotipos que suelen predominar en este tipo de género gracias a un excelente guión (Scott Neustadter, Michael H. Weber) agraciado de ingeniosos diálogos y a un sensible director que permite a sus actores brindar la máxima autenticidad en sus respectivos roles.
Conclusión: Una hermosa película abordando un dramático tópico con suma delicadeza que se encuentra fortalecida por un buen elenco encabezado por dos excepcionales jóvenes intérpretes. Jorge Gutman