LA PETITE REINE. Canadá, 2014. Un film de Alexis Durand Brault
Hace pocos tiempo se conoció el excelente documental de Alex Gibney The Armstrong Lie narrando la gran mentira del conocido ciclista Lance Armstrong que defraudó la confianza popular durante muchos años al haber ocultado que se valía de sustancias estimulantes para aumentar su rendimiento físico. Es ahora que sobre el mismo asunto pero en un relato de ficción Alexis Durand Brault se refiere a la ex ciclista quebequense Geneviève Jeanson que adoptó una conducta similar.
Narrado en forma clásica este film utiliza nombres diferentes pero en todo caso está claro que Julie Arseneau (Laurence Leboeuf) es en realidad Jeanson. Como toda ficción la dramatización biográfica de esta ciclista podrá ser objeto de ciertas licencias, pero su esencia, la del vergonzoso engaño, no ha sido alterada.
Julie es una gran ciclista que goza de gran popularidad. Pero desde la primera escena es evidente que su extraordinario desempeño profesional ha sido gracias al dopaje que venía efectuando con la complicidad de un médico ortopedista (René-Daniel Dubois) y fuertemente impulsada por su entrenador JP (Patrice Robitaille).
El film gira en torno de dos aspectos centrales. Por una parte, enfoca la gran vulnerabilidad de Julie sabiendo que realiza algo impropio y que permanentemente está sujeta a que pueda ser descubierta, sobre todo frente a las sospechas que van recayendo sobre ella. Por la otra, el guión de Sophie Lorain y Catherine Léger enfatiza la relación de amor-odio entablada entre Julie y su entrenador y amante donde éste la manipulea emocionalmente instándola a que se drogue para lograr el fin primordial de ganar a cualquier precio. Su participación en la competencia internacional de ciclismo que tiene lugar en Bélgica brinda la emoción del climax producido con la amarga victoria obtenida por la ciclista y sus inmediatas consecuencias.
El film mantiene el interés del espectador creando la necesaria tensión e intriga de saber de qué modo Julie llegará a caer del pedestal en que se encuentra. En tal sentido, Leboeuf ofrece una brillante interpretación de su personaje mostrando con convicción su soledad y viviendo en una atmósfera de infernal angustia por temor a que la verdad sea develada, lo que la obliga a adoptar una doble personalidad para el mundo exterior. Igual reconocimiento actoral merece Robitaille por la gran intensidad que vuelca en su papel de un hombre despiadadamente abusador que ejerce una presión malsana en Julie. En roles de apoyo se encuentran Denis Bouchard y Josée Deschênes como los padres de la joven que parecen o quieren ignorar el drama de Julie.
La petite reine es una película atractiva pero que deja un desagradable sinsabor al espectador, tal como aconteció con The Armstrong Lie, al comprobar cómo la nobleza de un deporte puede ser dañada mediante el uso de cualquier sustancia o droga que aumente artificialmente el desempeño de un deportista en la competición. Es por esa razón de que Julie/Geneviève, a pesar de haber sido presionada por su entrenador, no merece conmiseración o simpatía alguna al haber estafado la buena fe del público que la siguió en sus magistrales proezas. Una Australia post apocalíptica. Jorge Gutman