LE VRAI DU FAUX/REAL LIES. Canadá, 2013. Un film de Émile Gaudreault
Aunque Émile Gaudreault es un realizador quebequense especializado en filmes humorísticos que han logrado significativo éxito no sólo en Quebec sino en el resto de Canadá, ahora vuelve con otro film catalogado como comedia aunque en realidad el relato trasunta amplio contenido dramático.
Basado en la obra de Pierre-Michel Tremblay Au champ de Mars, el relato abarca varios tópicos de gran interés con una primera media hora realmente prometedora donde quedan planteados los efectos que pueden producir los filmes violentos, las consecuencias traumáticas de soldados canadienses que han sido enviados a una guerra que les resulta ajena y la dificultad de reinsertarse a una vida normal.
El guión del realizador del film escrito conjuntamente con el autor de la pieza relata la historia de Marco Valois (Stéphane Rousseau) un director de cine de Quebec que se dedica a realizar filmes de acción, más concretamente versiones similares a las del tipo de Fast and Furious adaptados al ambiente local con el nombre de Furie y que logran gran éxito de público. El relato que comienza con un logrado humor cobra un giro dramático cuando como resultado de la presentación de su último film, un joven espectador tratando de emular lo que ha visto en pantalla, maneja su coche a velocidad desmedida produciendo un choque violento que cobra su vida. Los medios de difusión destacan la tragedia y de inmediato Valois se siente afectado por asumir indirectamente la responsabilidad de la misma. Con gran sentimiento de culpa y después de asistir a los funerales del muchacho se entera por sus padres que él se encontraba en un estado de profunda inestabilidad emocional por haber participado como soldado en Afganistán y no haberse podido readaptar a la vida civil, padeciendo un grave trastorno de estrés postraumático.
La sensibilidad que experimenta Valois al enterarse del hecho lo motiva a abandonar por completo la continuación de filmar la exitosa franquicia en que estaba involucrado y abordar en cambio un film documental sobre el efecto de jóvenes vidas arruinadas por participar en una guerra absurda. Para ello y a través de Rachel Duguay (Julie Le Breton), la psicóloga que había tratado al muchacho desaparecido, entra en contacto con un ex compañero del mismo que también retornó del frente con similar problema y que es su paciente. Se trata de Eric (Mathieu Quesnel), de carácter violento y completamente inadaptado que se niega a que Valois realice un documental sobre su experiencia en Afganistán; pero a cambio de que el director logre concretar que Éric pueda volver a ver a su ex novia Sara (Marie-Ève Milot) en su pueblo natal de Taylor Mines, le permitirá que lo siga para imponerse de lo que realmente le aconteció en el conflicto bélico a fin de que pueda servirle como referencia para una película de ficción.
Hasta aquí todo prometía para que Le vrai du faux fuese un gran film pero desafortunadamente el propósito no ha sido logrado. Si bien las secuencias que tienen lugar entre Valois y Éric cobran fuerza y notable autenticidad, la historia se desdibuja al existir un relato paralelo que está referido al vínculo establecido entre la psicóloga y los padres de Éric (Normand D’Amour, Guylaine Tremblay) a fin de tratar de que él abandone a Valois y continúe con el tratamiento terapéutico que mantenía con Rachel.
Como resultado de lo que antecede, hay en este film elementos que lo destacan positivamente pero otros que lo desmerecen, especialmente en lo que se refiere al rol de la psicóloga, completamente irrealista al suponer que una profesional de su naturaleza pueda dejar su consulta por un período indeterminado a fin de lograr el retorno de uno de sus pacientes. A todo ello, resulta completamente improbable que en una de las secuencias decididamente caricaturesca la madre de Éric en forma de monólogo le haga conocer a Rachel experiencias de su vida matrimonial que nada tienen que ver en el contexto de lo que se está relatando.
Conclusión: Este film de nobles intenciones se presta a la discusión porque su tema inquieta y perturba. Pero a pesar de las muy logradas interpretaciones del elenco que lo integra, su tratamiento no encuentra el justo tono de profundidad necesaria y por añadidura su complaciente desenlace decididamente decepciona. Jorge Gutman