WELCOME TO NEW YORK. Estados Unidos, 2014. Un film de Abel Ferrara
Abel Ferrara decidió contar lo acontecido con Dominique Strauss-Khan, el ex director gerente del Fondo Monetario Internacional, en el grave incidente ocurrido en mayo de 2011 por el cual fue acusado de violación y su caída en desgracia como consecuencia de esa acción. Valiéndose de una historia de ficción y utilizando para ello nombres figurados, no queda la menor duda de que los hechos se refieren a DSK.
Es imposible concebir lo que se ve en pantalla durante los primeros 30 minutos –la cuarta parte de la duración del metraje- donde George Deveraux (Gérard Depardieu) –alias de DSK‑, presidente de nacionalidad francesa de un gran banco internacional, se comporta sexualmente de la manera más libidinosa y grotesca posible con una comparsa de asociados no identificados en la suite de un hotel neoyorkino; allí con dos prostitutas de lujo, los hombres dan rienda suelta a sus instintos en una orgía indescriptible utilizando los cuerpos de las muchachas quienes empapadas de champán y crema helada servirán para que sean saboreadas mientras que las relaciones sexuales grupales se practican a través de diferentes movimientos y posturas. No es exagerado señalar que esa media hora podría perfectamente asemejarse a las clásicas películas pornográficas con exhibición restringida en salas dedicadas a las mismas.
Recién después comienza de lleno el film con la famosa escena del Hotel Carlton (en realidad se trató del Hotel Sofitel) de Nueva York donde se produce el inesperado encuentro de una empleada del establecimiento que al venir a limpiar una habitación creyendo que estaba vacía se encuentra con Deveraux saliendo de la ducha y lanzándose sobre ella para violarla. Lo que se muestra posteriormente incluyendo la denuncia, el arresto del banquero en el aeropuerto JFK cuando se dispone a salir del país, los interrogatorios policiales, su arresto domiciliario en una lujosa residencia, son episodios ampliamente conocidos.
La única nota de interés en el film es la aportada por la muy convincente actuación de Jacqueline Bisset animando a Simone, la periodista francesa esposa de Deveraux. Inspirándose en Anne Sinclair, quien fuera la señora de DSK, Bisset transmite la gran tristeza de ver que su marido por quien siente verdadero amor, haya arruinado todo el esfuerzo que ella estaba haciendo para que él fuese candidato en las próximas elecciones de Francia, recriminándole con sentida rabia su atroz conducta.
Ferrara intenta ser provocativo recurriendo a un relato donde quiere demostrar la vinculación que existe entre el poder económico y el sexo. No obstante, lo hace en forma grosera y de pésimo gusto describiendo a Deveraux de la manera más grotesca posible con el obvio propósito de incentivar el voyeurismo de su audiencia. ¿Cómo es posible imaginar que un hombre que se desempeña como máxima autoridad de un importante banco pueda dedicar su tiempo libre y sus noches a permanentes orgías y poder reintegrarse al día siguiente a su cargo de altísima responsabilidad como si nada hubiera pasado? ¿Es posible que en cada uno de los encuentros que tiene Deveraux con personajes femeninos –incluyendo periodistas- su exacerbada adicción sexual lo convierta en un animal que instintivamente ataca a su presa para someterla sexualmente? ¿Cómo puede resultar convincente que tras haber sido procesado aunque habiendo sido exonerado por falta de pruebas, el famoso personaje siga recorriendo el mismo derrotero sexual como si nada hubiera pasado?
La interpretación de Depardieu animando a Deveraux es muy buena pero al propio tiempo resulta extraño que se haya prestado a mostrarse frente a las cámaras completamente desnudo en una escena completamente prescindible; la misma tiene lugar cuando debe desnudarse completamente para ser examinado minuciosamente por la policía.
Conclusión: Welcome to New York es un film indecoroso que poco favor hace a quienes gustan del buen cine. Jorge Gutman