THE F WORD. Canadá-Irlanda, 2013. Un film de Michael Dowse
Este film es uno nuevo que se agrega a la lista de historias románticas pedestremente ejecutadas y que a pesar de querer mostrarse realista, todo queda reducido a fórmulas que se van repitiendo sin que exista la chispa de imaginación que se diferencia de tantas otras. Nuevamente viene a la mente la brillante comedia When Harry Met Sally , por tratar un tema similar: ¿es posible concebir la amistad entre hombres y mujeres a pesar de existir una atracción entre ellos?; la diferencia entre ambas películas radica en que aquélla se fundamentaba en situaciones lógicamente coherentes mientras que The F Word trata de exprimir la simpatía de sus intérpretes a través de un cuento de hadas para compensar una historia irrealista de la manera en que está narrada.
Wallace (Daniel Radcliffe), un joven de 20 años que vive en Toronto, lleva consigo varias frustradas experiencias sentimentales. Después de una reciente ruptura y sin muchas expectativas de amor en vista encuentra en una fiesta a Chantry (Zoe Kazan) una chica de edad similar con quien pasa un rato agradable durante esa velada. Allí lo primero que ella le expresa es que tiene un novio, Ben (Rafe Spall), con quien convive y en el momento de despedirse le da su número de teléfono para que Wallace la llame cuando tenga ganas de conversar, siempre y cuando lo sea dentro del marco de una relación exclusivamente amistosa. El muchacho a pesar de sentirse atraído por ella no aguarda nada más que lo pactado. A ese encuentro inicial se suceden varios más, incluyendo una visita a la casa de Chantry donde conoce a Ben; allí se produce una situación tan disparatada como incongruente que no es necesario reproducir.
El problema del film radica en la descripción de los personajes, sobre todo el de Chantry que de ninguna manera se puede comprender qué es lo que la motiva para que ella genere en Wallace expectativas ilusorias, sobre todo cuando la relación que mantiene con su novio es óptima y se ve a las claras que ambos se quieren. ¿Es que la joven no tiene otras amigas o amigos con quien conversar salvo Wallace? ¿Cómo puede justificarse que las conversaciones banales que mantienen puedan constituir la base de un amor platónico? Esas preguntas sin contestar podrían justificarse si acaso lo que prosigue tuviese mayor sustancia pero lo que aquí se ofrece es muy poco para que la pretendida comedia romántica que persigue el guión de Elan Mastai logre la magia buscada. Demás está decir que su previsible final feliz adolece de credibilidad.
Tanto Radcliffe como Kazan derrochan simpatía en sus respectivos roles; sin embargo no logran la alquimia necesaria que permita establecer un genuino vínculo sentimental entre sus respectivos personajes. Además de Spall, en roles secundarios que no incentivan el interés del relato, participan Adam Driver como el amigo de Wallace y Megan Park como la hermana de Chantry quien está interesada en Wallace aunque sin ser correspondida.
Conclusión: Una frustrada comedia romántica. Jorge Gutman